Por Ernesto Pérez Castillo
¿Y se supone que ahora debamos dar las gracias a Obama?
Y, ¿por qué?
Lo que ha hecho el nuevo mandamás del Imperio ha sido únicamente dar un paso atrás, más solo eso, que no apunta a resolver el problema. Su efecto será tal como el de las aspirinas para la gripe: alivian, pero no curan. Los cubanos del otro lado han sufrido, tanto como sus familias en la Isla, la imposibilidad de tener contactos normales, durante años. Y Obama solo ha dicho que eso está bien, que deberá seguir siendo así.
El subterfugio del “alivio” es una trampa para tontos. Porque tras ello queda disimulada, pero en pie y tan sólida como siempre, la prohibición de viajar a la Isla cuando se quiera, por las razones que se quiera. Los que pretendan venir tendrán que seguir pidiendo permiso para viajar y solo podrán hacerlo una vez por año, y seguirán teniendo un límite de dinero a gastar, dictado por el gobierno norteamericano, y deberán tener al menos un familiar acá y demostrarlo. Y todo ello indica que siguen y seguirán siendo rehenes del Imperio.
Al invalidar las normas instituidas por la administración de Súper W, Obama lo que ha hecho es alinearse con la aberración que venía de antes, de dificultar el contacto entre los familiares a ambos lados del estrecho de la Florida, y usar eso como arma de presión política.
Obama le ha cambiado el collar al perro, pero el perro sigue teniendo la misma rabia. Y él sigue tirando de la correa.
¿Y se supone que ahora debamos dar las gracias a Obama?
Y, ¿por qué?
Lo que ha hecho el nuevo mandamás del Imperio ha sido únicamente dar un paso atrás, más solo eso, que no apunta a resolver el problema. Su efecto será tal como el de las aspirinas para la gripe: alivian, pero no curan. Los cubanos del otro lado han sufrido, tanto como sus familias en la Isla, la imposibilidad de tener contactos normales, durante años. Y Obama solo ha dicho que eso está bien, que deberá seguir siendo así.
El subterfugio del “alivio” es una trampa para tontos. Porque tras ello queda disimulada, pero en pie y tan sólida como siempre, la prohibición de viajar a la Isla cuando se quiera, por las razones que se quiera. Los que pretendan venir tendrán que seguir pidiendo permiso para viajar y solo podrán hacerlo una vez por año, y seguirán teniendo un límite de dinero a gastar, dictado por el gobierno norteamericano, y deberán tener al menos un familiar acá y demostrarlo. Y todo ello indica que siguen y seguirán siendo rehenes del Imperio.
Al invalidar las normas instituidas por la administración de Súper W, Obama lo que ha hecho es alinearse con la aberración que venía de antes, de dificultar el contacto entre los familiares a ambos lados del estrecho de la Florida, y usar eso como arma de presión política.
Obama le ha cambiado el collar al perro, pero el perro sigue teniendo la misma rabia. Y él sigue tirando de la correa.
Coincido plenamente con el autor de este comentario. Nos alegramos hasta de las limosnas que no da el imperio. Nada, que es a los cubanos a los que siguen tratando como perros a los que hay que sacar, correa mediante, a hacer pipi...Abajo el bloqueo
ResponderEliminarEso es cierto, el bloqueo sigue en pie. Sin embargo, al menos, ha habido un cambio, un primer paso en aras de romper la inmobilidad. En Cuba, los cubanos necesitan permiso para salir, no a los estados unidos, sino a cualquier lugar del mundo, y eso ni ha cambiado ni parece que vaya a cambiar.
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