viernes, 19 de marzo de 2010

Gracias por la campaña


Por Carlos Fremez

Desde hace varios días vemos una de las más intensas ofensivas reaccionarias desatadas contra la revolución cubana en los últimos años. Puede uno imaginar las rabiosas jornadas de los estrategas de los salones virginianos de Langley en los Estados Unidos, donde radica la sede central de la CIA.
Sus locales encendidos hasta altas horas de la noche, preparando documentos y recomendaciones, las maniobras y alternancias con los usos horarios para programar frecuentes llamadas a los “representantes diplomáticos” de las estaciones de esa agencia en Madrid y otros países europeos, sus convocatorias a directores de diarios, periodistas, parlamentarios y políticos. Casi se pueden escuchar los sonidos de las transacciones financieras y el dinero fluyendo en grandes cantidades hasta sus destinatarios. Un artículo de fondo 1000 euros, 5000 por una declaración de condena de un político contratado, 10 mil si se promueve una nueva “iniciativa parlamentaria” de condena a la isla bastión,
Dentro de Cuba, los mercenarios cubanos afilándose los dientes para la mesada de marzo, hay aumento de salario este mes. Los envíos de dinero desde Miami y España van a aumentar. Cada dama de blanco 25 dólares, las que invitan de provincias 15 por participar en la “protesta”, los jefes 100 ó 150. Y todo eso porque la mayoría del fondo sigue varado en Florida, donde mimetizados terroristas se rasgan las vestiduras por la muerte del delincuente devenido disidente que no quería celda sino cuarto de hotel. Desconocidos allí por la mayoría y despreciados por los que los conocen, se mantienen apostando a la traición de un neoanexionismo sin referente de metrópoli. “que nos domine cualquiera, pero que nos dominen ya, ¡ah, y que nos paguen! ”.
También en la isla, los diplomáticos norteamericanos y europeos están abrumados por las llamadas hacia y desde Washington o del viejo continente. Un río de instrucciones, convocatorias a los mercenarios a reuniones en la Sección de Intereses de Estados Unidos o la embajada española y las consabidas instrucciones: “hace falta marchar por aquí”, “mañana habrá conferencia de prensa y tienen que dar tales o más cuales mensajes, provoquen a los policías cubanos para que los detengan, eso es lo que hace falta, que no falten fotos y caras angustiadas, ah y bastantes gritos ”.
La prensa extranjera acreditada en La Habana, debatiéndose otra vez entre la verdad y las órdenes de las casas matrices. Pobrecitos, si en algo se puede coincidir siempre con ellos es sobre lo difícil que es trabajar en Cuba, suspendidos en la crisis casi existencial de reportar falsedades en una realidad que agobia su perspectiva. Lo único que los compensa es el extra que deben cobrar por trabajar en la isla en esas condiciones, solo por aquello del daño sicológico.
En esa imaginaria tormenta, el pueblo cubano, marchando adelante, al encuentro cotidiano de sus propias soluciones. Ferias gigantescas de lectura, reajustes económicos de su agricultura, industriales a la final con Villa Clara en una campaña beisbolera que estremece estadios y hogares.
Los cubanos vivimos una renovada sabiduría de saber cuál es el sistema de democracia que nos conviene, hasta los más humildes y poco preparados sostienen tenazmente una extraña intuición de que no hay nada como su socialismo.
Somos los más críticos de nuestro propio sistema, pero lo hacemos con la pasión del que quiere lo mejor para sus hijos. Y también vale aquello de que ¡a mi muchacho no me lo toquen!.
Conscientes de que este mundo está enloqueciendo y que se puede ir al carajo, sabemos que esta tierra y su proyecto es la única alternativa que puede salvar realmente a nuestra especie.
Sobre esta maniobra de virulentos ataques, con seguridad discutimos en los parques, en los centros laborales, en los ómnibus, entre el ruido del dominó o bajo el chasquido de las tijeras de barbero. Los matices pueden ir más allá o más acá, pero con certeza se coincide en algo. Esto es más de lo mismo.
Adaptados a más de medio siglo de agresiones y ataques que les causaron miles de muertos, nadie en Cuba cree el cuento de la democracia en Estados Unidos o Europa. Desilusionados con el chasco que ha resultado Obama, renuevan esfuerzos hacia su país y hacia el mundo. Nadie ha ayudado más a Haití que Cuba y veremos dentro de uno o dos años cual es la historia.
Se cumplieron 50 años del primer programa de acción encubierta contra Cuba. Documentos desclasificados denuncian una y otra vez las agresiones yanquis contra la pequeña nación del Caribe. Dentro de 30 ó 40 años desclasificarán los documentos de los proyectos que aplican ahora, nuestros hijos y nietos conocerán que ese plan sigue vigente y asombrosamente con las mismas líneas principales, provocar un hambre y descontento tal en el pueblo mediante el bloqueo, que la gente no pueda resistir y se vuelque en las calles para derrocar la revolución. Solo algún que otro retoque allá para promover campañas por internet, pagar blogueros mediante premios y estimular a trasnochados mercenarios para que se crean con un futuro político en Cuba, al estilo de los estropeados disidentes de Europa oriental.
La ilusión de los analistas de Langley no puede suponer que en realidad lo que hay es que agradecerles la gigantesca maniobra por sus enseñanzas. Siguen ahondando la sabiduría del pueblo sobre quién es quién en cada sitio y dónde está su lugar, siguen afianzando su determinación de defender su obra con una convicción que se atomiza a la individualidad nacional individual, que incluye la preservación de un futuro seguro para sus descendientes. Siguen aislándose de Cuba y del mundo, mientras los verdaderos hermanos de este pueblo en el planeta crecen y se admiran por horas con su obra y su resistencia imbatible.
Pero sobre todo siguen desconociendo que la palabra Castro, además de encarnar el corte de la naturaleza masculina, que en este caso sería válido para los que se atrevan a agredir a esta Numancia moderna; quiere decir además: fortaleza, fortín, fuerte. Si se atreven que lo tomen.

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