Por Andrés Gómez
El Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española define la palabra rocambolesca como algo inverosímil, y a su vez define inverosímil como algo que no tiene apariencia de verdad. Como sinónimos presenta los términos: absurdo, ilógico e irracional y como antónimos a normal y comprensible.
Como hace un ratico que a los elementos terroristas de esta Contrarrevolución no les es permitido ejercer su maléfica profesión –aunque éstos siempre se mantienen urdiendo la violencia – sería entonces correcto en estos tiempos calificar a esta Contrarrevolución de rocambolesca.
Durante estos últimos dos meses el quehacer de los elementos más irracionales de esta extrema derecha fue intentar impedir la realización en La Habana del concierto Paz sin Fronteras. La prensa miamense con sumo deleite hizo suya esta malograda campaña - malograda en sus objetivos políticos, aunque muy lucrativa a esta prensa en cuanto a ventas y a ratings se refiere.
En Miami hemos sido testigos de las mentiras, amenazas, escándalos, improperios y todo lo demás que esta gente siempre han sido capaz de hacer, esta vez en contra de Juanes, su familia y los otros cantantes que lo acompañaron en el concierto.
Todo eso para nada. El más del millón de cubanas y cubanos –jóvenes en su gran mayoría- que asistieron al concierto en la Plaza de la Revolución habanera ha sido otra derrota –ésta de incalculable daño político y mediático para esta Contrarrevolución-. Como también formó parte de la derrota las decenas de miles –cubanos y no cubanos- que en Miami sintonizaron el concierto trasmitido a través de los canales televisivos por cable y los otros canales que decidieron –por cuestión de dinero- retrasmitirlo.
Hace rato que esta Contrarrevolución no lucha solamente para destruir a la Revolución Cubana. También está envuelta en una lucha que también pierde, gradual aunque inoxarablemente, por el control de Miami.
Lo sucedido frente al restaurante Versalles –santuario de esta Contrarrevolución- la tarde y la noche del concierto en La Habana afirma de manera evidente esta realidad. De un lado los de siempre con su espectáculo de fantoches y del otro lo nuevo, lo que viene inevitablemente, la gente de a pie, cubanos y otros latinoamericanos principalmente – que nada tienen que ver con la Revolución Cubana-- pero que están hartos que esa otra gente le dicte cómo tienen que pensar y qué es lo que pueden y no pueden hacer. Gente ordinaria que pierden el miedo a manifestar su opinión y que en esta importante ocasión lo hicieron espontáneamente frente a esa chusma, por los cientos, y frente a su propio santuario.
¿Están perdiendo o no están perdiendo el control de Miami?
Pero siguen las amenazas, siguen las mentiras y sigue la censura. Esta vez no fue en Miami sino en el otro enclave de esta Contrarrevolución en Union City, estado de Nueva Jersey. La Junta Escolar de esa ciudad prohibió que la cantante cubana radicada en Nueva York, Cucú Diamantes, pudiera cantar en una gala de apertura de un High School en esa ciudad.
En un mandato firmado por la abogada de la Junta Escolar se le informó a los representantes de Cucú, “... que debemos cancelar el contrato debido a la reciente participación de su cliente [en el concierto] Paz sin Fronteras en Cuba”. Y los polítiqueros que controlan ese municipio –guarida del escurridizo Senador Bob Menéndez y su pandilla- a través de ese mandato justificaron su acción explicando: “...la comunidad se unió y amenazó con disturbios civiles, protestas y otras acciones en la gala de apertura”.
¿Cuál comunidad, la de los terroristas? ¿Quién más va a amenazar a un concierto en un High School con la violencia?
Porque estoy seguro de que los estudiantes de ese High School estaban locos por escuchar la música de Cucú ya que de ellos tuvo que haber venido la invitación a la cantante. Como también estoy seguro que la inmensa mayoría los padres de esos alumnos no fueron consultados sobre la prohibición de ese concierto.
Fueron los de siempre, los consortes de los terroristas, la extrema derecha contrarrevolucionaria absurda e irracional –rocambolesca- la que en Union City dictó, como venganza, la prohición, mientras que en Miami –con lo del concierto en La Habana- ésta perdió hasta los blúmeres y los calzoncillos.
Tomado de Rebelión
El Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española define la palabra rocambolesca como algo inverosímil, y a su vez define inverosímil como algo que no tiene apariencia de verdad. Como sinónimos presenta los términos: absurdo, ilógico e irracional y como antónimos a normal y comprensible.
Como hace un ratico que a los elementos terroristas de esta Contrarrevolución no les es permitido ejercer su maléfica profesión –aunque éstos siempre se mantienen urdiendo la violencia – sería entonces correcto en estos tiempos calificar a esta Contrarrevolución de rocambolesca.
Durante estos últimos dos meses el quehacer de los elementos más irracionales de esta extrema derecha fue intentar impedir la realización en La Habana del concierto Paz sin Fronteras. La prensa miamense con sumo deleite hizo suya esta malograda campaña - malograda en sus objetivos políticos, aunque muy lucrativa a esta prensa en cuanto a ventas y a ratings se refiere.
En Miami hemos sido testigos de las mentiras, amenazas, escándalos, improperios y todo lo demás que esta gente siempre han sido capaz de hacer, esta vez en contra de Juanes, su familia y los otros cantantes que lo acompañaron en el concierto.
Todo eso para nada. El más del millón de cubanas y cubanos –jóvenes en su gran mayoría- que asistieron al concierto en la Plaza de la Revolución habanera ha sido otra derrota –ésta de incalculable daño político y mediático para esta Contrarrevolución-. Como también formó parte de la derrota las decenas de miles –cubanos y no cubanos- que en Miami sintonizaron el concierto trasmitido a través de los canales televisivos por cable y los otros canales que decidieron –por cuestión de dinero- retrasmitirlo.
Hace rato que esta Contrarrevolución no lucha solamente para destruir a la Revolución Cubana. También está envuelta en una lucha que también pierde, gradual aunque inoxarablemente, por el control de Miami.
Lo sucedido frente al restaurante Versalles –santuario de esta Contrarrevolución- la tarde y la noche del concierto en La Habana afirma de manera evidente esta realidad. De un lado los de siempre con su espectáculo de fantoches y del otro lo nuevo, lo que viene inevitablemente, la gente de a pie, cubanos y otros latinoamericanos principalmente – que nada tienen que ver con la Revolución Cubana-- pero que están hartos que esa otra gente le dicte cómo tienen que pensar y qué es lo que pueden y no pueden hacer. Gente ordinaria que pierden el miedo a manifestar su opinión y que en esta importante ocasión lo hicieron espontáneamente frente a esa chusma, por los cientos, y frente a su propio santuario.
¿Están perdiendo o no están perdiendo el control de Miami?
Pero siguen las amenazas, siguen las mentiras y sigue la censura. Esta vez no fue en Miami sino en el otro enclave de esta Contrarrevolución en Union City, estado de Nueva Jersey. La Junta Escolar de esa ciudad prohibió que la cantante cubana radicada en Nueva York, Cucú Diamantes, pudiera cantar en una gala de apertura de un High School en esa ciudad.
En un mandato firmado por la abogada de la Junta Escolar se le informó a los representantes de Cucú, “... que debemos cancelar el contrato debido a la reciente participación de su cliente [en el concierto] Paz sin Fronteras en Cuba”. Y los polítiqueros que controlan ese municipio –guarida del escurridizo Senador Bob Menéndez y su pandilla- a través de ese mandato justificaron su acción explicando: “...la comunidad se unió y amenazó con disturbios civiles, protestas y otras acciones en la gala de apertura”.
¿Cuál comunidad, la de los terroristas? ¿Quién más va a amenazar a un concierto en un High School con la violencia?
Porque estoy seguro de que los estudiantes de ese High School estaban locos por escuchar la música de Cucú ya que de ellos tuvo que haber venido la invitación a la cantante. Como también estoy seguro que la inmensa mayoría los padres de esos alumnos no fueron consultados sobre la prohibición de ese concierto.
Fueron los de siempre, los consortes de los terroristas, la extrema derecha contrarrevolucionaria absurda e irracional –rocambolesca- la que en Union City dictó, como venganza, la prohición, mientras que en Miami –con lo del concierto en La Habana- ésta perdió hasta los blúmeres y los calzoncillos.
Tomado de Rebelión
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