viernes, 4 de septiembre de 2009

Cuba: Una tormenta perfecta

Bastó que el popular cantante colombiano, Juanes, anunciara que el 20 de septiembre próximo presentará uno de sus conciertos Paz sin Fronteras, en La Habana, para que la furia y el odio se desataran en Miami.
Bajo el lema “Un martillo, un disco de Juanes” furiosos exponentes del exilio cubano anticastrista, colocaron los discos de Juanes sobre una acera de la calle 8 y los hicieron añicos.
Rodeados de pancartas que decían “Juanes, los guerrilleros sin fronteras”, quemaron camisas negras, aludiendo a uno de los éxitos del cantante. “Esto es lo que haremos con él, quemarlo por comunista, por traidor” y, amenazantes, sentenciaron: “Juanes le cantará a la Paz de los Sepulcros”.
No es la primera vez que cantantes, científicos, intelectuales, artistas de todos los géneros, son víctimas de la misma intolerancia, por el simple hecho de favorecer un mayor intercambio entre ambos pueblos.
Fue precisamente en esa ciudad, en la que prevalecen el odio y el resentimiento en contra de Cuba, en donde se desarrolló el juicio contra Gerardo Hernández, Ramón Labañino, Antonio Guerrero, Fernando González y René González, cinco agentes de la seguridad cubana que durante 4 años infiltraron pacíficamente los grupos terroristas del exilio con el fin de alertar a Cuba sobre los planes criminales de estas organizaciones. No podía esperarse allí un juicio imparcial. Sin embargo, la jueza Joan Lenard rechazó todos los pedidos de la defensa para cambiar la sede, asegurando un fallo condenatorio que satisficiera los intereses de los terroristas de La Florida.
El 9 de agosto del 2005 un panel de tres jueces de la Corte de Apelaciones de Atlanta admitió que los fuertes prejuicios de la comunidad, unidos a la mala conducta de la fiscalía habían creado una tormenta perfecta que privó a los acusados de un juicio imparcial. Con ese fundamento, revocaron las sentencias y ordenaron la realización de un nuevo juicio. Sin embargo, la fuerte presión ejercida por el gobierno de los EEUU logró que aquella decisión fuera revertida y el próximo 12 de septiembre, los Cinco cumplirán 11 años de injusto cautiverio.
El 4 de junio del 2008, esos mismos jueces confirmaron las condenas pero ordenaron reducir las sentencias de Antonio, Ramón y Fernando, admitiendo que no hubo delito alguno contra la seguridad nacional de los EEUU. Ellos ya fueron trasladados a Miami, a la espera de ser resentenciados en la misma ciudad y por la misma jueza que, en diciembre del 2001 dictó aquellas penas crueles y desproporcionadas: en total 4 cadenas perpetuas y 77 años de prisión.
Un solo día de encierro hubiera sido demasiado. Once años son un criminal atropello. El gobierno de los EEUU conoce la misión que Gerardo, Antonio, Ramón, Fernando y René cumplían en La Florida y tiene en su poder las pruebas de inocencia. El presidente Obama debe liberarlos porque de lo contrario las celdas en las que los tiene recluidos se convertirán en Cinco tribunas desde donde el mundo juzgará esta cruel injusticia.

Comité Argentino por la Libertad de los Cinco


Tomado de Argenpress

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