› Cuidado: criminales sueltos
Por M. H. Lagarde
Este jueves el Museo de Historia del Sur de la Florida en el downtown de Miami se inaugura una exposición que estará abierta seis meses, titulada Crime in Miami (El delito en Miami), que explora las consecuencias de la delincuencia en la zona durante los últimos 100 años y los esfuerzos de las agencias policiales por contenerla.
Según El Nuevo Herald: “Incluso antes que Miami fuera un municipio, atraía a renegados y turistas, soñadores y millonarios, así como a mafiosos, aspirantes a asesinos presidenciales, secuestradores, asesinos múltiples y traficantes de cocaína. Al Capone vino a vivir a Miami Beach en 1928. Giuseppe Zangara trató de matar al recién electo Franklin D. Roosevelt en Bayfront Park en 1933. Y en los años 80 los narcos colombianos libraron fuertes batallas”.
De acuerdo con Scott J. Silverman, juez de circuito de Miami-Dade, uno de los fundadores de la Sociedad Histórica del Onceno Distrito Judicial: "La exposición trata de captar la historia de la delincuencia en Miami durante los últimos 100 años y cómo ha afectado a los habitantes en el pasado y cómo podría afectarlos en el futuro''.
Crime in Miami abarcará desde los traficantes de ron y los notorios mafiosos de la época de la Prohibición hasta conocidos casos de asesinatos y las guerras de los narcotraficantes y exhibirá objetos de interés, fotografías y documentos jurídicos de la colección del Museo, junto a tarjetas de huellas dactilares y otras herramientas de identificación.
De más está decir que en la exposición no incluye por ninguna parte toda la fauna batistiana que después de enero de 1959 levantó su cuartel general en esa región del sur de la Florida. Y si entre los atractivos de la muestra se encuentra el secuestro en 1938 de James "Skeegie'' Cash, hijo de 5 años del dueño de una tienda de Princeton, en el sur de Miami-Dade, nada se dice del secuestro del niño cubano Elián González, ocurrido en esa ciudad en 1999.
Tales olvidos, por supuesto, ponen en duda, en primer lugar la veracidad “histórica” de una exposición del crimen que ya, antes de que abra sus puertas, puede considerarse condenada al fracaso.
Qué atractivo pueden tener el recuento de las “hazañas” de matinée de domingo de Al Capone, cuando la ciudad Miami toda es una suerte de parque natural del crimen donde sus pobladores pueden contemplar a connotadas bestias del asesinato -como Posada Carriles y Orlando Bosh, sueltos en la calle y con apoyo policial- solo protegidos por el cristal de las ventanillas de sus coches.
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