Entre las fortalezas de la Revolución Cubana destaca el apego irrestricto a una ética revolucionaria que se fundamenta en la prédica martiana: “ yo quiero que la ley primera de la República sea el culto a la dignidad plena del hombre”.
En los duros años del combate en la Sierra Maestra, el respeto a la vida y la dignidad del adversario, fue una constante en el actuar de los jóvenes rebeldes. Esa concepción que se fraguó en la contienda ha estado presente en la conducta y la obra de la Revolución triunfante.
Nunca la muerte de un adversario, de un enemigo, ha llenado de regocijo a un combatiente, a un revolucionario. No es la muerte de los hombres, sino el fin de las políticas o su derrota, las que alegran la vida de un revolucionario en Cuba.
El miércoles se dio a conocer en la ciudad de Miami la noticia del fallecimiento del connotado terrorista Orlando Bosch Ávila, pero: ¿podrá aseverar alguien que con la muerte de Bosch, han muerto las políticas terroristas que contra Cuba encuentran patrocinio en los Estados Unidos?
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