lunes, 18 de marzo de 2019

La silenciada primicia de Telesur y la credibilidad de The New York Times


Por M. H. Lagarde


Como una sobrevaloración de la mítica "libertad de prensa" que todavía enfoca la política editorial de algunos medios informativos, podría calificarse la amplia repercusión del "descubrimiento", realizado por The New York Times, de que el incendio de un camión de ayuda humanitaria en la frontera venezolano-colombiana fue perpetrado por un opositor al gobierno de Maduro.

Lo interesante en este caso no es que el famoso diario estadounidense haya contribuido a desacreditar la brutal campaña mediática contra el país latinoamericano al confirmar la inocencia de los seguidores de Maduro, o revelado la manipulación de los videos hechos públicos por el gobierno de Colombia, o que parte de la carga de la supuesta ayuda estaba compuesta por utensilios para servir como armamento en las llamadas guarimbas.


La "revelación" que acaba de hacer de NYT fue realizada, pocas horas después de ocurridos los hechos el pasado 23 de febrero, por el Canal alternativo Telesur, sin que ningún gran medio la replicara.


Resulta paradójico que todavía sea The New York Times el que certifique qué es verdad y qué no, cuando, de acuerdo con los expertos en la ciencia de la comunicación, el origen de las fake news se debe, entre otras razones, al desprestigio de la credibilidad de la llamada gran prensa tradicional, a la cual pertenece The New York Times.


Por lo visto, en un mundo donde la postverdad y la desinformación, se han adueñado de las redes sociales, la "verdad" sigue siendo un componente de la mítica "libertad de prensa" que, como "el sueño americano" y otras consignas, todavía conforman el condicionado imaginario colonial.


Es la "libertad de prensa" de los poderosos que, al parecer, para algunos, solo existe y proviene de los grandes conglomerados de la información, los mismos que han fungido como instrumentos fundamentales en las campañas de propaganda desde los inicios mismos del imperialismo.


Como se sabe, las fake news, tan de moda hoy, no tienen nada de novedosas. El derroche de mentiras, entonces llamado periodismo amarillista, que antecedió a la guerra cubano-hispano-americana en 1898, la satanización del comunismo en la guerra fría, los silencios ante las matanzas durante la guerra de Vietnam o la aceptación de las mentiras de Collin Powell en 2003 para justificar la invasión a Irak, son solo algunos ejemplos de las mentiras y censuras que conforman la "libertad de prensa".


A pesar de la "profunda investigación" sobre la identidad ideológica del pirómano, que ya había revelado mucho antes Telesur, no puede decirse que la política editorial The New York Times haya estado ajena a la campaña de fake news de que es víctima la Revolución Bolivariana en Estados Unidos.


Para recobrar su credibilidad, por lo menos en el caso de Venezuela, le faltaría, mejor que "investigar", amplificar la revelación de otras mentiras a las que algunos países, y ese paradigma de la "prensa seria" que es el propio The New York Times, todavía le dan crédito.


Un buen comienzo podría ser dejar al descubierto las costuras de títere del, según el Departamento de Estado, "presidente interino" de Venezuela, Juan Guaidó. Para cualquier investigación en este sentido el canal Telesur podría ser una excelente fuente.

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