miércoles, 17 de octubre de 2012

Grupo Prisa se hunde en la bolsa por malos negocios en Miami

Por Armando G. Tejeda/La Jornada

El Grupo Prisa, enfrascado en el despido masivo de una parte de su plantilla y con el periódico El País en guerra abierta con la dirección, continúa sin parar su hundimiento en la bolsa, al rozar el mínimo histórico y cotizar a 0.34 céntimos por acción. El emporio mediático fundado por el empresario editorial Jesús de Polanco inició su andadura bursátil en 2000, con un precio de salida de 20 euros por acción.


Mientras el grupo mediático se hunde en el mercado bursátil, al interior del rotativo español crece la tensión y la guerra abierta entre los periodistas de la redacción y los ejecutivos y directivos, encabezados por Juan Luis Cebrián, a quien la emblemática reportera, columnista del diario y escritora Maruja Torres lo definió como un pijo (rico engreído) rencoroso y sin conciencia.

La salud financiera del Grupo Prisa está en situación de extrema gravedad, que además supone un motivo más de desestabilización para una empresa que en los últimos años sobrevive gracias a la renegociación periódica de su deuda millonaria –debe más de 4 mil millones de dólares a los bancos–, que ha hecho que estas instituciones y sus ejecutivos implacables hayan asumido el control ejecutivo y contable de la empresa. Uno de los motivos que muchos periodistas del rotativo cuestionan es, precisamente, la apuesta por la salida a bolsa de una empresa como Prisa que, como definió el ex periodista de El País, Pere Ruisiñol, se dedicó a hacer capitalismo de casino.



De hecho, la caída en picada de las acciones es una de las razones de la asfixia de la deuda y de que cada vez haya más expedientes de regulación de empleo (ERE) en las empresas que integran el grupo, como ya ocurrió con el periódico financiero Cinco Días, el área de Revista, la Cadena Ser y ahora el buque insignia El País.

El dato de la cotización habla por sí mismo: una acción de Prisa cuesta hoy en el piso de remates sólo 0.34 céntimos, mientras hace 12 años, cuando irrumpió con fuerza en el mercado bursátil, costaba 20 euros. Sólo en lo que va de año el valor de la acción ha perdido 60 por ciento, a pesar del plan de restructuración y la renegociación de la deuda.

Según los datos de la Comisión Nacional del Mercado de Valores, de todas las empresas que integran el grupo, sólo el conglomerado editorial de Santillana (Alfaguara, Taurus, etcétera) y Prisa TV no han entrado en la caída libre de los ingresos, pero la expectativa a corto plazo es que también caigan en números rojos y, por tanto, se apruebe una nueva reducción de la plantilla.

En medio de esta grave situación financiera, la crisis al interior del periódico El País se va agravando con el paso de los días, en los que el divorcio entre la redacción y la dirección, presidida por el periodista Javier Moreno, es cada vez más agrio.

De hecho, el Comité de Empresa del rotativo decidió en una votación la convocatoria de dos jornadas de paro laboral de dos horas para los próximos 23 y 24 de octubre. Los trabajadores exigen a la dirección la retirada del ERE, que afecta a una tercera parte de la plantilla –128 despidos y 29 prejubilaciones.

Los periodistas de El País también mantienen incólume su petición de que renuncie el director Javier Moreno, al que acusan de coaccionar y amenazar a los redactores para que cesaran la huelga de firmas que sólo duró un día, precisamente por las advertencias de la dirección de que si continuaban con esta práctica se cerrarían corresponsalías y se fulminaría de la plantilla a los periodistas rebeldes.

La tensión ha llegado a tal punto que también ha habido denuncias de censura, coacción, amenazas y hasta de borrar comentarios de lectores por parte de la dirección, siempre bajo el auspicio de Juan Luis Cebrián, el auténtico jefe del plan de despido masivo.

Entre los periodistas censurados se encontraba uno de los bloggeros del diario, que escribió una carta abierta a Juan Luis, la cual fue eliminada de la página web del periódico tras estar apenas unas horas y que después de publicó en otra dirección.

La carta decía, entre otras cosas: “En realidad, todas sabemos que lo de la plantilla cara y vieja es una forma (bastante burda, eso sí) de excusar un recorte con un sentido puramente económico, y que no está en su cabeza eso de hacer una transformación del proyecto del periódico. Vamos, que tras sus pasos ciegos de capitalista de casino con Digital+, radios en Miami y teles latinoamericanas, El País le molesta y se lo quiere quitar de encima cuanto antes. ¡Total, usted ya tiene asegurado su retiro dorado! De lo contrario, hubiera escuchado a la plantilla, en lugar de lanzar con repugnante indiferencia ese comentario de que ‘quien aprueba o reprueba a su presidente y ejecutivos es la asamblea de accionistas, no la de los trabajadores’, que es algo así como decir ‘me importa una soberana mierda lo que digáis porque yo cobro de Liberty’. Y eso está feo, Juan Luis, está muy feo”.

Más crítica fue la veterana periodista Maruja Torres, una de las fundadoras del periódico y referente para la redacción del diario. Con su habitual ironía y aprovechando una conferencia durante el comienzo del curso académico en la Facultad de Comunicación de la Universidad Autónoma de Barcelona, Torres aseguró: “La historia de El País es la de Saturno devorando a sus hijos. Cebrián nunca asumió no ser el hijo carnal de (Jesús) Polanco. Es rencoroso y pijo, pero un pijo sin conciencia. Decía que estaba salvando el periodismo, que había un cambio de paradigma. Mentira. Perdió 5 mil millones de euros jugando al capitalismo de casino, comprando radios en Miami y teles latinoamericanas que no valían nada. Quería ser un tiburón de Wall Street pero era una sardinita que todo lo hizo mal. Se pulió las ganancias del trabajo de todos nosotros en la aventura del mejor diario de la democracia española. Cebrián era un quiero y no puedo, un cateto (torpe o inculto)”.

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