Tres posibles escenarios para Egipto delineó ayer el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu ante el Parlamento de su país tras la revuelta del 25 de enero: 1) un proceso de reformas liberales y democráticas; 2) que los islamistas aprovechen los trastornos para tomar las riendas del país, y 3) que Egipto siga el ejemplo de Irán.
Netanyahu dijo esto ante más de 400 parlamentarios europeos de unos 30 países llegados a Jerusalén en visita organizada por el grupo de presión Amigos Europeos de Israel (AEI), aunque bien omitió por obvias razones dar rienda suelta a la perplejidad de su gobierno y la prensa aliada ante la “deslealtad” de la administración Obama para con Hosni Mubarak. En palabras del diario conservador Yediot Aharonot, “todo el mundo se da cuenta de que Mubarak se tiene que ir. Pero cabía esperar que Estados Unidos no abandonase así a un hombre que era su mejor aliado desde hacía décadas y una barrera ante el islamismo”.
También el ex representante de Israel ante la ONU, Dori Gold, cercano a Netanyahu, estimó que Obama cometió el mismo “error” que su predecesor Jimmy Carter en 1979 ante la Revolución Islámica en Irán, que derrocó al régimen del sha Reza Pahlevi, otro aliado de EU, dando paso hasta la fecha a tres décadas de islamismo chiita ultraconservador. “Ignoro lo que va a ocurrir en Egipto, pero nuestro interés es claro: hay que preservar la paz que existe desde hace tres décadas y ha aportado la calma en el sur (de Israel) y la estabilidad en la región”, añadió Gold, en alusión a la principal preocupación israelí: que un nuevo gobierno en El Cairo anule el acuerdo de paz, que Mubarak ha garantizado desde hace 32 años.
“Tenemos la impresión de que Washington estaba esperando para tirar por la borda a Mubarak (pero) la fidelidad no tiene precio, en particular en Oriente Medio”, opinó a la vez un funcionario de Netanyahu que pidió omitir su nombre.
“Estados Unidos le clavó un cuchillo en la espalda de su aliado” egipcio, dijo con todas las palabras Aytan Gilboa, profesor de ciencias políticas en la universidad de Bar Ilan, “hubiera podido criticarlo con mayor discreción”.
› Tomado de Milenio
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