Ayer, de acuerdo con información divulgada por el gobierno de Afganistán, un soldado estadunidense asesinó a 16 habitantes de Kandahar. Según los datos disponibles, el militar incursionó en tres viviendas y, al parecer, disparó indiscriminadamente contra quienes se encontraban en ellas.
Este acto de barbarie ocurre en el contexto de la indignación que recorre a la población afgana por la quema de ejemplares del Corán por las tropas invasoras y por la reciente difusión de un video en el que puede verse a elementos del cuerpo de marines que orinan sobre los cadáveres de tres afganos abatidos.Aunque desde el primer momento el presidente estadunidense, Barack Obama, lamentó la masacre del domingo y la calificó de
incidente aislado, la barbarie de las tropas extranjeras en Afganistán obedece a una pauta de agresiones regulares y sistemáticas contra la población local. A los casos mencionados deben agregarse los frecuentes bombardeos aéreos perpetrados por aviones de la coalición occidental invasora sobre concentraciones de civiles no involucrados en el conflicto. Si a ello se agrega la información contenida en los 92 mil documentos sobre la guerra en Afganistán que dio a conocer Wikileaks en julio del año pasado (The War Logs), y que registran toda suerte de atrocidades perpetradas por los invasores entre 2004 y 2009, resulta difícil creer que la más reciente carnicería sea consecuencia de la acción excepcional de un soldado que
enloqueció.
Las documentadas prácticas criminales de Washington y sus aliados en la infortunada nación centroasiática son, por lo demás, consistentes con los manuales clásicos de contrainsurgencia elaborados por el Pentágono y coinciden con la barbarie estructural que caracteriza a los ejércitos colonialistas. De hecho, un modelo semejante de abusos y atropellos contra la población civil fue aplicado en Irak por los invasores estadunidenses.
equivocaciones,
excepcionese
incidentes aislados.
Tras la más reciente masacre de civiles afganos por un integrante de las tropas invasoras, resulta inocultable la urgencia de que el gobierno de Barack Obama ponga fin a la brevedad a la presencia militar de su país en la nación centroasiática, ofrezca una disculpa de Estado por la agresión iniciada en 2001 y emprenda un programa de indemnizaciones y compensaciones para las decenas de miles de víctimas civiles y sus familiares que las fuerzas occidentales han causado en Afganistán. De no hacerlo así, podría ocurrir que Washington estuviera plantando las semillas de un nuevo 11 de septiembre.
Editorial de La Jornada. Título orginal: Afganistán: barbarie estructurada
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