Por J. S. Glez.
Pienso que la actual administración Obama tiene la oportunidad histórica, de realizar cambios reales en la práctica política Norteamérica. No sé si el nuevo Presidente tiene conciencia de ello.
Bastaría con desclasificar la papelería relacionada con la investigación sobre el trágico atentando a las Torres Gemelas, o sobre las informaciones que sirvieron de base para decidir la invasión a IRAQ. Desnudar los pretextos.
Pero si le pareciera muy difícil, bastaría con dar la batalla legal para impedir el asesinato de la poquísima ética que le queda a la clase política norteamericana. El “indulto a perpetuidad” otorgado por Bush a sus colaboradores más cercanos, cuatro días antes de salir de la Oficina Oval.
Sí, amigo, como lo está leyendo “indulto a perpetuidad” para Karl Rove, el gurú; Josh Bolten, Jefe del triste equipo; y la ex abogada de la casa del diablo, digo… de la Casa Blanca, Harriet Miers. Nadie puede obligarlos ahora a declarar sobre la contratación políticamente tramposa de fiscales federales que le costó el puesto al que legalizó la tortura, Alberto González, exprocurador general.
Esperemos para ver si hay cambios reales en Estados Unidos o la cosa sigue por donde alertaba Fidel: “Así más temprano que tarde va perdiendo su virginidad la política de Obama”.
Pienso que la actual administración Obama tiene la oportunidad histórica, de realizar cambios reales en la práctica política Norteamérica. No sé si el nuevo Presidente tiene conciencia de ello.
Bastaría con desclasificar la papelería relacionada con la investigación sobre el trágico atentando a las Torres Gemelas, o sobre las informaciones que sirvieron de base para decidir la invasión a IRAQ. Desnudar los pretextos.
Pero si le pareciera muy difícil, bastaría con dar la batalla legal para impedir el asesinato de la poquísima ética que le queda a la clase política norteamericana. El “indulto a perpetuidad” otorgado por Bush a sus colaboradores más cercanos, cuatro días antes de salir de la Oficina Oval.
Sí, amigo, como lo está leyendo “indulto a perpetuidad” para Karl Rove, el gurú; Josh Bolten, Jefe del triste equipo; y la ex abogada de la casa del diablo, digo… de la Casa Blanca, Harriet Miers. Nadie puede obligarlos ahora a declarar sobre la contratación políticamente tramposa de fiscales federales que le costó el puesto al que legalizó la tortura, Alberto González, exprocurador general.
Esperemos para ver si hay cambios reales en Estados Unidos o la cosa sigue por donde alertaba Fidel: “Así más temprano que tarde va perdiendo su virginidad la política de Obama”.
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