lunes, 18 de enero de 2010
Dentro de dos semanas, ¿alguien se acordará de los haitianos?
Por Ernesto Pérez Castillo
El terremoto que acaba de barrer con lo que quedaba de Haití no es el peor desastre en la historia de esa media isla. De hecho, es ese terremoto quien ha hecho que el mundo recuerde la existencia de Haití.
De la catástrofe haitiana no puede culparse a los apenas 38 segundos en que la tierra se estremeció, mientras el mundo ha permanecido imperturbable durante años, muchos años, de espaldas a la tragedia del día a día de los haitianos.
El seísmo apenas ha hecho que por unos días –y ya veremos cuántos– los poderosos de hoy posen de buena gente, anunciando ayudas que demoran, y pretextando “brotes de violencia” para enviar por delante soldados armados hasta los dientes a un país que necesita médicos –no ahora, sino desde siempre–, medicinas, comida y agua.
Chávez se lo ha dicho claramente a Obama: “Señor Obama mande hospitales de campaña, médicos, enfermeras, equipos, rescatistas y maquinaria para remover escombros. ¿Quién dijo que hacen falta allí fusiles y ametralladoras?”.
Por lo pronto, los soldados que envió el Premio Nobel de la Paz tomaron el control del aeropuerto de Puerto Príncipe y se han dedicado a impedir el aterrizaje de varios vuelos con ayuda, lo cual ha provocado que hasta el secretario de Estado de Cooperación de Francia, Alain Joyandet, exija a la ONU que precise el papel de EEUU: “Se trata de ayudar Haití, pero no de ocuparlo”.
En varios eventos, muchos han propuesto guardar un minuto de silencio por las victimas, pero la verdad es que el mundo, frente a Haití, no puede permitirse ni un segundo de silencio más.
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