Por Silvio Rodríguez
1. Hay canciones que piden y canciones que ofrecen. Toma intenta ser de las que dan.
2. Los que gobiernan la información mediática trazan paisajes ideológicos. Dicen que la “guerra fría” quedó atrás, pero siguen usando sus mitos discriminatorios. Tonada del albedrío empezó a tomar forma ante tergiversaciones del significado del sacrificio de Ernesto Guevara. Pero también tenía pendiente subrayar su idea, expresada en “El hombre y el socialismo en Cuba”, de que el socialismo no pretende intelectuales asalariados al pensamiento oficial.
3. La primera canción que le escuché a Violeta Parra fue La carta, que le dirigía a su hermano Roberto, injustamente preso. Desde entonces reconocí en ella un magisterio al que he tratado de rendir tributo de tres formas: queriendo su arte, a sus hijos y a su país. Lamento que en esta primera carta mía haya tenido que contarle algunas cosas tristes. Ojalá las próximas sean mejores.
4. Hace veinte años tome un avión hacia México en el que sólo iba otro pasajero: Gabriel García Márquez. Volábamos por un cielo de pocos amigos y nos fuimos dando ánimos el uno al otro. Mi compañero de viaje me contó que a veces se le ocurrían pequeños argumentos que después no sabía dónde meterlos, y que quizás eran canciones. Había uno sobre una novia abandonada que llevaba a cuesta sus regalos de bodas. San Petersburgo tiene de aquella historia inédita que tuve el privilegio de escucharle al gran escritor colombiano y, al mismo tiempo, es un tributo a la ciudad que habita el fantasma de Pushkin.
5. A César Portillo de la Luz lo conocí hace cuatro décadas. Por entonces lo perseguía por los bares nocturnos en que él cantaba. En la secuencia lo vi construir canciones con los interludios que improvisaba entre tema y tema. Él fue parte de mi ritual de iniciación y me alumbró con secretos del oficio de trovador con poca voz. Saber que la inmortal Contigo en la distancia la había compuesto el mismo año que yo había nacido fue algo que siempre me impactó. Odilio Urfé —pianista, musicólogo y persona inolvidable— llamaba a Portillo “el filósofo del bolero”. Demasiado se la dedico a César con mucha deuda y admiración.
6. Sea señora salió como un exabrupto. Es como un voto a la evolución política de Cuba, sin olvidar a dos pilares de nuestra historia.
7. ”Nada hay más importante que un niño”, dijo José Martí. El Gigante es una canción con esa idea.
8. En 2008 los cambios climáticos castigaron el Caribe. En Cuba tuvimos ocho muertes, más de 100 mil viviendas destruidas, muchas cosechas arrasadas, miles de millones en pérdidas. Después de tres ciclones y choqueados por los desastres, sobre nuestra isla parecía flotar un mal presagio. Huracán fue la música que me regaló una tarde oscura en que creí escuchar el saxofón de Charles Lloys. Después se lo conté a Robertico Carcassés y el llevó al estudio al estremecedor José Carlos Acosta.
9. Aunque parece una plegaria a un pasado glorioso. Bendita (o Yo fui una vez) fue compuesta para el documental “Mujeres de la guerrilla”, de Consuelo Elba, que narra el azaroso devenir de algunas de las mujeres que participaron en las luchas revolucionarias de la Sierra Maestra.
10. Desde Cita con ángeles, compuesto entre el 11 de septiembre de 2001 y la agresión de Irak en 2003, me esperaban las citas de los ángeles de mi tierra… Cuba, como Prometeo, desafió los designios olímpicos entregados al fuego de los mortales. Pero nuestra luz reveladora también nos otorgó la responsabilidad de convertirnos en nuestros propios serafines. Por eso Segunda cita es la historia del ser piadoso que algunos llevamos dentro. Y por ser - como somos - portentos pretendidos, nuestros atributos pueden resultar más entusiastas que eficaces. Ni más ni menos que con los ángeles presuntamente verdaderos de la primera cita.
11. Cuando yo nací, las calles de San Antonio de los Baños llevaban nombres de patriotas. Nunca supe por qué alrededor de 1970 los sustituyeron por números arábigos. Poco después, refiriéndome a mi habanero barrio de San Leopoldo, escribí un verso que decía: “la ciudad se derrumba y yo cantando”. Todavía era la infamia de las ruinas que llegaron a ser mi pueblo natal y Centrohabana… El coro de esta canción alude a un tiempo en que lo prístino respiraba y corría. Era la estación primigenia donde lo que hoy llamamos originario tenía que lugar para existir. Suerte y características consiguieron que algunas almas lograran superar el olvido. Sus huellas bordaron una bandera. Bajo ese emblema todavía marca lo reconocible del pasado, como una suerte de pelotón fantasma que va engordando con lo que sobrevive de cada era. Autores selectos se suman a la columna espectral que algunos llaman tradición. La regla de ingreso a esa memoria es convertirse en Trovador Antiguo.
12. En el cementerio protestante de Roma hay una sepultura en que se lee: “Aquí yace uno cuyo nombre fue escrito en el agua”. Es el epitafio que se hizo a si mismo John Keats, poeta que vivió 26 años. Su texto lapidario inspiró Dibujo en el agua.
2. Los que gobiernan la información mediática trazan paisajes ideológicos. Dicen que la “guerra fría” quedó atrás, pero siguen usando sus mitos discriminatorios. Tonada del albedrío empezó a tomar forma ante tergiversaciones del significado del sacrificio de Ernesto Guevara. Pero también tenía pendiente subrayar su idea, expresada en “El hombre y el socialismo en Cuba”, de que el socialismo no pretende intelectuales asalariados al pensamiento oficial.
3. La primera canción que le escuché a Violeta Parra fue La carta, que le dirigía a su hermano Roberto, injustamente preso. Desde entonces reconocí en ella un magisterio al que he tratado de rendir tributo de tres formas: queriendo su arte, a sus hijos y a su país. Lamento que en esta primera carta mía haya tenido que contarle algunas cosas tristes. Ojalá las próximas sean mejores.
4. Hace veinte años tome un avión hacia México en el que sólo iba otro pasajero: Gabriel García Márquez. Volábamos por un cielo de pocos amigos y nos fuimos dando ánimos el uno al otro. Mi compañero de viaje me contó que a veces se le ocurrían pequeños argumentos que después no sabía dónde meterlos, y que quizás eran canciones. Había uno sobre una novia abandonada que llevaba a cuesta sus regalos de bodas. San Petersburgo tiene de aquella historia inédita que tuve el privilegio de escucharle al gran escritor colombiano y, al mismo tiempo, es un tributo a la ciudad que habita el fantasma de Pushkin.
5. A César Portillo de la Luz lo conocí hace cuatro décadas. Por entonces lo perseguía por los bares nocturnos en que él cantaba. En la secuencia lo vi construir canciones con los interludios que improvisaba entre tema y tema. Él fue parte de mi ritual de iniciación y me alumbró con secretos del oficio de trovador con poca voz. Saber que la inmortal Contigo en la distancia la había compuesto el mismo año que yo había nacido fue algo que siempre me impactó. Odilio Urfé —pianista, musicólogo y persona inolvidable— llamaba a Portillo “el filósofo del bolero”. Demasiado se la dedico a César con mucha deuda y admiración.
6. Sea señora salió como un exabrupto. Es como un voto a la evolución política de Cuba, sin olvidar a dos pilares de nuestra historia.
7. ”Nada hay más importante que un niño”, dijo José Martí. El Gigante es una canción con esa idea.
8. En 2008 los cambios climáticos castigaron el Caribe. En Cuba tuvimos ocho muertes, más de 100 mil viviendas destruidas, muchas cosechas arrasadas, miles de millones en pérdidas. Después de tres ciclones y choqueados por los desastres, sobre nuestra isla parecía flotar un mal presagio. Huracán fue la música que me regaló una tarde oscura en que creí escuchar el saxofón de Charles Lloys. Después se lo conté a Robertico Carcassés y el llevó al estudio al estremecedor José Carlos Acosta.
9. Aunque parece una plegaria a un pasado glorioso. Bendita (o Yo fui una vez) fue compuesta para el documental “Mujeres de la guerrilla”, de Consuelo Elba, que narra el azaroso devenir de algunas de las mujeres que participaron en las luchas revolucionarias de la Sierra Maestra.
10. Desde Cita con ángeles, compuesto entre el 11 de septiembre de 2001 y la agresión de Irak en 2003, me esperaban las citas de los ángeles de mi tierra… Cuba, como Prometeo, desafió los designios olímpicos entregados al fuego de los mortales. Pero nuestra luz reveladora también nos otorgó la responsabilidad de convertirnos en nuestros propios serafines. Por eso Segunda cita es la historia del ser piadoso que algunos llevamos dentro. Y por ser - como somos - portentos pretendidos, nuestros atributos pueden resultar más entusiastas que eficaces. Ni más ni menos que con los ángeles presuntamente verdaderos de la primera cita.
11. Cuando yo nací, las calles de San Antonio de los Baños llevaban nombres de patriotas. Nunca supe por qué alrededor de 1970 los sustituyeron por números arábigos. Poco después, refiriéndome a mi habanero barrio de San Leopoldo, escribí un verso que decía: “la ciudad se derrumba y yo cantando”. Todavía era la infamia de las ruinas que llegaron a ser mi pueblo natal y Centrohabana… El coro de esta canción alude a un tiempo en que lo prístino respiraba y corría. Era la estación primigenia donde lo que hoy llamamos originario tenía que lugar para existir. Suerte y características consiguieron que algunas almas lograran superar el olvido. Sus huellas bordaron una bandera. Bajo ese emblema todavía marca lo reconocible del pasado, como una suerte de pelotón fantasma que va engordando con lo que sobrevive de cada era. Autores selectos se suman a la columna espectral que algunos llaman tradición. La regla de ingreso a esa memoria es convertirse en Trovador Antiguo.
12. En el cementerio protestante de Roma hay una sepultura en que se lee: “Aquí yace uno cuyo nombre fue escrito en el agua”. Es el epitafio que se hizo a si mismo John Keats, poeta que vivió 26 años. Su texto lapidario inspiró Dibujo en el agua.
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