Tan sólo tres días alcanzó a trabajar en la municipalidad de Isla de Maipo, José Ubaldo Izquierdo, el mercenario cubano que llegó a Chile el 4 de agosto pasado, en calidad de refugiado, luego de ser liberado por Cuba.
Según relató a TERRA.cl el propio Izquierdo, el motivo de la renuncia se debió a la lejanía existente entre su domicilio en la comuna de Maipú y su lugar de trabajo. Además, dijo no sentirse competente para la labor que le tocaba desarrollar en el municipio.
A José Ubaldo le ofrecieron un sueldo de 500 mil pesos por trabajar en la radio comunitaria de Isla de Maipo y apoyar al departamento de comunicaciones del municipio, sin embargo, cuando aún no cumplía una semana debió ausentarse para someterse a una operación a la uña del pie y ahí fue cuando tomó la decisión.
“El problema es que me quedaba bastante distante, a unos 30-40 kilómetros y tenía que emplear unos 70 mil pesos en viajar y eso me afectaría en la casa, por lo que estoy buscando un trabajo más cercano”, señaló.
Según Izquierdo, a través de un e-mail le explicó al alcalde de Isla de Maipo, David Morales, su situación. “Pensé que mi trabajo no resultaría fructífero, ya que hay tres profesionales íntegros de la información y yo hice periodismo en Cuba, pero no soy graduado, por lo que no me sentí competente”, afirmó.
José Ubaldo quien recibe del Fasic, organización no gubernamental para exiliados, una ayuda económica de 400 mil pesos para mantener los gastos básicos de la casa, cuyo arriendo está a cargo del Ministerio del Interior y del mismo Fasic, se encuentra buscando trabajo en algo relacionado con gastronomía y restaurantes para así poder mantener a toda su familia que además está compuesta por sus suegros y su sobrino, quien también necesita empleo. (Con información de Terra.cl)
(Nota del Editor) El caso de Ubaldo confirma lo dicho en otras ocasiones. Salvo contadas excepciones, la inmensa mayoría de los mercenarios apresados en 2003 no eran periodistas y los títulos que se le otorgaron en la Oficina de Intereses de Estados Unidos en La Habana solo resultaban creíbles para quienes organizan las campañas mediáticas contra Cuba.
La condición de periodista, además de hacer creer que las informaciones contrarrevolucionarias fabricadas en los laboratorios de la CIA eran escritas por ciudadanos cubanos "inconformes", pretendía otorgarle cierta impunidad a quienes cobraban por traicionar a su patria.
Otra muestra mas de que los mercenarios traidores lo único que saben hacer es traicionar a la patria que los vio nacer, o mejor dicho que el numerito montado por la Oficina de Intereses de Estados Unidos en La Habana no daba ningún tipo de resultado que no fuera que cada día se inventaran mas mentiras que al final iban a salir a flote como siempre pasa, porque entre cielo y tierra no hay nada escrito.
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