La imagen de un líder exitoso sufriendo sus primeros tropezones importantes nunca es agradable. Obama retiene intactas no sólo su popularidad y su oratoria, sino también las ideas básicas con las que llegó al gobierno. Con la crisis económica en primer plano, la política exterior y la lucha contra el terrorismo son sin embargo un espacio en el que su legitimidad puede crecer o erosionarse más rápidamente que el crecimiento del PBI.
Sus últimos discursos sobre seguridad nacional muestran la ambivalencia de una política que debe atender varios objetivos a la vez, objetivos que están mucho más en tensión que en armonía.Obama debe demostrar que su política implica un nuevo compromiso de Estados Unidos del lado de los derechos humanos y al mismo tiempo es una estrategia efectiva para evitar un atentado terrorista. En términos de políticas públicas, debe poner fin a la tortura y condenar a quienes la avalaron o implementaron, y restituir el estado de derecho para los detenidos, pero de forma tal de constituir un punto fuerte y no una flaqueza de su política de seguridad. La noción de que la seguridad nacional se resuelve al margen de los valores políticos y en “el lado oscuro” de la política, como lo definió Cheney en 2002, es, justamente, la arena movediza en la que Obama parece haber entrado.› Leer Más
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