Por Anónimo 13
Olga Connor ha perdido el Norte. Inicia y culmina su articulo titulado› “Juanes en la encrucijada” totalmente desorientada.
Las palabras iniciales se refieren a la Plaza Cívica de La Habana y las finales a un supuesto atribulado pueblo cubano. De haberse extendido más habría hecho referencia a la American Telephone Company, la CMQ, el Habana Libre no sería otro que el Habana Hilton y si le mencionamos laAvenida Salvador Allende, sin dudarlo nunca hubiera llegado a Carlos III.
La Sra. Connor necesita lecciones privadas de ubicatex para comprender el fenómeno Cuba porque desde el año 1959, todo, base y superestructura, cambió en Cuba y no precisamente hubo que esperar el concierto de Juanes y sus invitados.
La Plaza de la Revolución es un lugar histórico, no melodramático.El pueblo cubano no es atribulado, sino aguerrido. Sufre sí, los embates del embargo criminal y genocida, que tampoco ha podido doblegar la voluntad inquebrantable de nuestra estirpe.
Cuando se habla de canciones, conciertos y artistas, muchas veces se olvida con facilidad quiénes reciben la música, el espectáculo y aplauden a los intérpretes. El público es el pueblo que escucha, acepta o deniega. Es ese mismo pueblo que obstinadamente ha sobrepasado todas las barreras y trampas que los enemigos de la Revolución han intentado alzar contra el país y su gente, sin importar que los "oligarcas" como dice, no sean los que sufren sino que el dolor se multiplica entre el cubano de a pie, el que no parece importarle a mucha gente del exterior.
Mencionemos algunos ejemplos: pocas personas han levantado su voz para condenar el crimen de Barbados; pocas recuerdan el incendio del círculo infantil Le Van Tam repleto de niños inocentes; La Habana perdió El Encanto pero la incendiaria camina libremente por Miami; nadie recuerda el incendio del Amadeo, ni las privaciones, ni la escasez, ni el dengue.
Nadie se abrió paso frente a Estados Unidos para impedir que Cuba se quedara sin alimentos para su pueblo.
Nadie antepuso el altruismo al mercantilismo para comercializar con Cuba medicamentos.
Juanes cantó en La Habana a pocos metros del lugar donde Fidel reunió a los intelectuales a principio de la década de los sesenta y pronunció el manifiesto ideológico del sistema revolucionario: Con la Revolución todo...
Que se hable o cante en el civismo de nuestra revolucionaria plaza de libertad, isla en el centro del mar, a nadie atemoriza ni hará tambalear a nadie. Esas palabras pertenecen al pueblo. Porque en Cuba no se discrimina, no se segrega, no se menosprecia por sexo ni raza ni procedencia. En Cuba todos tienen las mismas oportunidades y comparten las mismas carencias.
En Cuba, a pesar de la aguda adversidad, el cubano continúa con su caudal de alegría y esperanza.
Sra. Connor, el nombre Plaza Cívica es una reminiscencia imperdonable, que nos remonta a las Pascuas Sangrientas; como sería imperdonable que Ud. mencionara el Cuartel Moncada y olvidara de los cientos de escolares que han estudiado en las antiguas celdas.
Son tantas las verdades que "...se agolpan unas a otras..." y por eso apenas se destacan. Pero Sra Connor, la invito a caminar por La Habana, por Matanzas, Ciego de Ávila, ciudades de un país lleno de gente amistosa, cordial, ilustrada, que se encuentra al Sur de la Península de la Florida donde viven muchos cubanos sedientos de reconciliación.
Olga Connor ha perdido el Norte. Inicia y culmina su articulo titulado› “Juanes en la encrucijada” totalmente desorientada.
Las palabras iniciales se refieren a la Plaza Cívica de La Habana y las finales a un supuesto atribulado pueblo cubano. De haberse extendido más habría hecho referencia a la American Telephone Company, la CMQ, el Habana Libre no sería otro que el Habana Hilton y si le mencionamos laAvenida Salvador Allende, sin dudarlo nunca hubiera llegado a Carlos III.
La Sra. Connor necesita lecciones privadas de ubicatex para comprender el fenómeno Cuba porque desde el año 1959, todo, base y superestructura, cambió en Cuba y no precisamente hubo que esperar el concierto de Juanes y sus invitados.
La Plaza de la Revolución es un lugar histórico, no melodramático.El pueblo cubano no es atribulado, sino aguerrido. Sufre sí, los embates del embargo criminal y genocida, que tampoco ha podido doblegar la voluntad inquebrantable de nuestra estirpe.
Cuando se habla de canciones, conciertos y artistas, muchas veces se olvida con facilidad quiénes reciben la música, el espectáculo y aplauden a los intérpretes. El público es el pueblo que escucha, acepta o deniega. Es ese mismo pueblo que obstinadamente ha sobrepasado todas las barreras y trampas que los enemigos de la Revolución han intentado alzar contra el país y su gente, sin importar que los "oligarcas" como dice, no sean los que sufren sino que el dolor se multiplica entre el cubano de a pie, el que no parece importarle a mucha gente del exterior.
Mencionemos algunos ejemplos: pocas personas han levantado su voz para condenar el crimen de Barbados; pocas recuerdan el incendio del círculo infantil Le Van Tam repleto de niños inocentes; La Habana perdió El Encanto pero la incendiaria camina libremente por Miami; nadie recuerda el incendio del Amadeo, ni las privaciones, ni la escasez, ni el dengue.
Nadie se abrió paso frente a Estados Unidos para impedir que Cuba se quedara sin alimentos para su pueblo.
Nadie antepuso el altruismo al mercantilismo para comercializar con Cuba medicamentos.
Juanes cantó en La Habana a pocos metros del lugar donde Fidel reunió a los intelectuales a principio de la década de los sesenta y pronunció el manifiesto ideológico del sistema revolucionario: Con la Revolución todo...
Que se hable o cante en el civismo de nuestra revolucionaria plaza de libertad, isla en el centro del mar, a nadie atemoriza ni hará tambalear a nadie. Esas palabras pertenecen al pueblo. Porque en Cuba no se discrimina, no se segrega, no se menosprecia por sexo ni raza ni procedencia. En Cuba todos tienen las mismas oportunidades y comparten las mismas carencias.
En Cuba, a pesar de la aguda adversidad, el cubano continúa con su caudal de alegría y esperanza.
Sra. Connor, el nombre Plaza Cívica es una reminiscencia imperdonable, que nos remonta a las Pascuas Sangrientas; como sería imperdonable que Ud. mencionara el Cuartel Moncada y olvidara de los cientos de escolares que han estudiado en las antiguas celdas.
Son tantas las verdades que "...se agolpan unas a otras..." y por eso apenas se destacan. Pero Sra Connor, la invito a caminar por La Habana, por Matanzas, Ciego de Ávila, ciudades de un país lleno de gente amistosa, cordial, ilustrada, que se encuentra al Sur de la Península de la Florida donde viven muchos cubanos sedientos de reconciliación.
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