Por Jorge Ángel Hernández
No me sumo con frecuencia a esos eventos tumultuarios, ni siquiera al de la Feria del libro, uno de los más tranquilos que en el orden cultural podemos disfrutar en Cuba todo el año; y no asisto porque no me parezcan necesarios, sino para evitar las posteriores consecuencias que el ejercicio trae a mi salud. Por eso, en este febrero, que tengo bastante ocupado en el orden personal, decidí no viajar a La Habana, aunque perdiera la oportunidad de encontrarme con amigos que pocas veces veo; y, mire usted, aunque soy autor de una novedad literaria: el libro de cuentos Los graduados de Kafka, publicado por Ediciones Vigía, con un trabajo de diseño y edición digno de los más altos reconocimientos y que, no obstante, no aparece en el programa central. No se me ocurrió, sin embargo, que podía declararme vetado, o censurado (mis cuentos no son muy complacientes, que digamos), no sólo por no aparecer en el programa sino porque los antologadores de Pardo, como antes otros de terceras tendencias literarias, oficialistas y de izquierda para la lejana fecha, decidieran ignorarme. Siempre he pensado que se trata de diferencias de apreciación basadas en limitaciones de espectro y tolerancia cuyo axioma es muy simple: lo que a mí mismo no complace, carece, sin más, de calidad. Actuar así, confiando en que lo literario deberá hacerse justicia por sí mismo, en un mundo entregado a la simulación, te deja fuera, cómo no, de muchos trenes rápidos. Pero ello, con sus derivados, no es más que un paquete variable de circunstancias que condicionan a los grupos humanos. No es para nada serio, creíble, tolerable siquiera, echar la culpa de circunstancias de esta índole al impreciso cesto del totalitarismo, o del imperialismo. Son subterfugios del que no confía en sí mismo, o en su obra, y se somete al vaivén de fuerzas superiores para alcanzar al menos una tarja.
Pero iba a lamentar de cualquier modo mi decisión de no asistir a la Feria de La Habana en varias oportunidades, cada vez que recibiera, vía correo electrónico o telefónica, reclamaciones de amigos, colegas y, sobre todo, de mi hija, que, como vive en la capital, se dio su salto al barullo medio que reprochando que no estuviese allí para aconsejarle cuáles títulos llevar a casa. Aún así, ninguna de estas lamentaciones me iba a resultar tan inquietante como la de no poder asistir a la presentación de Boring Home, de Orlando Luis Pardo Lazo, a la que fui invitado por él mismo vía correo electrónico (en mensaje múltiple con destinatarios ocultos) desde el jueves 12 de febrero. Quería estar, no por el suceso del libro, sino porque, a través de una tercera persona, un familiar mío recibió una amenaza de su parte a causa de mi artículo El mismo caldo, con las tres tazas de rigor en el que, entre otras cosas, intentaba entender a qué respondía su cabrerainfantilismo llevado al extremo de (auto)fotografiarse eyaculando sobre la bandera cubana para hacerlo público. Y esta amenaza se produjo apenas después de recibir la invitación. Como no hace tanto fui agredido a cadenazos por expresar mis opiniones, (yo estaba sentado, conversando y, sin esperarlo, recibí el ataque en presencia de muchas personas, testigos presenciales de lo ocurrido, pero aún así la noticia fue tergiversada por el sitio payolibre.com y reproducida con mayor prestancia a falsos detalles por los comentaristas en penúltimos días, y asimismo reenviada por eforyatocha) la emisaria de Pardo utilizaba el hecho (así, tergiversado, con mentiras a propósito difundidas) para anunciarme algo similar de su parte. “Me alegra que no vengas, aunque no nos veamos”, reiteraba la voz. “Cuídate”.
Me lamenté de no estar, a qué negarlo; no para agenciarme, como ellos, un dossier de valiente, ni para demostrar que no siempre el agresor queda impune, sino para palpar que aquellos que como heraldos de la diversidad de criterio y de la tolerancia se presentan, acuden al golpe y a la ofensa ante el argumento contrario, incluso si éste no se sale del tono respetuoso. De haber asistido, entonces, la atenta prensa internacional no se hubiera marchado sin la pizca de violencia que necesitaba y hasta hubiera podido convertir el tumulto de curiosos que se habría formado en un presunto público, ya que los encargados de reportar parecen superar en número a los asistentes. Las fotos publicadas por La Jiribilla, y por cambiosencuba, son incontestables; aún así, la bloggera de generación Y terminó diciéndole a su órgano de prensa favorito (con responder esta pregunta en un show televisivo pudiera quedar blanqueado otro dinero, ¿no creen?) que los asistentes, valientes que fueron, llegaron a cincuenta. ¡Y El País lo publicó cínicamente! ¡Escamoteando sin la más mínima ética el testimonio gráfico!
¿Se trata, entonces, de una performance narcisista más? ¿No fue un intento fallido de legitimación internacional para un supuesto opositor? ¿No encontró acaso personas más capacitadas que Y. S. para unas buenas palabras de presentación, algo que los escritores cubanos, todos, respetamos casi con devoción?
La noticia de El País se fundamenta en que el libro (un CD quemado, al parecer, con lo cual se hace inexplicable cómo no evadieron la cacareada represión resolviendo en línea la presentación), digital y no se sabe bien si impreso, es “crítico con Castro”. Irreverente; irrespetuoso; insolente…, pudiera ser, pero ¿crítico? Difícilmente su literatura alcance ese nivel; y tampoco satírica (al menos si consideramos que la sátira tiene derecho a ejercerse bajo dignidad literaria, como la que hiciera, pongamos por caso, el polaco Slawomir Mrozek). ¡Ni siquiera un libelo! Sus textos son parodias de referentes efímeros que han deslumbrado, a saber por qué, a algún que otro jurado, a algún que otro antologador, a algún que otro evaluador de editoriales. No más que lo que el campesino llama “ajo vaneado”, es decir, dientes cuya sustancia depende de significaciones que están en otra parte, malogradas, sin gusto, inevitablemente convocadas por la generosa memoria e, inevitablemente además, volátiles al uso del lector. Son, él, Yoani, los porno-ricardistas (cuyo único recurso es el choteo ofensivo, el más vulgar y fronterizo de los recursos humanos para la disputa), arietes de infantería para la guerra fría. Enrique Ubieta lo indica con absoluta claridad y su preocupación es justa: los financistas estrategas perfilan sus maniobras y ofrecen, como un componente de salario real, la propaganda. No se trata de personas hablando en libertad —como se venden—, sino de robocops para la manufactura ideológica, con estatutos e ideologemas definidos y estrictos. El filón de la “frecuencia Y” revela así su estrecha sintonía. Donde Pardo pone “ex-critor”, Luis Rogelio Nogueras anotaba “excretor”; a saber cómo ambas se disputen llevar la marca de agua.
P. S. Para que algunas de las referencias efímeras que aquí me he permitido alcancen su significado estable, adjunto el mensaje recibido:
La dirección remitente es: orlandoluispardolazo@gmail.com; fecha y hora: jueves 12-02-2009: 2:45 pm. El mensaje anunciaba: Este lunes 16 de febrero de 2009, inevitablemente a las 3 de la tarde, en la explanada exterior frente al parqueo delantero de la Cabaña, inevitablemente a la derecha de la calle de entrada a la Feria, la filóloga Yoani Sánchez (blogger de Generación Y) presentará el libro de cuentos BORING HOME del ex-critor Orlando Luis Pardo Lazo (blogger de Lunes de Post-Revolución), editado free-lance en papel y en digital por Ediciones Lawtonomar 2009, dada la pereza (o tal vez la pericia) de las Letras Cubanas al respecto. Están tod@s inevitablemente invitad@s! › Vea Fotorreportaje de La Jiribilla
La feria y la feria
La feria, la misma de siempre...
No me sumo con frecuencia a esos eventos tumultuarios, ni siquiera al de la Feria del libro, uno de los más tranquilos que en el orden cultural podemos disfrutar en Cuba todo el año; y no asisto porque no me parezcan necesarios, sino para evitar las posteriores consecuencias que el ejercicio trae a mi salud. Por eso, en este febrero, que tengo bastante ocupado en el orden personal, decidí no viajar a La Habana, aunque perdiera la oportunidad de encontrarme con amigos que pocas veces veo; y, mire usted, aunque soy autor de una novedad literaria: el libro de cuentos Los graduados de Kafka, publicado por Ediciones Vigía, con un trabajo de diseño y edición digno de los más altos reconocimientos y que, no obstante, no aparece en el programa central. No se me ocurrió, sin embargo, que podía declararme vetado, o censurado (mis cuentos no son muy complacientes, que digamos), no sólo por no aparecer en el programa sino porque los antologadores de Pardo, como antes otros de terceras tendencias literarias, oficialistas y de izquierda para la lejana fecha, decidieran ignorarme. Siempre he pensado que se trata de diferencias de apreciación basadas en limitaciones de espectro y tolerancia cuyo axioma es muy simple: lo que a mí mismo no complace, carece, sin más, de calidad. Actuar así, confiando en que lo literario deberá hacerse justicia por sí mismo, en un mundo entregado a la simulación, te deja fuera, cómo no, de muchos trenes rápidos. Pero ello, con sus derivados, no es más que un paquete variable de circunstancias que condicionan a los grupos humanos. No es para nada serio, creíble, tolerable siquiera, echar la culpa de circunstancias de esta índole al impreciso cesto del totalitarismo, o del imperialismo. Son subterfugios del que no confía en sí mismo, o en su obra, y se somete al vaivén de fuerzas superiores para alcanzar al menos una tarja.
Pero iba a lamentar de cualquier modo mi decisión de no asistir a la Feria de La Habana en varias oportunidades, cada vez que recibiera, vía correo electrónico o telefónica, reclamaciones de amigos, colegas y, sobre todo, de mi hija, que, como vive en la capital, se dio su salto al barullo medio que reprochando que no estuviese allí para aconsejarle cuáles títulos llevar a casa. Aún así, ninguna de estas lamentaciones me iba a resultar tan inquietante como la de no poder asistir a la presentación de Boring Home, de Orlando Luis Pardo Lazo, a la que fui invitado por él mismo vía correo electrónico (en mensaje múltiple con destinatarios ocultos) desde el jueves 12 de febrero. Quería estar, no por el suceso del libro, sino porque, a través de una tercera persona, un familiar mío recibió una amenaza de su parte a causa de mi artículo El mismo caldo, con las tres tazas de rigor en el que, entre otras cosas, intentaba entender a qué respondía su cabrerainfantilismo llevado al extremo de (auto)fotografiarse eyaculando sobre la bandera cubana para hacerlo público. Y esta amenaza se produjo apenas después de recibir la invitación. Como no hace tanto fui agredido a cadenazos por expresar mis opiniones, (yo estaba sentado, conversando y, sin esperarlo, recibí el ataque en presencia de muchas personas, testigos presenciales de lo ocurrido, pero aún así la noticia fue tergiversada por el sitio payolibre.com y reproducida con mayor prestancia a falsos detalles por los comentaristas en penúltimos días, y asimismo reenviada por eforyatocha) la emisaria de Pardo utilizaba el hecho (así, tergiversado, con mentiras a propósito difundidas) para anunciarme algo similar de su parte. “Me alegra que no vengas, aunque no nos veamos”, reiteraba la voz. “Cuídate”.
Me lamenté de no estar, a qué negarlo; no para agenciarme, como ellos, un dossier de valiente, ni para demostrar que no siempre el agresor queda impune, sino para palpar que aquellos que como heraldos de la diversidad de criterio y de la tolerancia se presentan, acuden al golpe y a la ofensa ante el argumento contrario, incluso si éste no se sale del tono respetuoso. De haber asistido, entonces, la atenta prensa internacional no se hubiera marchado sin la pizca de violencia que necesitaba y hasta hubiera podido convertir el tumulto de curiosos que se habría formado en un presunto público, ya que los encargados de reportar parecen superar en número a los asistentes. Las fotos publicadas por La Jiribilla, y por cambiosencuba, son incontestables; aún así, la bloggera de generación Y terminó diciéndole a su órgano de prensa favorito (con responder esta pregunta en un show televisivo pudiera quedar blanqueado otro dinero, ¿no creen?) que los asistentes, valientes que fueron, llegaron a cincuenta. ¡Y El País lo publicó cínicamente! ¡Escamoteando sin la más mínima ética el testimonio gráfico!
¿Se trata, entonces, de una performance narcisista más? ¿No fue un intento fallido de legitimación internacional para un supuesto opositor? ¿No encontró acaso personas más capacitadas que Y. S. para unas buenas palabras de presentación, algo que los escritores cubanos, todos, respetamos casi con devoción?
La noticia de El País se fundamenta en que el libro (un CD quemado, al parecer, con lo cual se hace inexplicable cómo no evadieron la cacareada represión resolviendo en línea la presentación), digital y no se sabe bien si impreso, es “crítico con Castro”. Irreverente; irrespetuoso; insolente…, pudiera ser, pero ¿crítico? Difícilmente su literatura alcance ese nivel; y tampoco satírica (al menos si consideramos que la sátira tiene derecho a ejercerse bajo dignidad literaria, como la que hiciera, pongamos por caso, el polaco Slawomir Mrozek). ¡Ni siquiera un libelo! Sus textos son parodias de referentes efímeros que han deslumbrado, a saber por qué, a algún que otro jurado, a algún que otro antologador, a algún que otro evaluador de editoriales. No más que lo que el campesino llama “ajo vaneado”, es decir, dientes cuya sustancia depende de significaciones que están en otra parte, malogradas, sin gusto, inevitablemente convocadas por la generosa memoria e, inevitablemente además, volátiles al uso del lector. Son, él, Yoani, los porno-ricardistas (cuyo único recurso es el choteo ofensivo, el más vulgar y fronterizo de los recursos humanos para la disputa), arietes de infantería para la guerra fría. Enrique Ubieta lo indica con absoluta claridad y su preocupación es justa: los financistas estrategas perfilan sus maniobras y ofrecen, como un componente de salario real, la propaganda. No se trata de personas hablando en libertad —como se venden—, sino de robocops para la manufactura ideológica, con estatutos e ideologemas definidos y estrictos. El filón de la “frecuencia Y” revela así su estrecha sintonía. Donde Pardo pone “ex-critor”, Luis Rogelio Nogueras anotaba “excretor”; a saber cómo ambas se disputen llevar la marca de agua.
P. S. Para que algunas de las referencias efímeras que aquí me he permitido alcancen su significado estable, adjunto el mensaje recibido:
La dirección remitente es: orlandoluispardolazo@gmail.com; fecha y hora: jueves 12-02-2009: 2:45 pm. El mensaje anunciaba: Este lunes 16 de febrero de 2009, inevitablemente a las 3 de la tarde, en la explanada exterior frente al parqueo delantero de la Cabaña, inevitablemente a la derecha de la calle de entrada a la Feria, la filóloga Yoani Sánchez (blogger de Generación Y) presentará el libro de cuentos BORING HOME del ex-critor Orlando Luis Pardo Lazo (blogger de Lunes de Post-Revolución), editado free-lance en papel y en digital por Ediciones Lawtonomar 2009, dada la pereza (o tal vez la pericia) de las Letras Cubanas al respecto. Están tod@s inevitablemente invitad@s! › Vea Fotorreportaje de La Jiribilla
La feria y la feria
La feria, la misma de siempre...
grasias por sus inventos q nos ayudan a investigar nuestras tareas
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