martes, 17 de febrero de 2009

Cancionero de una era

Por Jesús Adonis Martínez

Con un par de botas rusas, de pelear, comenzó Silvio Rodríguez su viaje al corazón de la gente, de esta era. Llegó y cantó, y casi todos, paso a paso, se plantaron en sus suelas para andar más fácil o más difícil o más hermoso o “más mejor”; y el que no, seguro sintió su pisotón o su patada en alguna víscera que aún le duele, si no lo mató ya el dolor.
Las huellas de ese largo amanecer que ha sido su camino aparecieron amarradas en un libro, Cancionero, editado por Tupac Pinilla (Letras Cubanas – Ojalá), para esta XVIII edición de la Feria Internacional del Libro de La Habana. El volumen incluye cientos de temas de la enorme producción de Silvio a lo largo de más de cuarenta años. Además de su amplia discografía, aparecen composiciones nunca recogidas en fonogramas, como aquellas que lo dieron a conocer en los programas televisivos Música y estrellas o Mientras Tanto, a fines de la década del sesenta. Casi alcanzan un centenar las canciones inéditas e, incluso, se adelantan, para goce de los silviófilos, algunas que integrarán su próximo disco, Segunda Cita.
La presentación del libro estuvo a cargo del poeta Jorge Fuentes, amigo del cantautor, quien prestó su “pequeña voz”-¿cuántas altas voces envidiarían su honor?, se preguntaba- para evocar esa gloriosa trinidad de Silvio, Pablito y Nicola cantando en la Casa de las Américas, en aquel concierto fundacional de la Nueva Trova, justo en el rebelde año de 1968. Para recordar también a los otros que enseguida formaron columna y ejército, cantándole a la sociedad nueva y fulminando a los “delimitadores de la primavera”. “No se podrá hacer historia en el futuro sin tomar en cuenta sus nombres”.
“Todo está en este libro, incluida la ausencia”, dijo Fuentes. Y ¡cuánto media entre “todo” y “la ausencia”!: barcos que son el Granma o el Playa Girón, la vida y la muerte, la melancolía, la trova, la vergüenza, las partidas, los retornos, un rabo de nube, todo cuestión de causas y azares; el Elegido y su cañón de futuro, el fusil contra fusil, la bala; la madre, una mujer desnuda y con sombrilla, o con sombrero, que es algo igual de glorioso pero diferente; tres hermanos, un necio, mi soldado, los poetas, mil fantasmas y ángeles; el árbol, un libro, los días y las flores; la nueva escuela, la casa, la familia, la propiedad privada, el amor … y esto es solo un resumen de noticias para no partirme en dos.
Silvio, el hijo de Sindo Garay, de Corona, del rock, del barroco, del experimento que fueron los Beatles, pero sin una forma concreta o una estructura determinada. Silvio, lúcido y coherente; cuya historia de lucha había comenzado el Primero de Enero de 1959. Silvio en Coppelia, la Catedral del Helado, “donde tomó en serio la literatura”. Así nos contó el poeta Fuentes al poeta Silvio Rodríguez Domínguez.
Y después vino él y dijo “no tengo nada más que decir”, pero dijo: “Ustedes son a quienes han estado dirigidas mis canciones”.

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