En este caso los mercenarios han dedicido reprimirse entre ellos mismos, no por divergencia ideológicas, filosóficas o de otra índole, sino por lo único que realmente le interesa a los mercenarios: el dinero.
Mientras las Damas de Blanco montan su show, con coreografía de la SINA, en una céntrica calle habanera, René Gómez Manzano y Francisco pastor Chaviano se caen a trompadas cual boxeadores profesionales después de recibir algún cobro en la Oficina de Intereses en La Habana.
El fin de año huele a compras y los mercenarios andan con los ánimos caldeados pensando en cómo resolver el puerco de nochebuena y los rones del brindis para celebrar un año más del trinfo de la Revolución que les sirve de negocio.
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