LA HABANA, 18 Mayo 2009 (AFP) - Escritores, artistas, instituciones culturales y admiradores en Cuba lloran este lunes la muerte del poeta uruguayo Mario Benedetti, quien vivió en la isla exiliado y a quien recuerdan como un amigo de la revolución cubana.
"Acaba de morir el entrañable Mario Benedetti. La noticia nos deja consternados", destacó un comunicado Casa de las Américas, que el martes le rendirá homenaje póstumo, presidido por su presidente, Roberto Fernández Retamar.
Benedetti, quien falleció el domingo a los 88 años, "no fue sólo un gran escritor y un amigo solidario; fue un infatigable trabajador de la Casa", dijo la prestigiosa institución cultural, donde el escritor uruguayo fundó el Centro de Investigaciones Literarias en 1967.
El presidente de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), el novelista Miguel Barnet, lamentó la muerte como una "pérdida muy grande" para la comunidad intelectual de la isla "pues era casi un cubano".
"Vivió aquí varios años en etapas difíciles y fue un incondicional amigo de Cuba, para nosotros era un cubano más", declaró Barnet a la AFP.
Casa de las Américas destacó también que "por su apoyo a Cuba" Benedetti "fue acosado, sin que cejara un momento su apoyo a una Revolución que consideraba propia".
"Sus convicciones lo arrojaron al exilio y a defender sus ideas, que eran también nuestras, en cuanto foro estuvo presente. Sus decenas de libros integran una de las obras más leídas de la literatura latinoamericana de la segunda mitad del siglo XX", agregó.
"Benedetti es un ser múltiple, ligado a nosotros en todos los aspectos, su talento mayor, su encanto personal, su fidelidad y amor por Cuba. Fue muy fiel a sí mismo defendiendo sus ideales. Su obra universalmente reconocida, perdurará para siempre", dijo a la AFP el poeta Pablo Armando Fernández.
Bajo el título "las letras lloran: ha muerto Benedetti", el diario oficial Granma le rindió homenaje en su página cultural.
Benedetti vivió en Cuba entre 1967 y 1968, varias veces fue jurado del concurso literario de Casa de las Américas, también miembro de su Consejo de Dirección y fundó y dirigió el Departamento de Literatura Latinoamericana.
En 1976 volvió pero como exiliado y se reincorporó al Consejo de Dirección de Casa de las Américas. Residió en La Habana hasta 1980, cuando se trasladó a España.
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