Por Ernesto Pérez Castillo
Washington facilita trámites de visas para los cubanos… así lo pregonan los cables noticiosos. Lo leo y se me mojan los pantalones de la risa. Porque si algo hay que reconocerle al Imperio es lo creativo que logra ser.
Obama y compañía (¿o escribo mejor: and cia?) han encontrado el modo de apretar más las clavijas y que el mundo piense que las están aflojando. Ahora resulta que han decidido “facilitar” los trámites de visado a los cubanos, y para ello no han inventado nada mejor que la posibilidad de hacerlo mediante un formulario colgado en Internet…
Hasta el gato sabe que en Cuba las posibilidades de acceso a la red para el ciudadano común son mínimas, y por tanto esa medida no busca facilitar nada, sino muy por el contrario, es lo que procura es crear malestar entre los que aspiren a emigrar, ya suficientemente contrariados por el hecho de que el tiempo de espera para ser atendidos por la Oficina de Intereses de los EE.UU. en La Habana supera los dos años, todo un record mundial. Y entonces le están diciendo a estas personas: “bueno, envíe su formulario a través de Internet, y se agiliza el trámite…”
Eso, cuando menos, es perverso, porque lo que casi todos los gatos ignoran es que en Cuba no hay Internet precisamente porque Washington no quiere. Sí señor, eso es parte del bloqueo: el gobierno norteamericano impide la conexión de la Isla a la red mundial a través del cable gringo, que pasa muy cerca de nosotros. De ahí que la conexión cubana sea satelital, y por tanto mucho más cara, y por tanto, imposible de masificar como sería deseable.
Así que esta nueva iniciativa norteamericana no es sino más de lo mismo, y apunta en verdad hacia una escalada en la confrontación, pero siempre queriendo quedar bien ante la opinión pública, aparentando gestos que en verdad solo son una ofensa al sentido común y a la dignidad e inteligencia de las personas.
Al menos algo va quedando cada vez más claro: la apuesta del Obama, su “gran cambio” de política hacía Cuba se basa en continuar la vieja estrategia de la zanahoria, pero ahora sin la zanahoria.
Washington facilita trámites de visas para los cubanos… así lo pregonan los cables noticiosos. Lo leo y se me mojan los pantalones de la risa. Porque si algo hay que reconocerle al Imperio es lo creativo que logra ser.
Obama y compañía (¿o escribo mejor: and cia?) han encontrado el modo de apretar más las clavijas y que el mundo piense que las están aflojando. Ahora resulta que han decidido “facilitar” los trámites de visado a los cubanos, y para ello no han inventado nada mejor que la posibilidad de hacerlo mediante un formulario colgado en Internet…
Hasta el gato sabe que en Cuba las posibilidades de acceso a la red para el ciudadano común son mínimas, y por tanto esa medida no busca facilitar nada, sino muy por el contrario, es lo que procura es crear malestar entre los que aspiren a emigrar, ya suficientemente contrariados por el hecho de que el tiempo de espera para ser atendidos por la Oficina de Intereses de los EE.UU. en La Habana supera los dos años, todo un record mundial. Y entonces le están diciendo a estas personas: “bueno, envíe su formulario a través de Internet, y se agiliza el trámite…”
Eso, cuando menos, es perverso, porque lo que casi todos los gatos ignoran es que en Cuba no hay Internet precisamente porque Washington no quiere. Sí señor, eso es parte del bloqueo: el gobierno norteamericano impide la conexión de la Isla a la red mundial a través del cable gringo, que pasa muy cerca de nosotros. De ahí que la conexión cubana sea satelital, y por tanto mucho más cara, y por tanto, imposible de masificar como sería deseable.
Así que esta nueva iniciativa norteamericana no es sino más de lo mismo, y apunta en verdad hacia una escalada en la confrontación, pero siempre queriendo quedar bien ante la opinión pública, aparentando gestos que en verdad solo son una ofensa al sentido común y a la dignidad e inteligencia de las personas.
Al menos algo va quedando cada vez más claro: la apuesta del Obama, su “gran cambio” de política hacía Cuba se basa en continuar la vieja estrategia de la zanahoria, pero ahora sin la zanahoria.
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