En su intento de exprimir hasta la última gota de zumo propagandista a la muerte de Orlando Zapata, la internacional anti Cuba hizo publicar el 1 de marzo en el diario español El Mundo, en su sección Tribuna, un artículo de opinión firmado por Armando Valladares, ex disidente desaparecido de las primeras planas de la prensa europea desde hacía ya algunos decenios.
En dicho artículo el falso poeta y falso paralítico –entre otras falsedades– realizaba una truculenta descripción de la muerte de Zapata, con tal lujo de detalles –incluido el nombre de su carcelero– que sólo un testigo presencial hubiera podido aportarlos. Entre otros comentarios fuera de toda medida que contiene el artículo está la afirmación de que “[los comunistas] golpeaban a un hombre que llevaba 60, 70, 80 días en huelga de hambre.” Nada se supo de la suerte de Orlando Zapata en esos 60, 70, 80 días, ni de sus antecedentes políticos, que no los había. Sí hubo, de repente, una explosión propagandística iniciada el 27 de febrero y a continuación gran una campaña internacional. Entre otros, los artículos de Salim Lamrani Cuba, los medios occidentales y el suicidio de Orlando Zapata Tamayo, y el de Atilio Borón Cuba, el suicidio de un “disidente” establecen con claridad las razones de la condena y las condiciones carcelarias de Zapata (1).
Pero, ¿de dónde viene Armando Valladares?
Su etapa de “disidente” es ya conocida. En su día, 1982, su nombre como “preso de conciencia” se hizo tan conocido en todo el mundo que consiguió levantar en algunos países –Francia, por ejemplo– un verdadero clamor contra la revolución cubana por tener prisionero a un escritor supuestamente de tanto talento y de talla internacional. Además, se trataba, decían, de un escritor paralítico a raíz de los malos tratos recibidos en prisión. Alguien que no podía caminar, y que se movía en una silla de ruedas. Hasta el Presidente de François Mitterrand intercedió ante Fidel para lograr su liberación, encargando de la tarea a su asesor Regis Debray.
La fachada de escritor perseguido que le habían construido había servido para esconder unos antecedentes mucho más siniestros: miembro de la policía de Batista y luego, tras el triunfo revolucionario de 1959, autor de atentados con bombas incendiarias introducidas en Cuba desde Miami y plantadas en lugares públicos, es decir de acciones terroristas indiscutibles, por las que sería detenido y condenado en 1960. En su lugar aparecía el preso de conciencia, condenado por un inverosímil rechazo a colocar una calcomanía “comunista” en su mesa de trabajo, y autor paralítico de un libro de poesía escrito en prisión, cuyo explícito título era Desde mi silla de ruedas, en el que narra una supuesta ordalía en las cárceles cubanas fruto de su supuesto delito de opinión. › Seguir leyendo...
¡Yo me tomé el tiempo de leer algunos poemas del falso paralítico y me resultaron de una pobreza imponderable! Anti-panfletos de mal gusto
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