Por M. H. Lagarde
La democracia que Yoani Sánchez quería para Cuba apenas si duró unas pocas horas. Tras ser recibida en Brasil con gritos de “traidora, agente de la CIA y Cubasí, yanquis no” a los que, curiosamente, llamó insultos, la bloguera cubana dijo que se alegraba de ello porque esa era la democracia que ella quería para Cuba.
“A la salida del aeropuerto, vi una demostración de democracia y pluralidad, porque había un grupo de personas que me desearon la bienvenida y otro grupo que se manifestó contra mi presencia. Esto me alegró porque pensé que un día, podremos hacer lo mismo en Cuba”, dijo.
Pero la alegría le duró bien poco. Al día siguiente, cuando la bloguera, con su nuevo aire de vocera del Departamento de Estado, aseguró estar en contra del embargo (como buena agente yanqui no dice bloqueo- posición que por cierto comparten una buena cantidad de legisladores estadounidenses que no por ello desean nada bueno para la Revolución cubana), y sus detractores resultaron ser muchos más que sus fantasmales seguidores, la también filóloga, aunque mantuvo todo el tiempo en su rostro una forzada sonrisa, perdió el control de las palabras.
La única bloguera millonaria del mundo -su fortuna a golpes de injustificados premios equivale a 7.812.500 de pesos cubanos-, además de mentir descaradamente y asegurar que en su plato no había tomates, de pronto, y muy a tono con el último peligro que amenaza al país que le paga, transformó a los demócratas del día anterior nada menos que en “terroristas”.
“Los gritos, los insultos, fue como si hubiesen sido orquestados por terroristas”, dijo Sánchez, a El Nuevo Herald, el periódico de la mafia anticubana de Miami. “Soy una persona pacífica, trabajo con el verbo, con el habla, no tenía por qué haber tanta agresividad”.
Como si en vez de verdades sus nuevos “agresores” la hubiesen atacado, como suelen hacer sus defensores y publicistas en Miami, con bombas en hoteles o asesinatos selectivos.
Para colmo la “inteligente” bloguera llamó además, a quienes rehusaron elogiar la burda trama con que justifica su “trabajo”, como “represores”. Algo que resulta bien llamativo si se considera que los organizadores de la gira brasileña de Sánchez solicitaron, tras los democráticos insultos de los “terroristas”, mayor seguridad policial para la “disidente”. Extraña paradoja. Yoani Sánchez debe ser la única “disidente” del mundo con protección policial ¿Será que en Brasil, los “terroristas”, como la autodenominada “diplomática popular” los llama, reprimen a los policías?¿O será que los miembros de Policía Federal y Militar brasileña son, en esa nación suramericana, los únicos seguidores con que cuenta la afamada bloguera?
La mercenaria cubana en realidad debería de ofenderse con quienes le han tomado su extensa cabellera y le han hecho creer que su multipremiado personaje de víctima arrogante podría resultar creíble en alguna parte.
Si lo que Yoani Sánchez quiere es que le aplaudan su decadente discurso contrarrevolucionario que ya tiene más de medio siglo, debería dejar de estafar a los “ingenuos” de la colecta en Internet que le paga los pasajes y limitar su gira mundial de 80 días a visitar el restaurante Versailles de Miami o las oficinas de Langley.
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