viernes, 18 de noviembre de 2011

A algunos en EE. UU. no les conviene la liberación de Alan Gross



Por M. H. Lagarde

La ultraderecha cubana, radicada en los EE.UU., no deja de aprovechar ninguna oportunidad para obstaculizar cualquier intento de mejorar las relaciones entre EEUU y la isla caribeña. Por el contrario, hace lo imposible para mantener un clima de tensión y enfrentamiento bilateral que les permita sacar amplios beneficios políticos y económicos de esta situación, como ha ocurrido en estos últimos 50 años. 
Ahora le tocó sufrir esta situación a la comunidad judía norteamericana, interesada en que se le dé solución humanitaria al caso del contratista norteamericano Alan Gross, detenido y condenado en Cuba a 15 años de privación de libertad por desarrollar acciones contra la seguridad y la integridad nacional de Cuba.
Durante la primera vigilia organizada por líderes de esta comunidad ante la misión diplomática cubana en Naciones Unidas para pedir liberación, bajo preceptos humanitarios de Gross, se evidenció la presencia de personajes de origen cubano. Algunos de ellos cuentan con una conocida trayectoria y vínculos con acciones violentas y terroristas contra Cuba. Imágenes y reportajes presentadas por diferentes medios de prensa de esa vigilia, mostraron “escabullidos” entre los participantes en esta vigilia a elementos como José A. Gutiérrez Solana, Secretario de la Unión de Expresos Políticos Cubanos de la Zona Norte, estrecho amigo del terrorista confeso Luis Posada Carriles y del Senador Bob Menendez, no se esconde para vanagloriarse de su participación en la colocación de bombas en tiendas, centros de recreación, y otros lugares públicos en Cuba sin relación alguna con objetivos e instalaciones militares. Solana, luego de emigrar a EEUU, ha colaborado en la organización y financiamiento de acciones violentas promovidas por Posada Carriles y otros conocidos terroristas que se autotitulan “luchadores por la libertad de Cuba”.
Llama la atención la presencia de estos terroristas dentro de una vigilia judía. Los líderes de dicha comunidad han reiterado en más de una oportunidad los fines eminentemente humanitarios de estas acciones y sus posiciones contra cualquier tipo de politización del tema. Sería de ilusos pensar que estos individuos están interesados en una  solución del caso de Alan Gross, la cual los privaría de uno de los argumentos que en estos momentos se usan para tratar de justificar el mantener el status quo en las relaciones bilaterales entre Cuba y EEUU.
Otro tanto sucede, en ese mismo sentido, con legisladores de origen cubano ante el Congreso de la Unión entre los que sobresalen la representante Ileana Ros y los senadores Marcos Rubio y  Robert Menendez, actuales protagonistas de presiones y amenazas contra el  Departamento de Estado y la Casa Blanca para impedir cualquier posible diálogo y negociación con Cuba que facilite una solución humanitaria a la situación de Gross.
En días recientes, el senador Marcos Rubio, conocido además como uno de los hijos pródigos del movimiento ultraconservador Tea Party, envió una carta a la Secretaria de Estado Hillary Clinton en la cual amenazaba con vetar la confirmación de Roberta Jacobson por parte del Senado como nueva jefa de la diplomacia estadounidense para América Latina, hasta tanto Clinton explique si ha habido negociaciones con La Habana sobre el tema del contratista, y que la Administración se comprometa públicamente a que no negociará ningún acuerdo para obtener su liberación.
Las absurdas presiones  de estos congresistas y senadores de la Florida y New Jersey, y la política hacia Cuba  que los mismos defienden, lejos de ayudar a encontrar soluciones dificultan y enrarecen más el clima que debe prevalecer para la búsqueda de una solución a este problema.

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