Por El Habanero
Resulta realmente alarmante que el pueblo de los Estados Unidos, nación que se erige a si misma como baluarte de los derechos humanos, acepte de forma mayoritaria la idea de justificar la tortura como un método para conseguir información.
La tortura es un hecho repudiado internacionalmente desde hace muchos años. Los “potros” de tortura empleados en la edad media se han exhibido siempre como pruebas de los horripilantes métodos usados entonces, y como un recordatorio de lo que puede producir la degradación humana cuando se pierde el respeto por la vida y la integridad de las personas. Por si fueran pocas las razones morales que denigran a quien la practique, están las razones legales. La tortura está prohibida explícitamente en cuanto documento o acuerdo internacional existe sobre el tema. Quien lee estas líneas pudiera pensar que en el caso de los terroristas el empleo de “interrogatorios fuertes” (que es el término que se usa para suavizar a los oídos la palabra TORTURA) estaría justificado, porque se trata de la seguridad de vidas humanas y porque los terroristas están fuera de la ley. Vendrán además a su mente (sobre todo si se trata de un norteamericano) las imágenes inolvidables de los atentados del 11 de septiembre (del 2001, porque de los de 1973 casi nadie se acuerda), y surgirá el sentimiento de odio y de venganza contra quienes cometieron esos actos o el miedo a que puedan repetirse, y reafirmarían más aún la tesis de que hay que obtener la información necesaria para evitarlos mediante el empleo de CUALQUIER MÉTODO, lo que incluye el uso de la tortura.
La seguridad de las vidas humanas se puede garantizar sin recurrir al empleo de la tortura. Hasta hoy no se tiene claridad de quienes fueron los autores de los atentados del 11 de septiembre del 2001, pero se sabe que existía información de inteligencia sobre que algo se estaba cocinando, información que no se obtuvo (que se sepa) mediante la tortura. Simplemente los servicios de inteligencia norteamericanos hicieron caso omiso de esa información. Todavía no sabemos si ello obedeció a que, como sugieren algunas hipótesis (con las que concuerdo), los atentados del 11 de septiembre fueron preparados por algunos norteamericanos de la élite de poder (a fin de cuentas han sido los más beneficiados), o a que se recibieron órdenes de “arriba” de que no intervinieran y dejaran hacer, que para el caso es casi lo mismo.
La lucha contra el terrorismo se ganará el día en que se eliminen las causas que lo provocan y en que se combata y condene a TODOS los terroristas. Las causas van desde las condiciones que existen en determinados países que son caldo de cultivo para el desarrollo de este fenómeno hasta el ejercicio del terrorismo de estado. La expresión de TODOS LOS TERRORISTAS elimina por si misma la clasificación de terroristas buenos y terroristas malos, la cual se hace en función de los intereses que beneficia el ejercicio del terrorismo, e incluye en ellas a gobiernos como el de Israel, que practica el terrorismo sistemáticamente contra el pueblo palestino, y al de los Estado Unidos, que lo apoya en esta práctica, además de brindar refugio a terroristas connotados y confesos de la talla de Bosch y Posada. Pienso que la única frase inteligente que pronunció G.W.Bush fue “Si usted alberga a un terrorista, si usted apoya a un terrorista, si usted alimenta a un terrorista, usted es tan culpable como los terroristas” (26 de agosto del 2003), algo así como la traducción de que “tiene tanta culpa el que mata la vaca como el que le aguanta la pata”.
Cuba es un ejemplo de que el terrorismo se puede combatir sin el uso de la tortura. No existe país en el mundo que haya tenido que defenderse durante tanto tiempo del terrorismo, y sin embargo no se ha recurrido a la tortura. La gente bromea con los cuentos de una mona que da galletas y un cocodrilo sin dientes que supuestamente se usan para atemorizar a los interrogados por la Seguridad del Estado, o han llegado a bautizar a la unidad de procesamiento penal de 100 y Aldabó como “Todo el mundo canta” (nombre de un programa televisivo de hace unos años), en alusión a que los interrogados allí lo sueltan todo, pero lo cierto es que NADIE ha podido probar que se haya torturado a alguien en Cuba desde 1959, y muchísimo menos que la tortura se haya utilizado de forma metódica y sistemática.
La lucha de Cuba contra el terrorismo se ha basado fundamentalmente en la penetración de las organizaciones terroristas, método mucho más efectivo y ético, aunque también mucho más arriesgado. Gracias a ello se han salvado miles (por no decir millones) de vidas humanas, tanto de cubanos como de extranjeros. La información obtenida por esos métodos por el estado cubano ha sido compartida con las agencias de inteligencia de otros países, incluido principalmente los Estados Unidos, a quienes se les ha suministrado información en muchas ocasiones sobre actividades de grupos terroristas que operan en su territorio y que, en lugar de utilizarse para detener esas actividades y juzgar a sus autores, ha sido utilizada por el FBI para descubrir a los agentes encargados de obtenerla, como en el caso de los CINCO.
La tortura no está justificada contra nadie, ni personas ni animales, ni incluso contra terroristas (que en muchos casos sólo son “presuntos” terroristas, estatus que en virtud de la ley de seguridad nacional de Estados Unidos se le puede aplicar a casi cualquier persona). No dejará nunca de ser un acto degradante de la condición humana, aunque se utilice para los fines que sea. Es en esencia otra forma más de terrorismo.
El odio sólo genera odio, el terrorismo sólo genera terrorismo.
Resulta realmente alarmante que el pueblo de los Estados Unidos, nación que se erige a si misma como baluarte de los derechos humanos, acepte de forma mayoritaria la idea de justificar la tortura como un método para conseguir información.
La tortura es un hecho repudiado internacionalmente desde hace muchos años. Los “potros” de tortura empleados en la edad media se han exhibido siempre como pruebas de los horripilantes métodos usados entonces, y como un recordatorio de lo que puede producir la degradación humana cuando se pierde el respeto por la vida y la integridad de las personas. Por si fueran pocas las razones morales que denigran a quien la practique, están las razones legales. La tortura está prohibida explícitamente en cuanto documento o acuerdo internacional existe sobre el tema. Quien lee estas líneas pudiera pensar que en el caso de los terroristas el empleo de “interrogatorios fuertes” (que es el término que se usa para suavizar a los oídos la palabra TORTURA) estaría justificado, porque se trata de la seguridad de vidas humanas y porque los terroristas están fuera de la ley. Vendrán además a su mente (sobre todo si se trata de un norteamericano) las imágenes inolvidables de los atentados del 11 de septiembre (del 2001, porque de los de 1973 casi nadie se acuerda), y surgirá el sentimiento de odio y de venganza contra quienes cometieron esos actos o el miedo a que puedan repetirse, y reafirmarían más aún la tesis de que hay que obtener la información necesaria para evitarlos mediante el empleo de CUALQUIER MÉTODO, lo que incluye el uso de la tortura.
La seguridad de las vidas humanas se puede garantizar sin recurrir al empleo de la tortura. Hasta hoy no se tiene claridad de quienes fueron los autores de los atentados del 11 de septiembre del 2001, pero se sabe que existía información de inteligencia sobre que algo se estaba cocinando, información que no se obtuvo (que se sepa) mediante la tortura. Simplemente los servicios de inteligencia norteamericanos hicieron caso omiso de esa información. Todavía no sabemos si ello obedeció a que, como sugieren algunas hipótesis (con las que concuerdo), los atentados del 11 de septiembre fueron preparados por algunos norteamericanos de la élite de poder (a fin de cuentas han sido los más beneficiados), o a que se recibieron órdenes de “arriba” de que no intervinieran y dejaran hacer, que para el caso es casi lo mismo.
La lucha contra el terrorismo se ganará el día en que se eliminen las causas que lo provocan y en que se combata y condene a TODOS los terroristas. Las causas van desde las condiciones que existen en determinados países que son caldo de cultivo para el desarrollo de este fenómeno hasta el ejercicio del terrorismo de estado. La expresión de TODOS LOS TERRORISTAS elimina por si misma la clasificación de terroristas buenos y terroristas malos, la cual se hace en función de los intereses que beneficia el ejercicio del terrorismo, e incluye en ellas a gobiernos como el de Israel, que practica el terrorismo sistemáticamente contra el pueblo palestino, y al de los Estado Unidos, que lo apoya en esta práctica, además de brindar refugio a terroristas connotados y confesos de la talla de Bosch y Posada. Pienso que la única frase inteligente que pronunció G.W.Bush fue “Si usted alberga a un terrorista, si usted apoya a un terrorista, si usted alimenta a un terrorista, usted es tan culpable como los terroristas” (26 de agosto del 2003), algo así como la traducción de que “tiene tanta culpa el que mata la vaca como el que le aguanta la pata”.
Cuba es un ejemplo de que el terrorismo se puede combatir sin el uso de la tortura. No existe país en el mundo que haya tenido que defenderse durante tanto tiempo del terrorismo, y sin embargo no se ha recurrido a la tortura. La gente bromea con los cuentos de una mona que da galletas y un cocodrilo sin dientes que supuestamente se usan para atemorizar a los interrogados por la Seguridad del Estado, o han llegado a bautizar a la unidad de procesamiento penal de 100 y Aldabó como “Todo el mundo canta” (nombre de un programa televisivo de hace unos años), en alusión a que los interrogados allí lo sueltan todo, pero lo cierto es que NADIE ha podido probar que se haya torturado a alguien en Cuba desde 1959, y muchísimo menos que la tortura se haya utilizado de forma metódica y sistemática.
La lucha de Cuba contra el terrorismo se ha basado fundamentalmente en la penetración de las organizaciones terroristas, método mucho más efectivo y ético, aunque también mucho más arriesgado. Gracias a ello se han salvado miles (por no decir millones) de vidas humanas, tanto de cubanos como de extranjeros. La información obtenida por esos métodos por el estado cubano ha sido compartida con las agencias de inteligencia de otros países, incluido principalmente los Estados Unidos, a quienes se les ha suministrado información en muchas ocasiones sobre actividades de grupos terroristas que operan en su territorio y que, en lugar de utilizarse para detener esas actividades y juzgar a sus autores, ha sido utilizada por el FBI para descubrir a los agentes encargados de obtenerla, como en el caso de los CINCO.
La tortura no está justificada contra nadie, ni personas ni animales, ni incluso contra terroristas (que en muchos casos sólo son “presuntos” terroristas, estatus que en virtud de la ley de seguridad nacional de Estados Unidos se le puede aplicar a casi cualquier persona). No dejará nunca de ser un acto degradante de la condición humana, aunque se utilice para los fines que sea. Es en esencia otra forma más de terrorismo.
El odio sólo genera odio, el terrorismo sólo genera terrorismo.
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