viernes, 4 de diciembre de 2009

Tina en el Pabellón Cuba

No hay mejor espacio para evocar a Tina Modotti, o mejor, para hacerla presencia viva que el Pabellón Cuba, en la Rampa habanera, escenario desde diciembre de la sede del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano y de la exposición de su obra como artista de la fotografía, con las imágenes que atrapó no solo con el lente, sino con su espíritu rebelde y transgresor, como la espléndida figura de su compañero, en ideas y amores, Julio Antonio Mella.
La revolucionaria italiana, reconocida como una de las mejores fotógrafas del siglo XX, fue además actriz, y eso queda en el testimonio fílmico de Hollywood, con su presencia en la nómina y desde la actuación en cuatro películas del período del llamado cine mudo o silente.
Ahora recibe el homenaje del Festival, y es protagonista de la imagen, gracias a la exposición, en la que muestra su maestría, la agudeza y erotismo de su cámara, la apasionada intensidad de su perspectiva como artista, forjada por quien fue también uno de los grandes de la fotografía norteamericana, Edward Weston, su maestro.
Tina, durante su estancia en México, antes de participar en la guerra civil española con el sobrenombre de “María”, y en los años en los que conoció al cubano Julio Antonio Mella, no solo tuvo una activa vida artística en los medios de las artes visuales de aquel país, en los que cultivó la amistad con Diego Rivera, Frida Kahlo, José Clemente Orozco y David Alfaro Siqueiros, fue también la destacada luchadora que trabajó incansablemente a favor de la lucha de los guerrilleros de Sandino.
Como después del asesinato de Mella, y obligada al destierro, sin poder regresar a Italia donde imperaba el fascismo, se proyectó como una combatiente internacionalista, y en España fue también una leyenda, hasta que al concluir la guerra, con la derrota de la república, debió emigrar e ingresar clandestinamente y con nombre falso a México, para después y gracias al mandato del presidente Lázaro Cárdenas, quedar libre de la persecución y de la infamia que la rodeó al morir el cubano, para recuperar su nombre y trabajar por sus ideas, hasta que la muerte la sorprendió, silenciando su corazón, cuando salía de una cena junto a Pablo Neruda y fallecía, trece años después que su amado Julio Antonio.

Tomado de Cubasí

1 comentario:

  1. Dicen que a partir del momento en que sacaste este post con su foto, la asistencia al Pabellón Cuba se triplicó.

    ResponderEliminar