domingo, 11 de octubre de 2009
Estaciones de Manu Chao en Cuba
Es un músico de talla mayor. Reconocido a nivel mundial. Contra todos los pronósticos vende millones de copias de sus discos sin toda la parafernalia mediática y millonaria que se necesita hoy. O, sencillamente, cuelga en Internet sus temas libres de costos. Lo mismo llena un estadio de fútbol con capacidad para 50 mil personas, que toca en la calle o en un bar ante una pareja de enamorados. Aunque nació en París, vive hoy en un barrio de Barcelona donde confluyen los inmigrantes. No tiene auto y se mueve en bicicletas aunque tenga que recorrer 10 ó 15 kilómetros diarios.
Aunque los recuerdos de esa época le son borrosos, José Manuel Tomás Arturo Chao, conocido mundialmente como Manu Chao, no olvida cuando el escritor cubano Alejo Carpentier, amigo de su padre, el destacado intelectual gallego Ramón Chao, se apareció en su casa y le regaló unas maracas, posiblemente el primer instrumento de percusión que tuvo en sus manos. Tenía entonces unos 5 ó 6 años. Era el París de mediados de los sesenta del siglo pasado.
“Y hay más”, dice este músico franco-español, líder de la banda Radio Bemba en una conversación en La Habana, a donde ha vuelto invitado por la Asociación Hermanos Saíz para participar en dos conciertos (uno en la capital y otro en Santa Clara) en homenaje a Ernesto Che Guevara junto a cantautores cubanos.
Apunta que su padre, autor de libros como “Conversaciones con Alejo Carpentier”, “Porque Cuba eres tú”, entre muchos otros, le contó que aquél día el ilustre cubano de las letras hispanoamericanas profetizó que el pequeño Manu tenía madera para la música.
También desde crío, gracias al padre, bebió de nuestra cultura. En especial se confiesa deudor de Bola de Nieve, “la raíz profunda de mi encuentro con la música cubana”.
"Desde los cuatro años –cuenta- mi disco favorito era uno de Bola de Nieve. Y lo seguimos cantando, hicimos una versión con Mano Negra de “Mama Perfecta”. Luego vinieron referentes como Los Van Van o mi amigo Eliades Ochoa”. Hoy “hay muchas obras de artistas jóvenes cubanos que aun no han llegado a nosotros, pero sabemos que se están haciendo con gran calidad. Aquí me encuentro a maestros de la música en cada esquina. ¡Cualquier cubano es un músico en potencia!”
Con respecto a las presentaciones que lo han traído de vuelta a la Isla prefiere hablar poco y esperar a que se materialicen. Solo indica que el recuerdo de sus dos actuaciones anteriores fueron muy gratas, emocionantes. Aunque ahora mismo tiene muchas giras con Radio Bemba, “me invitaron y no lo pensé dos veces”.
También señala que es muy importante para él y sus amigos estar al tanto de lo que se está “cocinando a nivel artístico en Cuba”, no solo en el ámbito musical, sino a todos los niveles. “Estaremos aquí algunos días más luego de los dos conciertos y aprovecharemos el tiempo para conocer las nuevas aventuras artísticas cubanas que se están realizando. Eso me apasiona mucho”.
Sobre Cuba y su pueblo revela una admiración muy profunda: “me une no solo su música, sino muchas otras cosas como el sentido del humor de los cubanos y lo increíble que resulta todo lo que han logrado a pesar del embargo. Por eso yo le digo a los que afueran critican a Cuba que primero critiquen su cocina y luego que hablen”.
Es muy especial la relación de Manu Chao con América Latina, donde dice sentirse “más en mi casa que en París”, donde nació. Declara que su primer viaje por estas tierras lo cambió definitivamente:
“Una cosa es que te cuenten de América Latina y otro es llegar aquí. Yo me apasioné con la América entera porque en cada país hay muchos países. La única frontera es entre la ciudad y el campo que son dos países muy diferentes.
“Le estoy eternamente agradecido a la vida porque me dio la oportunidad de conocer a Latinoamérica por mí mismo. Antes de venir toda mi visión era por lo que me contaban en Europa. La información era bastante directa porque era la época de las dictaduras en Argentina o Brasil y había muchos refugiados en Europa con los que tenía contacto. Y a Cuba ya la conocía por Alejo Carpentier que era amigo de la familia.
“América Latina me permitió acercarme a muchos países que no conocía. Llegué por primera vez a Cuba, a Santo Domingo, Argentina o Brasil, de donde es mi hijo. Hasta eso le debo a Latinoamérica que, además, me abrió las puertas de su cultura y me permitió vivir como un ciudadano cualquiera”.
Asegura que para cambiar la actual situación en que el mundo está envuelto, se necesita de la toma de conciencia de todos: los artistas, los periodistas, los campesinos, los taxistas, los estudiantes, los pescadores. “Nadie solo puede cambiar el mundo. Pero todos pueden hacerlo con lo que pueda aportar cada cual.”
Entre la inmensidad de sueños por cumplir confiesa que están estudiar medicina, de la que es un apasionado, y vivir un tiempo en Cuba “como lo he hecho en otros lugares del mundo, especialmente de Latinoamérica”. Ante cualquier comparación con el Che, a quien ha venido a homenajear, Manu Chao toma distancia, lo considera un ser excepcional, fuera de cualquier dimisión pues “fue y sigue siendo un personaje emblemático de la izquierda mundial”. De la misma forma, prefiere no tener ídolos sino maestros porque “no hay que idolatrar a nadie sino aprender de los maestros que son muchos.”
Cobertura especial: Yinett Polanco, Mabel Machado, Kaloian Santos y René Hernández.
Tomado de La Jiribilla
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