miércoles, 13 de noviembre de 2019
Donald Trump y el papel de EE.UU. en golpe de Estado en Bolivia
Por M. H. Lagarde
El gobierno de Estados Unidos, propenso a evaluar al resto del mundo con avales y listas, aun cuando nadie le ha solicitado su opinión, rompió por fin su silencio ensordecedor sobre los últimos sucesos ocurridos en Bolivia.
Lo hizo 24 horas después de que el terror impuesto por las hordas fascistoides de la oposición, con la cómplice traición de las fuerzas militares policiales, obligaran a renunciar al presidente Evo Morales.
De acuerdo con despachos de prensa, este lunes, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, saludó la renuncia del presidente de Bolivia, Evo Morales, a la que catalogó como «una fuerte señal» a los gobiernos «ilegítimos» de Venezuela y Nicaragua, y elogió el papel de los militares bolivianos.
«Estados Unidos aplaude al pueblo boliviano por exigir libertad, y a los militares bolivianos por acatar su juramento de proteger no solo a una persona, sino a la Constitución de Bolivia», dijo Trump en una declaración.
«Estos eventos envían una fuerte señal a los regímenes ilegítimos en Venezuela y Nicaragua de que la democracia y la voluntad del pueblo siempre prevalecerán».
Las declaraciones de Trump tuvieron lugar cuando la policía y los militares reprimían en El Alto, La Paz y otras ciudades bolivianas a los partidarios del MAS para impedir que salieran a las calles en apoyo de su presidente.
Mientras el sábado y domingo fuerzas paramilitares asesinaban y vejaban a indígenas y pobres pobladores, amenazaban con quitarle la vida a familiares del gobierno, incendiaban o saqueaban las casas de funcionarios, incluida la del propio presidente Evo, ni a Estados Unidos, ni a su instrumento político, la OEA, la defensa de la Constitución les importó un rábano.
La «fuerte señal» enviada por Trump no puede ser más potente, no solo para Venezuela y Nicaragua, sino para el mundo entero. En primer lugar, significa un espaldarazo a lo que muchos en los propios Estados Unidos consideran un golpe de Estado.
Las congresistas demócratas de Estados Unidos Alexandria Ocasio-Cortez e Ilhan Omar calificaron de golpe de Estado la situación que se vive hoy en Bolivia.
«Lo que está pasando en Bolivia en este momento no es democracia, es un golpe de Estado», escribió Ocasio-Cortez en su cuenta de la red social Twitter.
Por su parte, Omar manifestó: «Hay una palabra para el presidente de un país expulsado por los militares. Se llama un golpe de Estado».
De igual forma, e inmediatamente después de ocurrida la renuncia de Evo Morales, el Partido Socialismo y Liberación de Estados Unidos acusó al imperialismo norteamericano de ser el patrocinador del golpe de Estado en Bolivia, y expresó su solidaridad con el pueblo de la nación sudamericana.
El pretexto esgrimido para sacar por la fuerza a Evo Morales: «el de ser un dictador que quiere perpetuarse en el poder» es una falacia que solo existe en las planas de los medios de información en manos de la oligarquía.
Las relaciones entre Washington y La Paz se deterioraron desde la llegada al poder del presidente originario Morales, usando como pretexto su defensa de los cocaleros indígenas. Según datos oficiales estadounidenses, la asistencia a Bolivia empezó a disminuir en 2007 y cesó en 2013, cuando Evo expulsó a la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) por su carácter injerencista y subversivo.
Aunque, después de la llegada de Trump a la Casa Blanca, Bolivia había quedado excluida de la lista de dictaduras proclamada por John Bolton, para nadie era un secreto que dicho país resultaba una piedra en el zapato de Estados Unidos, además de por nacionalizar sus recursos naturales, por la posición invariablemente antimperialista de su presidente.
Por si quedaran dudas de la participación norteamericana en el golpe, archivos de audio publicados recientemente por la prensa boliviana confirmaron el contubernio de la oposición con los representantes en el senado de la mafia cubanoamericana Bob Menéndez, Ted Cruz y Marco Rubio.
Este último, considerado por Trump como su cerebro para las cuestiones latinoamericanas, curiosamente, ni durante el domingo ni el lunes se había enterado de lo ocurrido en Bolivia y solo hasta pocos minutos antes de concluido este comentario ensalzó en Twitter el papel jugado por la OEA para justificar el golpe.
El mensaje enviado por la administración estadounidense no puede ser más claro: los golpes de Estado fascistas, basados en el terror y el crimen, son su mejor arma para defender la «democracia».
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