› El torturador de Texas se dedica ahora a promover ciberguerras que sirvan como preludio a invasiones de la OTAN |
Por M. H. Lagarde
Siguiendo la lógica del discurso imperial sobre la defensa de los derechos humanos en el mundo, hace rato que Obama debería haber convocado a la ONU, y a su brazo armado la OTAN, para bombardear el rancho de Bush en Texas.
Un reciente informe de Human Rights Watch (HRW), corrobora en 107 páginas, la propia confesión hecha por el expresidente en su autobiografia de que él autorizó las prácticas de ahogamientos simulados, el uso de las prisiones secretas de la CIA y el traslado ilegal de detenidos a países donde supuestamente eran torturados para conseguir obtener confesiones de presuntos terroristas.
Pero cualquiera medianamente informado sabe que tales acciones son solo la punta del iceberg de las felonías cometidas por este señor (y no vamos a hablar de su padre porque este post se volvería interminable). La más significativa de las "hazañas" de W fue sin dudas "la madre de todas mentiras", la guerra que inventó contra Irak que ha costado casi un millón de civiles muertos.
¿Entonces, por qué Obama no ha bombardeado todavía el rancho de los Bush en Texas?
¿Será que el actual presidente, Premio Nobel de la Paz, teme por los efectos que los daños colaterales de los bombardeos de OTAN pudieran causar en los rebaños bovinos de su predecesor? ¿Se imaginan al general Rasmussen, en las pantallas de las televisoras, lamentando y pidiendo disculpas por la muerte de una manada de terneros de Bush?
Sería realmente patético.
No obstante, Obama no debe quedarse de brazos cruzados. Lo menos que puede hacer para salvar la honra de Estados Unidos como defensor mundial de los derechos humanos, es enviar un equipo SEAL a Albania con instrucciones precisas de derribar la estatua que acaban de erigirle en ese país al torturador.
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