Por Josep Parera La Opinión
La lista de largometrajes que cuentan con el nombre de Oliver Stone en sus créditos es ciertamente impresionante.
Ya sea en su faceta de guionista —Conan the Barbarian, Scarface, Evita— o también de director —Platoon, Born on the Fourth of July, JFK, Nixon, World Trade Center, W. y las dos entregas de Wall Street, la segunda de las cuales, Money Never Sleeps, llegará a los cines el próximo mes de septiembre— el autor de Alexander siempre se ha destacado por una decidida apuesta por dejar su huella en cada uno de los proyectos.
Una huella que va más allás de sus innegables habilidades como cineasta, para situarlo en el terreno político, donde la controversia siempre lo ha seguido.
Así fue con Natural Born Killers —el retrato de unos Estados Unidos afectados por una adulación mediática a la violencia— o con su trilogía dedicada a los presidentes del país, John F. Kennedy, Richard Nixon y George W. Bush.
Pero todos esos filmes son dramatizaciones de lo que en ocasiones son historias reales, donde realidad y ficción se combina para alcanzar la máxima efectividad narrativa.
Durante la última década, Stone, de 63 años, se ha marcado como objetivo contar lo que, según su punto de vista, es la realidad política suramericana que, insiste, ha sido manipulada por los distintos gobiernos de EEUU y por sus medios de comunicación.
Primero viajó a Cuba, donde filmó el documental Comandante (2003), para el que obtuvo un acceso directo con Fidel Castro (a quien también retrató en Looking for Fidel).
Y ahora, en South of the Border (2009), se pasea por Venezuela, Bolivia y Argentina, entre otros países, donde conversa con algunos de sus principales dirigentes políticos: César Chávez, Evo Morales, Cristina Kirchner o el hermano del comandante cubano, Raúl Castro.
El documental se estrena mañana en salas selectas y lo hace, por supuesto, perseguido por la polémica.
Stone, que recibe a La Vibra tras una larga jornada de prensa, deja bien claro que en South of the Border siguió una premisa argumental "que estuvo a cargo de dos guionistas, Mark Weisbrot y Tariq Ali, que han seguido la revolución y los cambios [sociales]", en Suramérica.
El realizador neoyorquino reconoce que "he seguido la historia de Chávez en Venezuela", pero "fue Tariq quien me dijo que fuera [allí] y lo viera con mis propios ojos. Todo se filmó de forma muy democrática. Fuimos a ver todos los líderes, y nos dijeron lo que tenían que decir: apoyar su derecho a ser independientes de Estados Unidos y de defender sus democracias".
"Todos han sido elegidos en elecciones democráticas abiertas. Y todos forman parte de una nueva raza de [líderes], surgidos de su propia gente".
Stone afirma que su cámara retrata la realidad de países como Venezuela, Bolivia o Argentina, aunque asegura que "cuando se habla de la verdad, depende de quien la observe. Pero si se echa una mirada a los cambios económicos, estos han sido inmensos. La riqueza de estos países está ahora controlada por estos líderes y ha sido entregada a sus ciudadanos".
"Lo que yo vi con mis propios ojos es a sus líderes, su comportamiento con su gente... No hay ese comportamiento oculto de la gente que no está orgullosa de ellos mismos", prosigue. "Mi personaje favorito en el filme es Pedro Carmona, el líder temporal de Venezuela [tras el fallido golpe militar de 2002 contra Chávez]. Un tipo sibilino...".
"Se puede ver la diferencia entre esta clase de líderes a la antigua usanza... Son hombres de negocios, parte de corporaciones a quienes no les importa la gente de clase baja, poco educada y hambrienta de Venezuela o Bolivia. Estos países han hecho mucho por los pobres, y eso está demostrado, contrariamente a lo que se dice. Las críticas a estos cambios han sido severas. ¿Por qué? Porque provienen de los medios de esos comunicación de esos países, no de sus países. Los medios, a lo largo de la historia, se ha opuesto siempre al cambio y a las reformas".
Y es aquí donde Oliver Stone empieza su diatriba contra la prensa escrita y visual, especialmente la norteamericana, a la que acusa de desestabilizar los gobiernos locales suramericanos a través de la diseminación de información manipulada.
"Lo que no es verdad, no es verdad", exalta. "Fox News tiene una historia de reportar de forma histérica acerca de [Suramárica]. ¿Por qué la gente se cree lo que dicen? La realidad es que tienen una agenda política bien clara, más o menos como la oposición y los medios venezo-lanos".
"El golpe de 2002 fue llamado ‘el golpe mediático’, porque los medios estaban tan en contra de Chávez que lo querían fuera del gobierno".
Para Stone no hay un término medio entre unos y otros. "Yo no creo que ese sea un buen argumento, porque es como decir que, si unos afirman que la Tierra es plana y otros dicen que es redonda, la verdad debe estar en medio", detalla. "No estoy de acuerdo para nada con eso. Los medios de Estados Unidos parecen más una división del Departamento de Estado con el fin de demonizar estos gobiernos".
El responsable de The Doors prosigue afirmando que "una vez tras otra, cada vez que hay un país que no sigue lo que [ EEUU] quiere, creamos esta máquina poderosa de propaganda, que desata una guerra de palabras".
Además, advierte, "también tenemos colaboradores en Suramérica... donde la mayoría de los medios son propiedad privada de familias millonarias que están en contra de toda reforma. Nuestros medios, muy a menudo, reimprimen [sus] estamentos".
"En Argentina, [la presidente Cristina] Kirchner ha aprobado una ley de los medios que pretende romper los monopolios de esos medios privados. Y ha sido criticada por ello a nivel internacional porque muchos lo ven como censura, lo que es ridículo".
La comparación entre lo que sucede en Suramérica y la invasión de Irak por parte de las tropas de Estados Unidos tras los atentados del 11 de septiembre de 2001 no es descabellada, según Stone.
"En Irak también nos dieron información falsa: que Al Qaeda estaba allí, que existía una amenaza nuclear...", explica. "¿Qué clase de información es esa? Eso es mala información. Es como una historia de terror de [George] Orwell, donde se nos dice que la guerra es la única opción para la paz, y que la esclavitud es libertad"
"Es siempre cuestión de semántica", continúa. "Por eso la guerra de palabras es tan importante. El verdadero experimento de lo que está pasando en Suramérica es inmenso: porque en los últimos diez años seis países han mejorado su economía de forma enorme gracias a gobernantes elegidos con libertad que representan a sus gentes. Esta es la primera vez en la historia de Suramérica que esto ha pasado. Siempre existieron reformas, pero siempre fueron anuladas por Estados Unidos, tanto en Centroamérica como en Suramérica, a través de golpes de estado, asesinatos, sabotajes...".
"Excepto por Castro no hay ni una sola entidad independiente que haya durado", dice. "Él ha sido la única y ha pagado un precio inmenso debido al embargo. Así que esta es una nueva generación. Y eso es lo que hace todo tan interesante. Y por eso he hecho esta película".
Para el realizador de Any Given Sunday, hacerse cargo de un documental como South of the Border no tiene nada que ver con filmar un largometraje. "Es un juego distinto", describe. "Una película tiene un guión. Tiene que ser excitante, entretenida. Debe ser un vehículo que funciona para entretener a través de la historia, los actores, el maquillaje, el vestuario... Es una fantasía".
"Un documental no tiene nada de eso. Lidia con gente real a la que preguntas cuestiones reales. El presupuesto es muy bajo, se filma donde sucede, todo va muy rápido".
Oliver Stone concluye resumiendo que uno de los aspectos más destacados de la cinta es, de nuevo, su descripción de los efectos de la manipulación mediática. "Los intereses corporativos controlan los medios, la televisión, la prensa, la radio... pero aún no el Internet", termina. "Los Estados Unidos son casi como Latinoamérica, donde seis o siete corporaciones controlan casi todos los medios. Ellos representan sus intereses corporativos".
"Y los periodistas en esas organizaciones tienen muchas dificultades a la hora de investigar historias que no son del interés de las corporaciones y del poder establecido. Ese es el problema real".
La lista de largometrajes que cuentan con el nombre de Oliver Stone en sus créditos es ciertamente impresionante.
Ya sea en su faceta de guionista —Conan the Barbarian, Scarface, Evita— o también de director —Platoon, Born on the Fourth of July, JFK, Nixon, World Trade Center, W. y las dos entregas de Wall Street, la segunda de las cuales, Money Never Sleeps, llegará a los cines el próximo mes de septiembre— el autor de Alexander siempre se ha destacado por una decidida apuesta por dejar su huella en cada uno de los proyectos.
Una huella que va más allás de sus innegables habilidades como cineasta, para situarlo en el terreno político, donde la controversia siempre lo ha seguido.
Así fue con Natural Born Killers —el retrato de unos Estados Unidos afectados por una adulación mediática a la violencia— o con su trilogía dedicada a los presidentes del país, John F. Kennedy, Richard Nixon y George W. Bush.
Pero todos esos filmes son dramatizaciones de lo que en ocasiones son historias reales, donde realidad y ficción se combina para alcanzar la máxima efectividad narrativa.
Durante la última década, Stone, de 63 años, se ha marcado como objetivo contar lo que, según su punto de vista, es la realidad política suramericana que, insiste, ha sido manipulada por los distintos gobiernos de EEUU y por sus medios de comunicación.
Primero viajó a Cuba, donde filmó el documental Comandante (2003), para el que obtuvo un acceso directo con Fidel Castro (a quien también retrató en Looking for Fidel).
Y ahora, en South of the Border (2009), se pasea por Venezuela, Bolivia y Argentina, entre otros países, donde conversa con algunos de sus principales dirigentes políticos: César Chávez, Evo Morales, Cristina Kirchner o el hermano del comandante cubano, Raúl Castro.
El documental se estrena mañana en salas selectas y lo hace, por supuesto, perseguido por la polémica.
Stone, que recibe a La Vibra tras una larga jornada de prensa, deja bien claro que en South of the Border siguió una premisa argumental "que estuvo a cargo de dos guionistas, Mark Weisbrot y Tariq Ali, que han seguido la revolución y los cambios [sociales]", en Suramérica.
El realizador neoyorquino reconoce que "he seguido la historia de Chávez en Venezuela", pero "fue Tariq quien me dijo que fuera [allí] y lo viera con mis propios ojos. Todo se filmó de forma muy democrática. Fuimos a ver todos los líderes, y nos dijeron lo que tenían que decir: apoyar su derecho a ser independientes de Estados Unidos y de defender sus democracias".
"Todos han sido elegidos en elecciones democráticas abiertas. Y todos forman parte de una nueva raza de [líderes], surgidos de su propia gente".
Stone afirma que su cámara retrata la realidad de países como Venezuela, Bolivia o Argentina, aunque asegura que "cuando se habla de la verdad, depende de quien la observe. Pero si se echa una mirada a los cambios económicos, estos han sido inmensos. La riqueza de estos países está ahora controlada por estos líderes y ha sido entregada a sus ciudadanos".
"Lo que yo vi con mis propios ojos es a sus líderes, su comportamiento con su gente... No hay ese comportamiento oculto de la gente que no está orgullosa de ellos mismos", prosigue. "Mi personaje favorito en el filme es Pedro Carmona, el líder temporal de Venezuela [tras el fallido golpe militar de 2002 contra Chávez]. Un tipo sibilino...".
"Se puede ver la diferencia entre esta clase de líderes a la antigua usanza... Son hombres de negocios, parte de corporaciones a quienes no les importa la gente de clase baja, poco educada y hambrienta de Venezuela o Bolivia. Estos países han hecho mucho por los pobres, y eso está demostrado, contrariamente a lo que se dice. Las críticas a estos cambios han sido severas. ¿Por qué? Porque provienen de los medios de esos comunicación de esos países, no de sus países. Los medios, a lo largo de la historia, se ha opuesto siempre al cambio y a las reformas".
Y es aquí donde Oliver Stone empieza su diatriba contra la prensa escrita y visual, especialmente la norteamericana, a la que acusa de desestabilizar los gobiernos locales suramericanos a través de la diseminación de información manipulada.
"Lo que no es verdad, no es verdad", exalta. "Fox News tiene una historia de reportar de forma histérica acerca de [Suramárica]. ¿Por qué la gente se cree lo que dicen? La realidad es que tienen una agenda política bien clara, más o menos como la oposición y los medios venezo-lanos".
"El golpe de 2002 fue llamado ‘el golpe mediático’, porque los medios estaban tan en contra de Chávez que lo querían fuera del gobierno".
Para Stone no hay un término medio entre unos y otros. "Yo no creo que ese sea un buen argumento, porque es como decir que, si unos afirman que la Tierra es plana y otros dicen que es redonda, la verdad debe estar en medio", detalla. "No estoy de acuerdo para nada con eso. Los medios de Estados Unidos parecen más una división del Departamento de Estado con el fin de demonizar estos gobiernos".
El responsable de The Doors prosigue afirmando que "una vez tras otra, cada vez que hay un país que no sigue lo que [ EEUU] quiere, creamos esta máquina poderosa de propaganda, que desata una guerra de palabras".
Además, advierte, "también tenemos colaboradores en Suramérica... donde la mayoría de los medios son propiedad privada de familias millonarias que están en contra de toda reforma. Nuestros medios, muy a menudo, reimprimen [sus] estamentos".
"En Argentina, [la presidente Cristina] Kirchner ha aprobado una ley de los medios que pretende romper los monopolios de esos medios privados. Y ha sido criticada por ello a nivel internacional porque muchos lo ven como censura, lo que es ridículo".
La comparación entre lo que sucede en Suramérica y la invasión de Irak por parte de las tropas de Estados Unidos tras los atentados del 11 de septiembre de 2001 no es descabellada, según Stone.
"En Irak también nos dieron información falsa: que Al Qaeda estaba allí, que existía una amenaza nuclear...", explica. "¿Qué clase de información es esa? Eso es mala información. Es como una historia de terror de [George] Orwell, donde se nos dice que la guerra es la única opción para la paz, y que la esclavitud es libertad"
"Es siempre cuestión de semántica", continúa. "Por eso la guerra de palabras es tan importante. El verdadero experimento de lo que está pasando en Suramérica es inmenso: porque en los últimos diez años seis países han mejorado su economía de forma enorme gracias a gobernantes elegidos con libertad que representan a sus gentes. Esta es la primera vez en la historia de Suramérica que esto ha pasado. Siempre existieron reformas, pero siempre fueron anuladas por Estados Unidos, tanto en Centroamérica como en Suramérica, a través de golpes de estado, asesinatos, sabotajes...".
"Excepto por Castro no hay ni una sola entidad independiente que haya durado", dice. "Él ha sido la única y ha pagado un precio inmenso debido al embargo. Así que esta es una nueva generación. Y eso es lo que hace todo tan interesante. Y por eso he hecho esta película".
Para el realizador de Any Given Sunday, hacerse cargo de un documental como South of the Border no tiene nada que ver con filmar un largometraje. "Es un juego distinto", describe. "Una película tiene un guión. Tiene que ser excitante, entretenida. Debe ser un vehículo que funciona para entretener a través de la historia, los actores, el maquillaje, el vestuario... Es una fantasía".
"Un documental no tiene nada de eso. Lidia con gente real a la que preguntas cuestiones reales. El presupuesto es muy bajo, se filma donde sucede, todo va muy rápido".
Oliver Stone concluye resumiendo que uno de los aspectos más destacados de la cinta es, de nuevo, su descripción de los efectos de la manipulación mediática. "Los intereses corporativos controlan los medios, la televisión, la prensa, la radio... pero aún no el Internet", termina. "Los Estados Unidos son casi como Latinoamérica, donde seis o siete corporaciones controlan casi todos los medios. Ellos representan sus intereses corporativos".
"Y los periodistas en esas organizaciones tienen muchas dificultades a la hora de investigar historias que no son del interés de las corporaciones y del poder establecido. Ese es el problema real".
Me gustaría enlazar aquí los documentales que Oliver Stone realizó sobre Cuba y Fidel Castro para quien estuviera interesado en verlos:
ResponderEliminarDocumental “Comandante”
Documental “Looking for Fidel”
Saludos