Por M. H. Lagarde
El Premio Nobel de la Paz y presidente de Costa Rica, Oscar Arias no ha podido contenerse ante "el coro de indignación que recorre buena parte de nuestra América y del mundo" a propósito de la muerte, por huelga de hambre, del recluso Orlando Zapata Tamayo y en un artículo publicado en el diario español El País ha querido sumar su voz a la campaña mediática que ese, y otros diarios, orquestan por estos día contra Cuba.
El señor Arias tiene, por supuesto, todo el derecho de opinar como desee, lo lamentable en este caso es que el primer mandatario de un país demuestre tan bajo nivel de razonamiento para defender sus puntos de vista.
Según dice Arias: "Una huelga de hambre de 85 días no fue suficiente para convencer al Gobierno cubano de que era necesario preservar la vida de esta persona, por encima de cualquier diferencia ideológica. 85 días no fueron suficientes para mover a compasión a un régimen que se vanagloria de su solidaridad, pero que en la práctica aplica esa solidaridad únicamente a sus simpatizantes”.
Por lo visto, el señor Arias ignora que la salud pública en Cuba es gratuita y universal y que de ella se benefician todos aquellos a quienes él llama opositores, estén o no encarcelados. Por lo menos, que yo se sepa, aún la Oficina de Intereses de Estados Unidos en La Habana que funciona, en violación de las leyes internacionales de la diplomacia, como facultad de Periodismo y fábrica de disidentes, aún no creado un consultorio médico dedicado exclusivamente para la atención de sus mercenarios.
Y si bien Arias reconoce que "la huelga de hambre es un arma delicada como herramienta de protesta. Sería riesgoso que cualquier Estado de derecho se viera en la obligación de liberar a sus privados de libertad, si deciden rechazar su alimentación", asegura, al mismo tiempo, que en Cuba los presos no son “como los demás”. De acuerdo con el presidente de Costa Rica: "Se trata de presos políticos o de consciencia, que no han cometido otro delito más que oponerse a un régimen, que fueron juzgados por un sistema judicial de independencia cuestionable y que deben sufrir penas excesivas sin haber causado un daño a otras personas”.
Los presos a los que se refiere Arias, sin dudas, no son presos políticos. Son mercenarios, pagados y entrenados, por la potencia extranjera más poderosa que ha existido en la historia de la humanidad y cargan sobre sus espaldas el peso de la culpa de haberle hecho daño a un pueblo entero, al actuar como cómplices de las agresiones y de un bloqueo genocida que ha tratado de rendir, durante 50 años, a un país por hambre y necesidad. Dichos presos de conciencia son culpables, también, de alentar campañas, como a la que se ha sumado el "adolorido" presidente costarricense, cuyo único fin no es otro que el de tratar de justificar ante la opinión pública mundial el asedio que Estados Unidos mantiene contra Cuba.
Dice también Arias que: “Los presos políticos no existen en las democracias. En ningún país verdaderamente libre, uno va a prisión por pensar distinto. Cuba puede hacer todos los esfuerzos de oratoria que desee para vender la idea de que es una "democracia especial", pero cada preso político niega en la práctica esa afirmación. Cada preso político es una prueba irrefutable de autoritarismo".
El Premio Nobel de la Paz y presidente de Costa Rica, Oscar Arias no ha podido contenerse ante "el coro de indignación que recorre buena parte de nuestra América y del mundo" a propósito de la muerte, por huelga de hambre, del recluso Orlando Zapata Tamayo y en un artículo publicado en el diario español El País ha querido sumar su voz a la campaña mediática que ese, y otros diarios, orquestan por estos día contra Cuba.
El señor Arias tiene, por supuesto, todo el derecho de opinar como desee, lo lamentable en este caso es que el primer mandatario de un país demuestre tan bajo nivel de razonamiento para defender sus puntos de vista.
Según dice Arias: "Una huelga de hambre de 85 días no fue suficiente para convencer al Gobierno cubano de que era necesario preservar la vida de esta persona, por encima de cualquier diferencia ideológica. 85 días no fueron suficientes para mover a compasión a un régimen que se vanagloria de su solidaridad, pero que en la práctica aplica esa solidaridad únicamente a sus simpatizantes”.
Por lo visto, el señor Arias ignora que la salud pública en Cuba es gratuita y universal y que de ella se benefician todos aquellos a quienes él llama opositores, estén o no encarcelados. Por lo menos, que yo se sepa, aún la Oficina de Intereses de Estados Unidos en La Habana que funciona, en violación de las leyes internacionales de la diplomacia, como facultad de Periodismo y fábrica de disidentes, aún no creado un consultorio médico dedicado exclusivamente para la atención de sus mercenarios.
Y si bien Arias reconoce que "la huelga de hambre es un arma delicada como herramienta de protesta. Sería riesgoso que cualquier Estado de derecho se viera en la obligación de liberar a sus privados de libertad, si deciden rechazar su alimentación", asegura, al mismo tiempo, que en Cuba los presos no son “como los demás”. De acuerdo con el presidente de Costa Rica: "Se trata de presos políticos o de consciencia, que no han cometido otro delito más que oponerse a un régimen, que fueron juzgados por un sistema judicial de independencia cuestionable y que deben sufrir penas excesivas sin haber causado un daño a otras personas”.
Los presos a los que se refiere Arias, sin dudas, no son presos políticos. Son mercenarios, pagados y entrenados, por la potencia extranjera más poderosa que ha existido en la historia de la humanidad y cargan sobre sus espaldas el peso de la culpa de haberle hecho daño a un pueblo entero, al actuar como cómplices de las agresiones y de un bloqueo genocida que ha tratado de rendir, durante 50 años, a un país por hambre y necesidad. Dichos presos de conciencia son culpables, también, de alentar campañas, como a la que se ha sumado el "adolorido" presidente costarricense, cuyo único fin no es otro que el de tratar de justificar ante la opinión pública mundial el asedio que Estados Unidos mantiene contra Cuba.
Dice también Arias que: “Los presos políticos no existen en las democracias. En ningún país verdaderamente libre, uno va a prisión por pensar distinto. Cuba puede hacer todos los esfuerzos de oratoria que desee para vender la idea de que es una "democracia especial", pero cada preso político niega en la práctica esa afirmación. Cada preso político es una prueba irrefutable de autoritarismo".
Por desgracia, más que en una democracia especial, Cuba vive en medio de una “guerra especial”. La coda de una Guerra Fría que, aunque en otras latitudes le dio la victoria al imperio yanqui, en esta pequeña islita del Caribe el único resultado que ha conseguido la super potencia es la de hacer el más triste de los ridículos, algo que, por lo visto, se vuelve, para algunos, cada día que pasa cada vez más insoportable.
A Cuba no le hace falta ninguna oratoria para demostrar la existencia de esa guerra. La mejor oratoria es, en este caso, las propias leyes aprobadas por el gobierno de Estados Unidos con el único fin de destruir la revolución cubana, los actos de terrorismo contra su territorio, los contratistas de la USAID que reparten tecnología a los disidentes que Arias defiende y los alaridos pedigüeños de sus amigos de Miami, los Diaz Balart, Lethinen, y otros, para que el gobierno al que, como buenos anexionistas pertenecen, mantenga e incremente la ayuda financiera para la subversión en Isla.
El señor Arias debería saber que no habrá en Cuba ninguna transición hacia la democracia mientras esa palabra signifique, para la gran mayoría, sumisión y vasallaje. Durante estos 50 años de revolución los cubanos han aprendido que ninguna democracia ni riqueza es comparable a la dignidad de ser libres e independientes. Si el presidente de Costa Rica, como él dice, está realmente interesado en algún cambio en Cuba que convenza a sus amigos del gobierno estadounidense que cesen de hostigar a Cuba. Cualquier otro gesto equivaldría a arar en el mar.
El Premio Nobel de la Paz debiera preguntarse de dónde nace y qué alimenta la fe antimperialista que sustenta la incomparable resistencia de los cubanos.
En cuanto a su condición de lacayo de los norteamericanos no hace falta que Cuba, ni siquiera yo, diga nada. Sobre esa faceta de su personalidad es suficiente recordar su actuación de mediador retardado durante el reciente golpe de Honduras y el discurso de lamebotas del imperio que pronunció en la Cumbre latinoamericana que tuvo lugar en Cancún por los mismos días en que su defendido, Orlando Zapata Tamayo, fallecía.
El señor Arias debería saber que no habrá en Cuba ninguna transición hacia la democracia mientras esa palabra signifique, para la gran mayoría, sumisión y vasallaje. Durante estos 50 años de revolución los cubanos han aprendido que ninguna democracia ni riqueza es comparable a la dignidad de ser libres e independientes. Si el presidente de Costa Rica, como él dice, está realmente interesado en algún cambio en Cuba que convenza a sus amigos del gobierno estadounidense que cesen de hostigar a Cuba. Cualquier otro gesto equivaldría a arar en el mar.
El Premio Nobel de la Paz debiera preguntarse de dónde nace y qué alimenta la fe antimperialista que sustenta la incomparable resistencia de los cubanos.
En cuanto a su condición de lacayo de los norteamericanos no hace falta que Cuba, ni siquiera yo, diga nada. Sobre esa faceta de su personalidad es suficiente recordar su actuación de mediador retardado durante el reciente golpe de Honduras y el discurso de lamebotas del imperio que pronunció en la Cumbre latinoamericana que tuvo lugar en Cancún por los mismos días en que su defendido, Orlando Zapata Tamayo, fallecía.
Muy bien dicho, Lagarde. Yo agregaría que, además, es un ignorante! ¿No se habrá enterado el Sr. Oscar Arias que Zapata Tamayo hizo su huelga de hambre -y falleció- pidiendo un televisor, un teléfono y una cocina en su celda? ¿Cuántos presos en el mundo gozan de semejantes comodidades? ¿O que también le partió la cabeza con un machete a alguien? Parece mentira que el Sr. Arias sea Presidente de un país, Premio Nóbel de la Paz y esté tan desinformado. ¿O es que su ceguera anticubana no le permite llegar a conocer esos "detalles"?
ResponderEliminar"Follow the money" y encontraran por que Arias no se "preocupa" por la objetividad.Recuerden:Quien paga,manda.Lastima
ResponderEliminarpor hermanos ticos,con un presidente asi...