Por Yohandry Fontana
Yoani Sánchez es un proyecto contra Cuba ya agotado, y sus creadores
han intentado una manera para hacerlo resurgir, esta vez de la mano de
la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP). Se trata de una organización
vinculada a la Agencia Central de Inteligencia (CIA), entre cuyos
proyectos figura atacar a países que se oponen a los monopolios de la
información, como Cuba, Venezuela, Ecuador, Bolivia y Nicaragua, entre
otros.
La designación de Sánchez Cordero como vicepresidenta regional para
Cuba de la SIP no hace más que esclarecer, una vez más, los verdaderos
propósitos de Washington de posicionar dentro de la Isla una voz al
servicio imperial, que recibirá el apoyo de más de 1 300 medios de
comunicación.
Manipulación y desinformación, control absoluto de lo que se difunde,
guerra psicológica, dominio total de Internet y las redes sociales,
todo un entramado que la CIA materializa mediante sus organizaciones
pantallas, la SIP una de ellas, con amplia presencia en todo el mundo.
Los medios de comunicación son prioritarios para la Agencia Central
de Inteligencia. Sus primeros blancos después de creada fueron los
países de Europa con el objetivo de atacar a la antigua URSS. Para ello
capacitó a cientos de periodistas en una operación que estuvo a cargo
del ex director de la CIA Allen Dulles, en 1953.
Cientos de directores de medios europeos fueron convocados por Dulles
para que se unieran a las campañas antisoviéticas, sin menospreciar la
captación y formación de agentes colocados en las más altas esferas de
dirección de periódicos, televisoras y radios de la época. Su misión era
dirigir y asesorar las campañas mediáticas anticomunstas.
Pero Estados Unidos necesitaba de una entidad a modo de mega
corporación, que agrupara a gran parte de la prensa mundial y así,
tomándola como base de operaciones, ejercer un control mucho más amplio
de la información a difundir.
La SIP era precisamente lo que andaba buscando la CIA. Había surgido
como una organización panamericana en La Habana de 1943, luego de
aprobarse su creación en México, un año antes.
El complot pronto se puso en marcha. Tres años después, Jules Dubois y
Joshua Powers, oficiales de los servicios estadounidenses de
inteligencia se dieron cita en Quito, Ecuador, para “secuestrar” a la
SIP, con miras a convertirla en una filial de la CIA. Aprovechando una
reunión de esa Sociedad que allí tenía lugar, y a la que “causalmente”
asistía Tom Wallace, alto funcionario del Departamento de Estado,
maniobraron para que el próximo encuentro, en 1950, ocurriera en Nueva
York.
A partir de la reunión en esa ciudad, la SIP queda convertida en el gran monopolio de dueños de empresas periodísticas.
Los magnates de la gran prensa lograron apoderarse de la SIP. Desde
ese momento, su papel ha estado vinculado a apoyar golpes de estado,
conspiraciones, desacreditar gobiernos legítimos de la región, como el
de Hugo Chávez, Rafael Correa y Evo Morales. Tampoco puede olvidarse el
rol de esa organización en la primera campaña de desinformación contra
la naciente Revolución centrada en los juicios y condenas a los
criminales batistianos.
Y a la SIP llega ahora, de la mano de la CIA, Yoani Sánchez, la
bloguera proyanqui que hace unas horas protagonizara un escándalo
público, orientado por la Sección de Intereses de Estados Unidos en La
Habana.
El objetivo de la alharaca: presionar a la Casa Blanca para que
incremente y apoye acciones subversivas dentro de la Isla y poder así
difundir informaciones sobre una supuesta escalada represiva que
justificara el añorado sueño de invadir a Cuba.
Claudio Paolillo, presidente de la Comisión de Libertad de Prensa e
Información de la SIP, fue el encargado de proponer a la Sánchez Cordero
para la vicepresidencia de esa organización. Justo ayer declaró a la
prensa que la bloguera era “una enorme piedra en el zapato del régimen
cubano".
¿Podrá Yoani Sánchez resistir esa condición por mucho tiempo?
¿Llegará a percatarse de que es ella quien carga inútilmente con una
piedra gigantesca, cual contemporánea encarnación de Sísifo, condenado al eterno fracaso?
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