Por Leonardo Padura Fuentes
NOVIEMBRE 2009 (IPS) - La llegada de Obama al poder desató un sentimiento espontáneo de júbilo popular y de esperanzas de cambio en Cuba, la isla vecina de Estados Unidos cuyos moradores, por el solo hecho de ser cubanos y (muchos de ellos) querer vivir donde nacieron, sufren desde 1962 un embargo comercial y financiero norteamericano que, en su momento (uno de los picos de la Guerra Fría cuyo fin aparente acaba de festejarse), se propuso rendir por hambre al país y derrocar a su gobierno, escribe Leonardo Padura, novelista y periodista cubano.
Cuando en abril de 2009 se celebró en Trinidad la Cumbre de las Américas y Obama, estrenando su presidencia y su prometida política de reacercamiento hacia América Latina, escuchó con paciencia los reclamos de casi todos los países del área de que se levantara el embargo a Cuba y se normalizaran las relaciones entre los dos vecinos, las esperanzas de mucha gente en la isla se multiplicaron. Y con razón, pues por esas fechas el Presidente decidía eliminar las restricciones que le complicaba a los ciudadanos de origen cubano viajar a su país o enviar remesas a sus familiares, se empezaban a recuperar los contactos académicos y culturales y se hablaba de posibles acuerdos, como el restablecimiento del correo postal directo o la oferta de mejorar las comunicaciones con el acceso a la red norteamericana de fibra óptica.
Por eso, cuando el pasado 28 de octubre el gobierno de Estados Unidos declaró ante el mundo Asamblea General de la ONU- que mantendría inalterado el embargo y por las mismas razones por las cuales lo habían sostenido ocho administraciones norteamericanas desde 1962, las esperanzas se marchitaron y muchos se preguntaron: ¿el Obama que decide sostener esa política de asilamiento hacia Cuba es el mismo joven carismático que, prometiendo cambios, subió al poder hace un año?; ¿ese hombre que acepta sostener una política que se propone rendir por hambre a un país es el mismo que ha sido congratulado con un Premio Nobel de la Paz?; ¿ese presidente amante de la distensión puede pensar sinceramente que el embargo hacia Cuba condenado casi por el mundo en pleno, incluidos los países más críticos con el sistema cubano- va a obligar al gobierno de La Habana a hacer cambios más que a atrincherarse?; y más aún: ¿ese mismo hombre inteligente no es capaz de colegir que justamente el levantamiento del embargo podría ser lo que indujera la llegada de cambios en Cuba?
› Publicarán última novela de Padura en Cuba
NOVIEMBRE 2009 (IPS) - La llegada de Obama al poder desató un sentimiento espontáneo de júbilo popular y de esperanzas de cambio en Cuba, la isla vecina de Estados Unidos cuyos moradores, por el solo hecho de ser cubanos y (muchos de ellos) querer vivir donde nacieron, sufren desde 1962 un embargo comercial y financiero norteamericano que, en su momento (uno de los picos de la Guerra Fría cuyo fin aparente acaba de festejarse), se propuso rendir por hambre al país y derrocar a su gobierno, escribe Leonardo Padura, novelista y periodista cubano.
Cuando en abril de 2009 se celebró en Trinidad la Cumbre de las Américas y Obama, estrenando su presidencia y su prometida política de reacercamiento hacia América Latina, escuchó con paciencia los reclamos de casi todos los países del área de que se levantara el embargo a Cuba y se normalizaran las relaciones entre los dos vecinos, las esperanzas de mucha gente en la isla se multiplicaron. Y con razón, pues por esas fechas el Presidente decidía eliminar las restricciones que le complicaba a los ciudadanos de origen cubano viajar a su país o enviar remesas a sus familiares, se empezaban a recuperar los contactos académicos y culturales y se hablaba de posibles acuerdos, como el restablecimiento del correo postal directo o la oferta de mejorar las comunicaciones con el acceso a la red norteamericana de fibra óptica.
Por eso, cuando el pasado 28 de octubre el gobierno de Estados Unidos declaró ante el mundo Asamblea General de la ONU- que mantendría inalterado el embargo y por las mismas razones por las cuales lo habían sostenido ocho administraciones norteamericanas desde 1962, las esperanzas se marchitaron y muchos se preguntaron: ¿el Obama que decide sostener esa política de asilamiento hacia Cuba es el mismo joven carismático que, prometiendo cambios, subió al poder hace un año?; ¿ese hombre que acepta sostener una política que se propone rendir por hambre a un país es el mismo que ha sido congratulado con un Premio Nobel de la Paz?; ¿ese presidente amante de la distensión puede pensar sinceramente que el embargo hacia Cuba condenado casi por el mundo en pleno, incluidos los países más críticos con el sistema cubano- va a obligar al gobierno de La Habana a hacer cambios más que a atrincherarse?; y más aún: ¿ese mismo hombre inteligente no es capaz de colegir que justamente el levantamiento del embargo podría ser lo que indujera la llegada de cambios en Cuba?
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