El bloguero oficialista de la SINA con cara de marine frustrado. |
La camioneta chevrolet apareció de la nada, como si la hubieran dejado caer en paracaidas. ¿La 82 división aerotransportada acababa de desembarcar en el apacible barrio habanero de Miramar? Nada de eso. La camioneta estaba tripulada por un bloguero oficialista de la SINA con cara de marine frustrado al timón y algún desconocido tracatán aprendiz del patio, cámara en mano.
El frenazo de la camioneta, estilo película del sábado, a pocos pasos de donde yo me encotraba al parecer tenía el fin de sorprenderme mientras fotografiaba a los mercenarios mientras entraban en fila india y como mansos corderos en el Centro de Entrenamiento de la SINA en La Habana, sito en la esquina 7ma y Miramar. En realidad el revuelo a lo Hollywood estaba de más. Ninguno de los blogueros o miembros de la prensa que retrataban a la servil procesión de anexionistas cubanos entrando a la residencia de sus amos estaba allí ni enterrado en la tierra ni vestido de camuflaje,
Entonces ocurrió el duelo. Tras la pirueta del marine bloguero al timón la camioneta se detuvo muy cerca de mí y el tracatán armado con su camarita made in usa comenzó a disparame. Le devolví, por supuesto, los disparos, más que nada por lo elocuente que me resultaba como el indicieto adjunto le hacia el trabajo sucio al yuma. ¿Se trataría, en su versión bloguera, de algunos de esos a los que ahora llaman contratistas y que son quienes se ocupan de las matanzas en países ocupados por el imperio como Irak o Afganistan?
El intercambio de flashes duró unos segundos hasta que bajé la cámara, dejé mi cara al descubierto y le regalé mi mejor sonrisa al marine que conducía.
En realidad, no sé de dónde habrán sacado los blogueros oficialistas de la SINA que para defender mi país debo andar yo escondiendome de alguien.
Una anécdota ilustra la absurda maniobra del marine y su tracatán aindiado. El pasado 7 de diciembre, mientras ocurría otro desfile mercenario en el mismo sitio, sostuve otro duelo fotográfico con el funcionario de la SINA, Joaquin Monserrate. Esa vez Monserrate que, en realidad no tiene aire de marine frustrado, montado en su Susuky descargó insitentemente el obturador de su camarita de espía sobre mi persona. Como era de esperarse, devolví el golpe hasta que Monserrate de pronto dijo: Lagarde, quítate la cámara de la cara. Lo complací y le dije. ¿Quién te ha dicho que yo ando escondiendo mi cara?
De hecho varios funcionarios de la SINA, entre ellos el propio Monserrate, a los que he filmado y retratado mientras alientan con su presencia protectora a las turbas mercenarias en sus provocaciones organizadas por ellos en las calles de La Habana, deben tener más fotos mías en su despacho y computadoras que de la propia Hillary Clinton.
¿Si no, cómo se explica que el funcionario Monserrate me llamara por mi nombre? Nada, cosas de la tonteria de la guerrita de las redes sociales con la que Estados Unidos cree ahora que conquistará a aquellos rincones oscuros a los que todavía no ha podido doblegar y mucho de la prepotencia imperial que les hace creer que todo el mundo en Cuba se parece a sus subordinados y se muere por conseguir una visa para viajar al pais de Obama y las maravillas.
Yo por cierto ya fui al país, entonces de Bush y las maravillas, y la más profunda impresión que me dejó dicho viaje fue que un país tan poderoso le tuviera tanto miedo al ejemplo de la pobre islita del Caribe que es Cuba.
Por último, invito a los funcionarios, marines y blogueros oficialistas de la SINA, a que entre las muchas actividades "culturales" que organizan en esa oficina, violando los convenios internacionales, programen una exposición de fotos sobre mi trabajo de denuncia de cómo el gobierno de Estados Unidos pretende interferir, financiando marionetas e impartiendo cursos de subversión, en los asuntos cubanos.
A diferencia de ellos, yo soy un periodista cubano que sí trabaja al decubierto.
El tracatán contratado que le hace el trabajo al yanqui. |
¿Con las manos bien abiertas para ocultar el rostro? |
Grupito de mercenarios que pasaba y se entusiamó con el desembarco de la camioneta. |
¿Y el tracatán quién será? |
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