Ernesto Hernández Busto (izquierda) junto al hombre que facilitó que Posada Carriles entrara ilegalmente en Estados Unidos
Por Ernesto Pérez Castillo
Dime con quién andas… ese adagio popular, como toda verdad de la gente humilde, es algo que Ernesto Hernández Bushto olvida, y lo hace cada vez que publica en su blog las cantinfladas de Juan Carlos Castillón, como su reciente apología del terrorista prófugo y confeso Luís Posada Carriles, aparecida bajo el titulo “Bambi, absuelto”.
Castillón dice en su artículo: “A Bambi lo han absuelto. Para mí eso es una buena noticia”. Es una buena noticia, sobre todo, por los tantos y tantos nexos entre Castillón y Posada Carriles.
Entre otras barbaridades, Castillón, llega a decir: “Los franceses, para hablar de los legionarios que se convierten en ciudadanos al licenciarse, suelen decir que son franceses de sangre, no por la sangre recibida sino por la sangre derramada. Este es el caso. (…) Posada Carrilles ha sido soldado estadounidense en tiempo de guerra y eso le da derecho a estar en Estados Unidos”.
El asunto es que, hablando de Posada Carriles, la única sangre derramada de la que puede hablarse es la de 73 civiles a bordo de un vuelo de Cubana de Aviación que en 1976 Posada hizo estallar en pleno vuelo, o la del turista italiano Fabio Di Celmo, asesinado por la bomba que el terrorista salvadoreño Ernesto Cruz León puso en un hotel de La Habana, cumpliendo órdenes de Posada, o la sangre de los torturados en Caracas cuando Posada Carriles era el Comisario Basilio de la tenebrosa DISIP venezolana.
Resulta que ahora Castillón, para lavarse las manos, intenta engañar a los tontos y escribe sobre el terrorista: “No puedo aprobar en buena conciencia muchas de las cosas que ha hecho”. Tamaña hipocresía merece un monumento, pues un par de datos sobre el propio Juan Carlos Castillón bastan para bajarle los humos y refrescarle lo que con esa frase intenta ocultar.
Ante esa imagen de cincuentón buenazo que hoy intenta vender Castillón, es bueno recordar quién es en verdad ese amiguito de Hernández Bushto, que en alguno de sus libros reveló: “lamento confesar que nunca he matado a nadie, y lo siento porque parece una experiencia interesante”.
Pues sí, Juan Carlos Castillón, durante los años setenta, fue un activo militante de diferentes organizaciones de extrema derecha, como CEDADE (de donde lo expulsaron por asistir al entierro del dictador Franco), Fuerza Nueva (nuevamente expulsado, por su tendencia a la violencia callejera) y el Frente de la Juventud.
Según puede leerse todavía hoy en el diario español El País, en 1981 Juan Carlos Castillón fue apresado después que una bomba fascista mató a una persona y destruyó la redacción de la revista satírica barcelonesa El Papus.
Una vez tras las rejas, el valiente fascistón habló hasta por los codos:
“Dos de los 17 ultras juzgados en la Audiencia Provincial de Barcelona –ocho por tenencia ilícita de armas, y nueve por desórdenes públicos– manifestaron ayer durante la vista oral que en 1974 el comisario Roberto Conesa organizó en Valencia un comando parapolicial, integrado por militantes del Partido Español Nacional Sindicalista (PENS) –de ideología nazi–, que tenía como, objetivo declarar la guerra sucia al FRAP y a ETA. (…) El ministerio público llevó hasta la sala las declaraciones efectuadas ante la policía por Juan Carlos Castillón Martín y Ernesto González Asensio, que ayer estaban en paradero desconocido.”
El caso es que Castillón había huido de la justicia, y en su carrera de prófugo no paró sino hasta llegar a El Salvador, y allí directamente a las manos del mayor Roberto d'Aubuisson, un ilustre graduado de la terrorífica Escuela de las Américas, reconocida fábrica de asesinos.
Para Castillón, “D'Aubuisson es el mejor jefe que he tenido, el único que siempre cumplió sus promesas”.
El mayor d'Aubuisson fue el creador de los Escuadrones de la Muerte en El Salvador. La Comisión de la Verdad –integrada por Belisario Betancourt, ex Presidente de Colombia; Reinaldo Figueredo, ex Canciller de Venezuela y Thomas Buergental, ex Presidente de la Corte Interamericana de Derechos Humanos– dictaminó que: “Existe plena evidencia de que el ex -Mayor Roberto D’Aubuisson dio la orden de asesinar al Arzobispo (Monseñor Romero) y dio instrucciones precisas a miembros de su entorno de seguridad, actuando como escuadrón de la muerte de organizar y supervisar la ejecución del asesinato.”
Al respecto, Castillón ha reconocido: “Algunos de mis compañeros se concentraban mentalmente para acabar, de alguna forma misteriosa, con el odiado Romero”.
Eran los tiempos en que además de Castillón, por El Salvador merodeaba su idolatrado Luis Posada Carriles, traficando armas y drogas por orden de la CIA, algo suficientemente documentado al destaparse el escándalo Irán-Contras.
En su reciente artículo, Castillón se pregunta: “¿De qué se enteró Bambi dando saltos por las montañas de Centro y Sudamérica? ¿Qué sabe Bambi, y sobre quién, para tener esa suerte? Nunca lo sabremos.”
La verdad verdadera es que, aunque Castillón todavía a estas alturas se haga el tonto sobre ello, eso sí sabe. No hay que olvidar que quien fuera jefe de la CIA entre 1976 y 1977 no era otro que George H. Bush, que desde 1981 fue vicepresidente de los Estados Unidos, y que en 1989 en asumió la presidencia hasta 1993.
Fue este Bush I el Gran Jefe de Posada durante todos esos años. Fue su hijo, Bush II, quien presionó para que Mireya Moscoso liberara al terrorista de la cárcel panameña en 2004, y quien permitió su entrada ilegal en los Estados Unidos. Y todo eso no ha sido por gusto, sino por mantenerle la boca cerrada a Carriles, que si habla, temblará la tierra.
Curiosamente, Bush I tenía a sueldo a Posada. Y como ya se ha visto, Bush II tiene a sueldo a Ernesto Hernández Bushto. Es por eso que Bushto publica a Castillón. Es por eso que Bushto publica esos elogios a Posada. Y todo eso, una vez más desnuda a Ernesto Hernández Bushto, mal que le pese, como el fascista y mercenario que él mismo es.
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