lunes, 22 de marzo de 2010

El Circo y el Zoológico

Foto: Lowell Dale Lawton, Subsecretario de la SINA, mientras ¿recibe o imparte instrucciones?

Por Ernesto Pérez Castillo

Durante la guerra de Viet Nam, los bombarderos norteamericanos Boeing Stratofortress, también conocidos como “superfortalezas volantes” o, sencillamente, B 52, llegaron a lanzar una media de hasta 80 mil toneladas de bombas al mes.
Cuando el bombardeo cesaba no quedaba selva, ni casas, ni gente, ni la cabeza de un guanajo, ni nada… solo los enormes cráteres de las explosiones. Entonces a alguien se le ocurrió llenar de agua uno de los agujeros, y criar peces allí, para la alimentación de los sobrevivientes a la masacre. Luego otro puso un cartel: “Criadero de peces, construido con la ayuda del gobierno de los Estados Unidos”.
Algo así –salvando los detalles pirotécnicos– ha ocurrido la semana que pasó. En el empeño de arreciar la campaña anticubana, la Oficina de Intereses de los Estados Unidos en La Habana (SINA) ha hecho que sus fieles –léase: las mercenarias de ocasión, escondidas bajo el alias de “damas de blanco”– extendieran el circo de sus caminatas por esta ciudad a cada día de la semana anterior y, como los americanos se precian de hacer las cosas bien, los oficiales a cargo del operativo han verificado in situ que sus peones de batalla cumplieran lo pactado. Ahí están las fotos de los “diplomáticos” cubriendo el recorrido y desde sus móviles reportando la maniobra a sus jefes en el más allá.
Pero… en las grabaciones de video lo que se escucha es “Viva Fidel”. O sea, que lo que ha ocurrido es algo que hace rato no se veía en La Habana: un montón de marchas del pueblo, a favor de la revolución.
Y esas marchas no las organizó el gobierno. No. Esas marchas las organizó la SINA. Las organizó y las pagó. Quien tenga una sola duda, que busque en http://www.diariovasco.com/v/20100321/mundo/regimen-castrista-fiera-herida-20100321.html, la entrevista que acaba de conceder Berta Soler, una de las supuestas “damas”, en la que, cuando la entrevistadora le comenta “El Gobierno les acusa de ser mercenarias al servicio de Estados Unidos”, ella confiesa: “Recibimos dinero de un grupo de exiliados cubanos, como Willy Chirino y Arturo Sandoval, que hacen colectas y rifas. Son cincuenta dólares al mes para cada uno”.
Más allá o más acá de la pirueta que pretendan hacer para ocultar la fuente del financiamiento, al final todo el mundo sabe de dónde es que sale el billete. Porque en la entrevista, la Soler apunta de la cifra de 200 beneficiados, lo cual eleva el monto hasta los 10 000 dólares mensuales, y nadie se va a creer el cuento de que ese dineral, mes tras mes, sale del bolsillo bien intencionado de nadie. El único bolsillo del que eso es arrebatado es el del contribuyente norteamericano, cuyos impuestos los malgasta el gobierno en el intento de acabar con el socialismo en Cuba.
Pero eso no es lo importante. Lo que está claro es que otra vez, como siempre, el tiro les salió por la culata: ese dinero solo sirvió para que, a diez de últimas, de nuevo el pueblo mostrara de qué lado está. Y a la revolución le salió de gratis. Esas marchas combatientes se hicieron con ayuda del gobierno de los Estados Unidos.
Ah, antes que lo olvide, que por ahí empecé esta historia: los vietnamitas, durante la guerra, derribaron una treintena de aquellas “superfortalezas volantes”. Incluso, uno de esos B-52 fue exhibido tras las rejas, en la jaula de las aves rapaces, en el parque zoológico de Hanoi.

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