Por NIKOLAS KOZLOFF
Los más importantes medios de comunicación, otra vez, dejaron caer la pelota en el aspecto clave de la historia que se está desarrollando en Honduras: la base aérea estadounidense en Soto Cano, conocida también como Palmerola. Antes del reciente golpe militar, el Presidente Zelaya declaró que él convertiría la base en aeropuerto civil, una acción a la que se opuso el ex embajador estadounidense. Además Zelaya trataba de llevar a cabo su proyecto con financiamiento venezolano.
Durante años antes del golpe, las autoridades Hondureñas habían discutido la posibilidad de convertir a Palmerola en instalaciones civiles. A los funcionarios les preocupaba que Toncontín, el aeropuerto internacional de Tegucigalpa, fuese demasiado pequeño e incapaz de dar servicio a grandes aeronaves comerciales. Una vieja instalación que data desde 1948, Toncontín tiene una pista corta y un primitivo equipo de navegación. La instalación está rodeada por colinas que la convierte en uno de los aeropuertos internacionales más peligrosos del mundo.
En contraste, Palmerola tiene la mejor pista del país con 8,550 pies de largo y 165 pies de ancho. El aeropuerto se construyó más recientemente a mediados de la década de los 80s del pasado siglo a un costo reportado de $ 30 millones y fue utilizado por los Estados Unidos para abastecer a los Contras durante la guerra por el poder en contra de los Sandinistas en Nicaragua al igual que realizaba operaciones de contra-insurgencia en El Salvador. Al clímax de la guerra de los Contras, los Estados Unidos tenían más de 5,000 soldados estacionados en Palmerola. Conocida como “el insumergible portaaviones” de los Contras, la base albergaba a los Boinas Verdes así como agentes de la CIA que asesoraban a los rebeldes nicaragüenses.
Más recientemente, de 500 a 600 tropas estadounidenses han estado a la orden en las instalaciones que sirven como base aérea hondureña así como centro de entrenamiento de vuelo. Con la salida de las bases estadounidenses de Panamá en 1999, Palmerola se convirtió en uno de los pocos campos aéreos útiles para los Estados Unidos en suelo Latinoamericano. La base se encuentra aproximadamente a 30 millas al norte de la capital Tegucigalpa. En 2006, parecía que Zelaya y la administración Bush se acercaban a un trato sobre el estado futuro de Palmerola. En junio de ese año, Zelaya voló a Washington a reunirse con el Presidente Bush y el hondureño solicitó que Palmerola fuese convertida en aeropuerto comercial. Se dice que Bush dijo que la idea era “totalmente razonable” y Zelaya declaró que se construiría una autopista de cuatro carriles desde Tegucigalpa hasta Palmerola con fondos estadounidenses.
A cambio de la ayuda de la Casa Blanca para las instalaciones de Palmerola, Zelaya ofreció a los Estados Unidos el acceso a unas nuevas instalaciones militares que se ubicarían en el área de Mosquitia a lo largo de la costa hondureña cerca de la frontera con Nicaragua. Se dice que Mosquitia servía como corredor para el movimiento de drogas del sur hacia el norte. Los carteles de la droga pasan por Mosquitia con su cargo en ruta desde Colombia, Perú y Bolivia.
Un área remota accesible sólo por aire, río y mar, Mosquita está llena de pantanos y selva. La región es ideal para los Estados Unidos ya que grandes cantidades de tropas pueden ser albergadas en la relativa oscuridad de la Mosquitia. La ubicación costera era la ideal para la cobertura naval y aérea consistente con la estrategia militar estadounidense designada para confrontar al crimen organizado, el tráfico de drogas y el terrorismo. Romeo Vázquez, jefe de la Junta del Estado Mayor Hondureño, remarcó que las fuerzas armadas necesitaban ejercer mayor presencia en Mosquitia porque el área estaba llena de “conflictos y problemas”.
Pero ¿Qué tipo de acceso tendrían los Estados Unidos en la Mosquitia? El Secretario de la Defensa de Honduras, Arístides Mejía, dijo que la Mosquitia no sería necesariamente una “base clásica con instalaciones permanentes, sino sólo cuando se necesitasen. Tratamos, si el Presidente Zelaya lo aprueba, de extender las operaciones conjuntas (con los Estados Unidos)”. Esa declaración, sin embargo, no fue aparentemente del gusto del futuro líder del golpe y egresado de la Escuela de las Américas Vázquez que ya había viajado a Washington para discutir los planes futuros para la Mosquitia. Contradiciendo a su propio colega, Vázquez dijo que la idea era “establecer una base militar permanente nuestra en la zona” que albergaría aeronaves y sistemas de abastecimiento de combustible. Los Estados Unidos, agregó Vázquez, ayudarían a construir pistas rudimentarias en el lugar.
Los acontecimientos en tierra, mientras tanto, pronto obligarían a los hondureños a tener un enfoque más agresivo sobre la seguridad aérea. En mayo de 2008, un terrible accidente ocurrió en el aeropuerto de Toncontín cuando un Airbus A320 de TACA se salió de la pista en su segundo intento de aterrizaje. Después de derribar árboles y estrellarse contra una cerca de metal, el fuselaje de la aeronave se rompió en tres partes cerca de la pista. Tres personas resultaron muertas en el accidente y 65 resultaron heridas.
Al principio de la tragedia los funcionarios hondureños se vieron obligados, por fin, a bloquear el aterrizaje de los aviones en el peligroso Toncontín. Todos los grandes jets, dijeron los funcionarios, serían transferidos temporalmente hacia Palmerola. Al visitar la base aérea, el mismo Zelaya hizo la observación de que las autoridades crearían una nueva instalación civil en Palmerola en un término de sesenta días. Bush ya había convenido en permitir que Honduras construyese un aeropuerto civil en Palmerola, dijo Zelaya. “Hay testigos” agregó el Presidente.
Pero construir un nuevo aeropuerto se había convertido políticamente complicado. Las relaciones hondureñas-estadounidenses se habían deteriorado considerablemente desde la reunión de Zelaya en 2006 con Bush, y Zelaya había comenzado a cultivar lazos de amistad con Venezuela mientras que de manera simultánea criticaba la guerra contra el narcotráfico que encabezaban los Estados Unidos.El mismo embajador estadounidense de Bush, Charles Ford, dijo que mientras que diera la bienvenida al tráfico en Palmerola, los pasados acuerdos debían de respetarse. La base se usó más que nada para aviones de vigilancia del narcotráfico y Ford hizo la observación de que “El presidente puede ordenar el uso de Palmerola cuando quiera, pero deben seguirse ciertos acuerdos y protocolos”. “Es importante señalar que Toncontín está certificado por la Organización de Aviación Civil”, agregó Ford, esperando apaciguar las preocupaciones sobre la seguridad del aeropuerto. Es más, el diplomático declaró que había algunas aerolíneas que no verían a Palmerola como un destino “atractivo” para el aterrizaje. Ford no elaboraría o explicaría lo que sus observaciones significaban.
Echando leña al fuego, el Secretario de Estado Adjunto, John Negroponte, ex embajador estadounidense en Honduras, dijo que Honduras no podía transformar a Palmerola en aeropuerto civil “de un día para otro”. En Tegucigalpa, Negroponte se reunió con Zelaya para discutir sobre Palmerola. Hablando más tarde en la radio hondureña, el diplomático Estadounidense dijo que antes de que Zelaya se embarcase en sus planes para Palmerola, el aeropuerto tendría que recibir la certificación internacional para nuevos vuelos. Según la agencia noticiosa Española EFE, Negroponte también aprovechó su viaje a Tegucigalpa para sentarse y reunirse con el Presidente del Parlamento hondureño y futuro líder del golpe Roberto Micheletti (sin embargo, las reseñas noticiosas no dieron cuenta de qué fue de lo que hablaron).
No es necesario decir que la visita de Negroponte a Honduras fue ampliamente repudiada por los activistas progresistas y de derechos humanos que etiquetaron a Negroponte de “asesino” y lo acusaron de ser responsable de las desapariciones forzadas durante su desempeño como embajador (1981-1985). Más aún, la actitud condescendiente de Ford y Negroponte irritó a los trabajadores sindicados, grupos indígenas y campesinos que exigían que Honduras reclamase su soberanía nacional sobre Palmerola. “Es necesario recuperar Palmerola porque es inaceptable que la mejor pista aérea en América Central continúe en manos del ejército estadounidense” dijo Carlos Reyes, líder del Bloque Popular que incluía a varias organizaciones políticamente progresistas. “La Guerra Fría ya terminó y ya no hay pretextos para continuar con la presencia militar en la región”, agregó. El activista remarcó que el gobierno no debería contemplar intercambiar Mosquitia por Palmerola pues esto sería una afrenta al orgullo hondureño.
Durante el año siguiente Zelaya buscó convertir Palmerola en aeropuerto civil pero los planes languidecían cuando el gobierno era incapaz de atraer inversionistas internacionales. Finalmente, en 2009, Zelaya anunció que las fuerzas armadas hondureñas emprenderían la construcción. Para pagar el nuevo proyecto el Presidente dependería de fondos provenientes del ALBA y Petrocaribe, dos convenios comerciales recíprocos presentados por el líder venezolano Hugo Chávez. Era de predecir que la derecha hondureña saltaría sobre Zelaya por utilizar fondos venezolanos. Amílcar Bulnes, Presidente de la Asociación Hondureña de Negocios (conocida como COHEP) dijo que los fondos de Petrocaribe no se usarían para el aeropuerto sino más bien para otras necesidades no especificadas.Un par de semanas después de que Zelaya anunciara que las fuerzas armadas procederían con la construcción en Palmerola, el ejército se rebeló. Encabezado por Romeo Vázquez, el ejército derrocó a Zelaya y lo deportó del país. La víspera del golpe los activistas de paz de los Estados Unidos visitaron Palmerola y se sorprendieron al encontrarse con que la base estaba ocupada y volaban helicópteros por todo alrededor. Cuando los activistas les preguntaron a los funcionarios estadounidenses si algo había cambiado en términos de la relación EE.UU-Honduras, se les dijo “No, nada”.La élite hondureña y la clase dirigente de la extrema derecha en la política exterior estadounidense tenían muchas razones para menospreciar a Manuel Zelaya como lo he comentado en artículos anteriores. La controversia sobre la base aérea de Palmerola, no obstante, ciertamente les dio más municiones.Nicolás Kozloff, autor del libro “¡Revolución! Sudamérica y el Surgimiento de la Nueva Izquierda (Palgrave-MacMillan, 2008)
Traducido por: Sergio Alejandro
Los más importantes medios de comunicación, otra vez, dejaron caer la pelota en el aspecto clave de la historia que se está desarrollando en Honduras: la base aérea estadounidense en Soto Cano, conocida también como Palmerola. Antes del reciente golpe militar, el Presidente Zelaya declaró que él convertiría la base en aeropuerto civil, una acción a la que se opuso el ex embajador estadounidense. Además Zelaya trataba de llevar a cabo su proyecto con financiamiento venezolano.
Durante años antes del golpe, las autoridades Hondureñas habían discutido la posibilidad de convertir a Palmerola en instalaciones civiles. A los funcionarios les preocupaba que Toncontín, el aeropuerto internacional de Tegucigalpa, fuese demasiado pequeño e incapaz de dar servicio a grandes aeronaves comerciales. Una vieja instalación que data desde 1948, Toncontín tiene una pista corta y un primitivo equipo de navegación. La instalación está rodeada por colinas que la convierte en uno de los aeropuertos internacionales más peligrosos del mundo.
En contraste, Palmerola tiene la mejor pista del país con 8,550 pies de largo y 165 pies de ancho. El aeropuerto se construyó más recientemente a mediados de la década de los 80s del pasado siglo a un costo reportado de $ 30 millones y fue utilizado por los Estados Unidos para abastecer a los Contras durante la guerra por el poder en contra de los Sandinistas en Nicaragua al igual que realizaba operaciones de contra-insurgencia en El Salvador. Al clímax de la guerra de los Contras, los Estados Unidos tenían más de 5,000 soldados estacionados en Palmerola. Conocida como “el insumergible portaaviones” de los Contras, la base albergaba a los Boinas Verdes así como agentes de la CIA que asesoraban a los rebeldes nicaragüenses.
Más recientemente, de 500 a 600 tropas estadounidenses han estado a la orden en las instalaciones que sirven como base aérea hondureña así como centro de entrenamiento de vuelo. Con la salida de las bases estadounidenses de Panamá en 1999, Palmerola se convirtió en uno de los pocos campos aéreos útiles para los Estados Unidos en suelo Latinoamericano. La base se encuentra aproximadamente a 30 millas al norte de la capital Tegucigalpa. En 2006, parecía que Zelaya y la administración Bush se acercaban a un trato sobre el estado futuro de Palmerola. En junio de ese año, Zelaya voló a Washington a reunirse con el Presidente Bush y el hondureño solicitó que Palmerola fuese convertida en aeropuerto comercial. Se dice que Bush dijo que la idea era “totalmente razonable” y Zelaya declaró que se construiría una autopista de cuatro carriles desde Tegucigalpa hasta Palmerola con fondos estadounidenses.
A cambio de la ayuda de la Casa Blanca para las instalaciones de Palmerola, Zelaya ofreció a los Estados Unidos el acceso a unas nuevas instalaciones militares que se ubicarían en el área de Mosquitia a lo largo de la costa hondureña cerca de la frontera con Nicaragua. Se dice que Mosquitia servía como corredor para el movimiento de drogas del sur hacia el norte. Los carteles de la droga pasan por Mosquitia con su cargo en ruta desde Colombia, Perú y Bolivia.
Un área remota accesible sólo por aire, río y mar, Mosquita está llena de pantanos y selva. La región es ideal para los Estados Unidos ya que grandes cantidades de tropas pueden ser albergadas en la relativa oscuridad de la Mosquitia. La ubicación costera era la ideal para la cobertura naval y aérea consistente con la estrategia militar estadounidense designada para confrontar al crimen organizado, el tráfico de drogas y el terrorismo. Romeo Vázquez, jefe de la Junta del Estado Mayor Hondureño, remarcó que las fuerzas armadas necesitaban ejercer mayor presencia en Mosquitia porque el área estaba llena de “conflictos y problemas”.
Pero ¿Qué tipo de acceso tendrían los Estados Unidos en la Mosquitia? El Secretario de la Defensa de Honduras, Arístides Mejía, dijo que la Mosquitia no sería necesariamente una “base clásica con instalaciones permanentes, sino sólo cuando se necesitasen. Tratamos, si el Presidente Zelaya lo aprueba, de extender las operaciones conjuntas (con los Estados Unidos)”. Esa declaración, sin embargo, no fue aparentemente del gusto del futuro líder del golpe y egresado de la Escuela de las Américas Vázquez que ya había viajado a Washington para discutir los planes futuros para la Mosquitia. Contradiciendo a su propio colega, Vázquez dijo que la idea era “establecer una base militar permanente nuestra en la zona” que albergaría aeronaves y sistemas de abastecimiento de combustible. Los Estados Unidos, agregó Vázquez, ayudarían a construir pistas rudimentarias en el lugar.
Los acontecimientos en tierra, mientras tanto, pronto obligarían a los hondureños a tener un enfoque más agresivo sobre la seguridad aérea. En mayo de 2008, un terrible accidente ocurrió en el aeropuerto de Toncontín cuando un Airbus A320 de TACA se salió de la pista en su segundo intento de aterrizaje. Después de derribar árboles y estrellarse contra una cerca de metal, el fuselaje de la aeronave se rompió en tres partes cerca de la pista. Tres personas resultaron muertas en el accidente y 65 resultaron heridas.
Al principio de la tragedia los funcionarios hondureños se vieron obligados, por fin, a bloquear el aterrizaje de los aviones en el peligroso Toncontín. Todos los grandes jets, dijeron los funcionarios, serían transferidos temporalmente hacia Palmerola. Al visitar la base aérea, el mismo Zelaya hizo la observación de que las autoridades crearían una nueva instalación civil en Palmerola en un término de sesenta días. Bush ya había convenido en permitir que Honduras construyese un aeropuerto civil en Palmerola, dijo Zelaya. “Hay testigos” agregó el Presidente.
Pero construir un nuevo aeropuerto se había convertido políticamente complicado. Las relaciones hondureñas-estadounidenses se habían deteriorado considerablemente desde la reunión de Zelaya en 2006 con Bush, y Zelaya había comenzado a cultivar lazos de amistad con Venezuela mientras que de manera simultánea criticaba la guerra contra el narcotráfico que encabezaban los Estados Unidos.El mismo embajador estadounidense de Bush, Charles Ford, dijo que mientras que diera la bienvenida al tráfico en Palmerola, los pasados acuerdos debían de respetarse. La base se usó más que nada para aviones de vigilancia del narcotráfico y Ford hizo la observación de que “El presidente puede ordenar el uso de Palmerola cuando quiera, pero deben seguirse ciertos acuerdos y protocolos”. “Es importante señalar que Toncontín está certificado por la Organización de Aviación Civil”, agregó Ford, esperando apaciguar las preocupaciones sobre la seguridad del aeropuerto. Es más, el diplomático declaró que había algunas aerolíneas que no verían a Palmerola como un destino “atractivo” para el aterrizaje. Ford no elaboraría o explicaría lo que sus observaciones significaban.
Echando leña al fuego, el Secretario de Estado Adjunto, John Negroponte, ex embajador estadounidense en Honduras, dijo que Honduras no podía transformar a Palmerola en aeropuerto civil “de un día para otro”. En Tegucigalpa, Negroponte se reunió con Zelaya para discutir sobre Palmerola. Hablando más tarde en la radio hondureña, el diplomático Estadounidense dijo que antes de que Zelaya se embarcase en sus planes para Palmerola, el aeropuerto tendría que recibir la certificación internacional para nuevos vuelos. Según la agencia noticiosa Española EFE, Negroponte también aprovechó su viaje a Tegucigalpa para sentarse y reunirse con el Presidente del Parlamento hondureño y futuro líder del golpe Roberto Micheletti (sin embargo, las reseñas noticiosas no dieron cuenta de qué fue de lo que hablaron).
No es necesario decir que la visita de Negroponte a Honduras fue ampliamente repudiada por los activistas progresistas y de derechos humanos que etiquetaron a Negroponte de “asesino” y lo acusaron de ser responsable de las desapariciones forzadas durante su desempeño como embajador (1981-1985). Más aún, la actitud condescendiente de Ford y Negroponte irritó a los trabajadores sindicados, grupos indígenas y campesinos que exigían que Honduras reclamase su soberanía nacional sobre Palmerola. “Es necesario recuperar Palmerola porque es inaceptable que la mejor pista aérea en América Central continúe en manos del ejército estadounidense” dijo Carlos Reyes, líder del Bloque Popular que incluía a varias organizaciones políticamente progresistas. “La Guerra Fría ya terminó y ya no hay pretextos para continuar con la presencia militar en la región”, agregó. El activista remarcó que el gobierno no debería contemplar intercambiar Mosquitia por Palmerola pues esto sería una afrenta al orgullo hondureño.
Durante el año siguiente Zelaya buscó convertir Palmerola en aeropuerto civil pero los planes languidecían cuando el gobierno era incapaz de atraer inversionistas internacionales. Finalmente, en 2009, Zelaya anunció que las fuerzas armadas hondureñas emprenderían la construcción. Para pagar el nuevo proyecto el Presidente dependería de fondos provenientes del ALBA y Petrocaribe, dos convenios comerciales recíprocos presentados por el líder venezolano Hugo Chávez. Era de predecir que la derecha hondureña saltaría sobre Zelaya por utilizar fondos venezolanos. Amílcar Bulnes, Presidente de la Asociación Hondureña de Negocios (conocida como COHEP) dijo que los fondos de Petrocaribe no se usarían para el aeropuerto sino más bien para otras necesidades no especificadas.Un par de semanas después de que Zelaya anunciara que las fuerzas armadas procederían con la construcción en Palmerola, el ejército se rebeló. Encabezado por Romeo Vázquez, el ejército derrocó a Zelaya y lo deportó del país. La víspera del golpe los activistas de paz de los Estados Unidos visitaron Palmerola y se sorprendieron al encontrarse con que la base estaba ocupada y volaban helicópteros por todo alrededor. Cuando los activistas les preguntaron a los funcionarios estadounidenses si algo había cambiado en términos de la relación EE.UU-Honduras, se les dijo “No, nada”.La élite hondureña y la clase dirigente de la extrema derecha en la política exterior estadounidense tenían muchas razones para menospreciar a Manuel Zelaya como lo he comentado en artículos anteriores. La controversia sobre la base aérea de Palmerola, no obstante, ciertamente les dio más municiones.Nicolás Kozloff, autor del libro “¡Revolución! Sudamérica y el Surgimiento de la Nueva Izquierda (Palgrave-MacMillan, 2008)
Traducido por: Sergio Alejandro
› Tomado de Counterpounch
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