domingo, 4 de marzo de 2012

Estado de SATS en la mirilla

Por Jorge Ángel Hernández

Uno de los proyectos con que el habitual asedio injerencista estadounidense pretende justificar intervenciones militares en Cuba, Estado de SATS, ha celebrado un provocador y cínico encuentro este primero de marzo. Al estar presidido por el Jefe adjunto de la SINA, Charles Varklay, y al que asistieron además los diplomáticos Anna Bienkosz, Consejera Política-Económica, de la Embajada de Polonia, y Lars Gunnat, Consejero en tránsito de la Embajada de Suecia, revela su estrategia y se desmarca de las pretendidas intenciones culturales de su creación. Se trata de una maniobra de abierta proyección injerencista. El carácter ofensivo de la acción no da lugar otros calificativos, por más que prefiera evitar las retahílas de insultos con que se sazonan las divergencias políticas entre el proyecto revolucionario cubano, en transición socialista y con respaldo poblacional mayoritario, y el siempre fracasado intento de revertirlo desde fuera.
Su organizador visible, Antonio G. Rodiles, apenas unos días atrás asistió a uno de esos encuentros donde se debaten tácticas y estrategias subversivas y se asume el abierto carácter plattista de este tipo de acción, gráficamente documentado por el blog Cambios en Cuba. Entre quienes conforman el proyecto o asisten a sus convocatorias, y algún otro que voluntariosamente se le añada, completan una minoría no cuantificable ni siquiera en relación con una muestra poblacional de intelectuales y artistas en la propia provincia de La Habana, me atrevería a suponer, con poco margen de error, que ni siquiera en relación con uno de sus menos favorecidos municipios.
Nadie, por generoso que sea, puede considerarlos estadísticamente atendibles y, mucho menos, con capacidad de convencimiento y llamado cultural; tras su fachada, no ya para la representatividad legal que buscan asentar sino para la ilegal de subversión, apenas corre dinero. Ni cultura, ni política. Es, por supuesto, un lugar común estrictamente común para los despoblados grupos que se proclaman como disidentes. Sin embargo, y como se trata de una estrategia de Guerra Fría que prepara el terreno para legitimar ante la opinión pública internacional, con su infantería mediática, una invasión militar en Cuba, la Unión Europea le dedica también tiempo y recursos. El testimonio Enemigo, de Raúl Antonio Capote, ofrece detalles —reveladores, tremendos, dolorosos— acerca de las características del modus operandi del injerencismo en este mismo instante en Cuba.
Es más, a pesar de que se ha ido incrementando el intercambio cultural entre artistas e intelectuales de Cuba y los EEUU, a estos diplomáticos que echan por tierra con acciones semejantes el papel de la diplomacia, apenas les importan, y ni siquiera se dan por enterados, sino que centran su atención en que aquellas personas que, bajo salario, estén dispuestas a seguir sus estrategias. Como patrón, tales conductas responden más a acciones de agente secreto que a las de diplomáticos. Tal vez por eso, es decir, por su ignorancia cultural y sus insuficientes fuentes de información directa, no consiguen la más mínima incidencia en la población neófita cubana.
Durante la Feria del libro, me tomé el trabajo de mencionarle el proyecto Estado de SATS a unos diez o doce escritores, de los cuales solo el propio Capote pudo hablarme con conocimiento de causa. Ninguno de los otros tenía ni la más remota idea de que existiera. Recalco: ¡ni la más remota idea! Algunos incluso me observaron revelando la sospecha de lo que los estaba embromando. Sin embargo, como lo asegura un escritor al pie del comentario del blog La pupila insomne, son “muy conocidos en Europa”, supongo que en los círculos en los que se considera vencida la Revolución cubana y por los que solo se recicla el mismo patrón de juicio plattista, o el odio a lo que signifique Cuba, por extensión a sus propias frustraciones por no haber alcanzado suficientes “méritos” opositores.
Acciones como esta trabajan, no obstante, más allá del borde de lo legal, tanto respecto a la constitucionalidad nacional como en relación con las normas del derecho y la diplomacia internacionales. Hay, pues, una cínica impunidad de las potencias, económicas y mediáticas, que figuran la existencia de grupos como Estado de SATS, cuya presencia fuera apenas virtual, un espectáculo para emigrantes derrotados, o para usuarios mediáticos timados, si no remitiera en realidad a la nada virtual amenaza injerencista del plattismo. Ahí radica el porqué, a mi entender, no debe considerarse inofensivo y tolerar con pasiva indiferencia sus acciones de mal disimulada pantalla subversiva.

Tomado del Blog Ogún Guerrero

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