"Dentro del avión, la mayoría, compuesta por turistas con sombrero de paja y subidos de tono por el ron habanero, dio la razón al dueño del exabrupto anticomunista, y así se fueron sucediendo frases, desde varios asientos, como que Cuba estaba hecha un gran basural, que no había donde comprar nada (se ve que buscaron algo así como El Corte Inglés y no lo encontraron), que las casas se están cayendo, que los coches son una mierda, que las carreteras son infumables, que hables con quien hables todos se quieren ir del país, que intentan sacarte dinero con todas las estratagemas posibles, que no tienen libertad, que no hay partidos políticos ni democracia, que los jóvenes sueñan con comprar cosas que no tienen, que faltan algunos alimentos, que las mujeres quieren casarse con un extranjero para que las saque del país, que los que viven algo mejor son los que tienen familiares en EE.UU. o Europa y mandan dinero, que hay una casta de funcionarios comunistas que controlan todo y se llevan los privilegios, que abundan las jinetereas, que la gente no trabaja porque ganan la ridícula cantidad de 20 euros al mes... . Al festín se fueron sumando incluso algunos cubanos que residían en Europa, y que aportaron detalles y anécdotas que aspiraban a ser divertidas. Y así, durante un buen rato. Pocas voces dieron la réplica de un modo convincente y la victoria parecía contundente, pero… de la fila 16, ya con el avión abandonando La Habana, se levantó un hombre de unos sesenta años y dijo con voz serena y contundente:› Leer más
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