Por Edmundo García
El pasado viernes la edición online de la revista TIME publicó una
entrevista al ex pelotero de Grandes Ligas y actual manager de los Miami
Marlins, el venezolano Ozzie Guillén. Este fue muy claro al reconocer:
“I love Fidel Castro”, “I respect Fidel Castro”. Y para explicar esa
admiración agregó que mucha gente ha querido atentar contra su vida
durante 60 años, pero Fidel sigue en pie. La prensa sensacionalista y
doblegada de Miami, y los políticos, han usado esas declaraciones suyas
para levantar un escándalo y de paso tratar de conseguir visibilidad y
votos para las próximas elecciones. Lo que ha dicho Ozzie Guillén es por
demás algo que piensan de Fidel millones de personas en el mundo,
millones de personas en Estados Unidos y en el mismo Miami; donde
algunos quieren prohibir que se piense y opine diferente a ellos.
El comisionado Francis Suárez, que es el presidente de la Comisión de
Miami, ha pedido la renuncia de Ozzie Guillén como manager de los Miami
Marlins y ni siquiera ha considerado que hay anunciada una entrevista a
las 10 y media de la mañana; donde puedo adelantar que Guillén pedirá
perdón, doblegado por la gran presión recibida. Dijo el comisionado
Suárez que ya Guillén le tiene acostumbrado a esas cosas y que en el
2005 gritó “¡Viva Chávez!” cuando ganó el campeonato con los Chicago
White Sox. Suárez insiste en que no perdona, en que no le importa la
disculpa y que lo que quiere es la renuncia o despido de Ozzie Guillén,
aunque se retracte como en el 2005. El comisionado Joe Martínez,
presidente de la Comisión del Condado, no deja de aparecerse en cuanto
medio le quede por el camino para criticar a Guillén. También le ha
escrito una carta al equipo de Miami para que boten al manager; sin
importarle que se trata de su trabajo y de la fuente de sustento de su
familia. Joe Martínez, que se presentará a elecciones para la alcaldía
del condado, ha obligado con su demagogia al actual alcalde Carlos
Giménez, quien también se ha visto precisado a hacer una declaración
contra las afirmaciones de Ozzie Guillén. Y como nunca puede faltar en
la fiesta derechista, el ex Congresista Lincoln Díaz-Balart consideró
desde una ventanilla del Versailles a las declaraciones de Guillén como
una falta de respeto. Si no logran el despido de Guillén, los
extremistas han anunciado una campaña para que los aficionados no
asistan a los juegos del equipo; dudo que algo así fructifique, pero lo
refiero para que se vean todas las presiones que están haciendo para
castigar la opinión ofrecida a TIME por Ozzie Guillén.
Ha habido declaraciones más ridículas. Janisset Rivero, del llamado
Directorio Democrático Cubano, mandó a Guillén a que se fuera a vivir a
La Habana o Venezuela. Y el “cubanólogo” Hernán Llanes volvió a traer
por los pelos la analogía entre cubanos y judíos, pidiendo a Guillén que
afrontara la responsabilidad por haber opinado de una forma que a él no
le gusta. Para estas personas la libertad de expresión garantizada por
la primera enmienda de la Constitución de los Estados Unidos es relativa
y está subordinada a sus caprichos; no vale la libertad cuando se trata
de la manifestación de ideas que a ellos no les gustan; pero vale la
libertad para que ellos impongan sus criterios.
No me canso de repetir que este tipo de personas resulta muy dañino
para la vida política de un país. Es malo en Miami, ciudad a la que han
convertido en una república bananera; separada de los supuestos
estándares que rigen la vida civil de los Estados Unidos. Y más dañino
sería en una Cuba o una Venezuela como la que los derechistas proclaman,
donde practicarían un autoritarismo que tienen bien ensayado.
Pero la derecha de Miami no gana una. Se opone al viaje del Papa y se
da con todo éxito la visita a Cuba de Su Santidad. Se opone a la
presencia de Cuba en la Cumbre de las Américas y Cuba estará más que
presente en la reunión; como tema fundamental de los organizadores y los
mandatarios asistentes. Ahora se han agitado por las declaraciones de
Ozzie Guillén y lo han obligado a disculparse. Guillén se va a separar
del equipo para viajar a Miami desde Filadelfia y dar una explicación a
personas que son insaciables y van a querer siempre una disculpa más
grande, más humillante. Guillén ha dicho que viene porque “quiere salir
de eso ya”; comentó que sabe que “hirió sentimientos” de algunos, pero
aseguró que no iba a renunciar “porque no he cometido ningún crimen”.
Guillén se retractará de su declarada admiración por Fidel, hará
criticas a Cuba, lo que será una prueba más de la falta de libertad real
en la ciudad de Miami. Lo que yo creo es que las coacciones van a pesar
mucho y Guillén no optará por las llamas como Giordano Bruno sino que
transará como Galileo. Y también creo que como Galileo, una vez que
salga de la entrevista, murmurará por lo bajo: “Eppur si muove”. Sin
embargo, se mueve. O lo que es lo mismo: “Sin embargo, yo sigo
respetando a Fidel”, “I love Fidel”.
Los mismos de siempre, el grupo de rompediscos y aplanadores del
Versailles, ha convocado a una manifestación de autos para rechazar las
declaraciones de Guillén a la revista TIME. La propia empresa, los Miami
Marlins, ha emitido una declaración que no le deja muchas opciones,
tratando a Cuba como una dictadura. Condena muy paradójica, pues buena
parte de la clase política de Miami ha apoyado a Franco, a Pinochet, al
golpe de estado en Honduras y al golpe de estado frustrado en Venezuela.
Todo ello como parte de una visión histórica que les lleva a añorar el
regreso a lo peor de la Cuba de antes de 1959; la Cuba de gobiernos
entreguistas y plattistas. Porque lo que los retrógrados no acaban de
entender, lo que los resentidos de Miami no tienen el valor de
reconocer, es que Fidel es una figura de trascendencia en la era
moderna. Un referente de la época y de la nación cubana que con toda
seguridad les sobrevivirá a ellos y hasta a sus biznietos.
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