En junio de 1961, a escasos dos meses de la derrota de la invasión mercenaria en Playa Girón, entre la cúpula militar norteamericana y de sus servicios especiales existió la certeza de que el desquite por esa humillación a corto plazo pasaba por la invasión del ejército norteamericano a Cuba y el desarrollo previo de operaciones terroristas, apoyando con recursos y armamento a las centenares de redes contrarrevolucionarias y bandas de alzados.
Bajo esas circunstancias es poco probable que los jefes de la CIA, ocupados en sus pretensiones de “incendiar la Isla desde el cabo de San Antonio a la Punta de Maisí” pudieran entender en todo su alcance histórico, una reunión del dirigente Fidel Castro, no con jefes militares, sino con un grupo de intelectuales en el Biblioteca Nacional, para tratar el futuro de la política cultural cubana y aclarar dudas de algunos de los participantes sobre la posible aplicación del llamado realismo socialista.
Para el Ministro de Cultura Abel Prieto el encuentro que pasó a la historia como "Palabras a los intelectuales" fundó una política cultural única, ajena a todos los dogmas, a todo tipo de sectarismos.(…) Fidel convocó a todos para unirse en la gran cruzada de la cultura en Cuba. Los que peinaban canas, los más jóvenes, de todas las tendencias.(…) No había ningún tipo de contaminación con otras políticas culturales del llamado realismo socialista de aquellos países que se derrumbaron de manera poco gloriosa."
Pero en años posteriores, principalmente en la década de 1970 durante el llamado “quinquenio gris”, se produjeron interpretaciones erróneas en la aplicación de esos principios en instituciones culturales que conllevaron a exclusiones de creadores por supuestas debilidades ideológicas en sus obras o preferencias sexuales, entre otros motivos, todo lo cual empobreció el panorama cultural del país y afectó a artistas y escritores en su vida profesional y privada.› Leer Más
No hay comentarios:
Publicar un comentario