Estoy en contra del periodismo ciudadano por dos razones. La primera es que a medida que los periódicos en Estados Unidos cierran o atraviesan por dificultades económicas, hay una tendencia a usar a los periodistas ciudadanos, o como los llamo casi periodistas, sólo porque son más baratos.
Por otra parte, les falta de experiencia y calidad, muchos no quieren ser editados y están en contra de la figura del medio como guardián de la puerta que pone una señal de aviso, una bandera roja que diga: “Espera un segundo: A) ¿Dónde conseguiste esa información? B) ¿Cómo la conseguiste? y C) “Te pregunto esto porque quiero que lo que presentas sea mejor y más comprensible para el lector”. Los periodistas ciudadanos no tienen experiencia y carecen del tipo de credibilidad que un periodista sólo consigue con el tiempo.
Recibí un comentario hace poco que decía que todos somos periodistas y mi cabeza está bajo tierra, que huyo y me escondo. Pero no todos somos periodistas, como no todos somos jugadores fútbol. Algunos tienen más cualidades que otros y desarrollan sus habilidades con el tiempo. A mí me costó años de trabajo conseguir habilidad y cierto respeto. Apenas tenía 30 años cuando estuve en Vietnam cubriendo la guerra, y a pesar de que era joven no me habrían cogido para hacer el trabajo si creyeran que no podía hacerlo.
La situación es peor, por cierto, cuando se trata de fotoperiodismo. Con los teléfonos móviles, cualquiera se cree capaz de hacer una foto. De vez en cuando, alguien tiene suerte de estar en la escena de un accidente, de un desastre… pero suele ser sólo una vez. Necesitamos a los fotógrafos para salir y documentar la realidad, buscar las imágenes que nos cuenten la historia. Y el periodismo ciudadano no puede hacer esta labor, porque no esta comprometido con ella. No recorren las calles de una ciudad o un campo de batalla; sólo están en el momento.
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Por otra parte, les falta de experiencia y calidad, muchos no quieren ser editados y están en contra de la figura del medio como guardián de la puerta que pone una señal de aviso, una bandera roja que diga: “Espera un segundo: A) ¿Dónde conseguiste esa información? B) ¿Cómo la conseguiste? y C) “Te pregunto esto porque quiero que lo que presentas sea mejor y más comprensible para el lector”. Los periodistas ciudadanos no tienen experiencia y carecen del tipo de credibilidad que un periodista sólo consigue con el tiempo.
Recibí un comentario hace poco que decía que todos somos periodistas y mi cabeza está bajo tierra, que huyo y me escondo. Pero no todos somos periodistas, como no todos somos jugadores fútbol. Algunos tienen más cualidades que otros y desarrollan sus habilidades con el tiempo. A mí me costó años de trabajo conseguir habilidad y cierto respeto. Apenas tenía 30 años cuando estuve en Vietnam cubriendo la guerra, y a pesar de que era joven no me habrían cogido para hacer el trabajo si creyeran que no podía hacerlo.
La situación es peor, por cierto, cuando se trata de fotoperiodismo. Con los teléfonos móviles, cualquiera se cree capaz de hacer una foto. De vez en cuando, alguien tiene suerte de estar en la escena de un accidente, de un desastre… pero suele ser sólo una vez. Necesitamos a los fotógrafos para salir y documentar la realidad, buscar las imágenes que nos cuenten la historia. Y el periodismo ciudadano no puede hacer esta labor, porque no esta comprometido con ella. No recorren las calles de una ciudad o un campo de batalla; sólo están en el momento.
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