¿Permitirá EE. UU. un éxodo de viajeros estadounidenses hacia Cuba?
Como parte de la guerra mediática contra Cuba la mención de un posible “éxodo” desde Cuba hacia Estados Unidos suele ser un tema recurrente. No importa cuáles sean las condiciones económicas y sociales de la isla, y ni los augurios de cambios de la política norteamericana, el fantasma del “éxodo” es de todas formas empuñado por algunos medios como una suerte de espada de Damocles.
Cuba no podrá o sí podrá contener el éxodo, vaticinan unos y otros informes de las agencias de seguridad, centros de estudios y demás grupos encargados de fabricar la propaganda anticubana.
Pero en realidad no importa si Cuba puede o no puede contener el “éxodo”, de los cubanos, de hecho, es de quien menos depende. Lo que más importa es repetir la palabra de marras una y otra vez y asociarla a la idea de que el mismo representa una amenaza para la seguridad nacional norteamericana.
Si tanto le preocupa un presunto éxodo a Estados Unidos en sus manos, más que en las de nadie, está el evitarlo. La mejor manera de hacerlo es dejar de alentarlo.
Para evitar ese presunto fantasma primero que nada el gobierno de Washington debe echar abajo el muro del bloqueo económico contra Cuba, diseñado desde su surgimiento, para empeorar las condiciones de vida del pueblo cubano.
Cesar la guerra subversiva en el campo de la propaganda que alienta a la deserción y el desorden.
Cumplir al pie de la letra los tratados migratorios y dejar sin efecto la ley de Ajuste Cubano que privilegia el acceso a Estados Unidos a aquellos cubanos que, luego de tirarse al mar a riesgo de sus propias vidas, logran pisar las costas norteamericanas.
El inmovilismo estadounidense ante esos temas se vuelve una paradoja. ¿En realidad Estados Unidos teme o alienta el llamado éxodo?
Lo cierto es que en nada se corresponde lo que dice la comunidad de inteligencia con lo que hace.
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