Por M. H. Lagarde
A las definiciones que suelen ser usadas por la prensa norteamericana como “fuego hostil” o “fuego amigo” para justificar las bajas en combate, habría que añadir una nueva: la de “fuego íntimo”.
Esta última es la que me parece más apropiada para describir un fenómeno que cada vez más contribuye a aumentar el número de muertos dentro de las fuerzas armadas estadounidenses : el suicidio.
El asunto parece bien serio por lo que el ejército (de tierra) de Estados Unidos, según The Washington Post, ha emprendido un estudio de cinco años, con un costo de 50 millones de dólares, acerca de la salud mental y las causas de suicidio entre sus miembros.
El estudio, que cubrirá a unas 500.000 personas, incluyendo militares del Ejército en servicio activo o retirados y sus familiares, solicitará información de cada soldado que sea reclutado en el Ejército en los próximos tres años, al igual que de unos 90.000 que ya están en filas, según el Pentágono.
Aunque la tasa de suicidios entre los militares del Ejército de EE.UU. ha sido tradicionalmente más baja que entre la población civil, en los últimos dos años ambas se han equiparado.
En 2008 hubo 143 suicidios confirmados de miembros del Ejército, la cifra anual más alta en tres décadas desde que esa arma empezó a llevar registros.
De acuerdo con el Post entre los numerosos factores señalados como causa de suicidios se cuentan el trastorno de estrés postraumático, problemas familiares y el abuso de alcohol. Otro factor que incide es la repetición de asignaciones en las zonas de guerra de Iraq y Afganistán desde 2001.
"Aunque el suicidio puede afectar a cualquiera estamos viendo que los soldados hombres en tareas que requieren el uso de armas de combate, entre las edades de 18 y 27 años, son los más vulnerables", ha dicho el general de brigada Colleen McGuire que encabeza la Fuerza de Tareas de Prevención de Suicidio del Ejército.
El ejército yanqui tiene a la muerte infiltrada en sus filas. Si el número de suicidios dentro de las fuerzas armadas continúa como va, el poderoso ejército norteamericano corre el riesgo de derrotarse a sí mismo.
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