Por Eugenio Suárez Pérez
“Puesto que Cuba resiste, puesto que Cuba defiende su soberanía, entonces hay que castigar a Cuba, bloquearla, tratar de rendirla por hambre, tratar de que estalle por dentro, para eliminar hasta el recuerdo de Cuba, porque no quieren perdonar los […] años de resistencia que ha protagonizado nuestro heroico pueblo”.
Con estas palabras comienza el libro De Ford a Bush, presentado el viernes pasado en la sede del Instituto de Amistad con los Pueblos. Su autor Néstor García Iturbe, Doctor en Ciencias Históricas y profesor titular. La edición estuvo a cargo de la Editora Política (editora@unap.cc.cu).
Desde el primero de enero de 1959 hasta la fecha han presidido la Casa Blanca en Estados Unidos once presidentes: Eisenhower, 1953.1961; Kennedy, 1961-1963; Jonson, 1963-1969; Nixon, 1969-1974; Ford, 1974-1977; Carter, 1977-1981; Reagan, 1981-1989; Bush padre, 1989-1991; Clinton, 1993-2001; Bush hijo, 2001-2009. El último, recién dueño de la Casa Blanca, Obama. De estos, el compañero Fidel escribió, “He sido entrenado por 10 Presidentes de Estados Unidos. A uno de ellos lo respeto mucho: a Carter. Alguno de los demás dio unas veces lo mejor y otras lo peor de sí. Varios de ellos, únicamente lo peor porque no tenían otra cosa que ofrecer. Al número 11 lo observo cuidadosamente. A todos agradezco lo mucho que aprendí a lidiar con los poderosos”.
De Ford a Bush, es un libro muy oportuno, llega en el momento más adecuado. De forma amena, detallada y argumentada pone de manifiesto los manejos utilizados por los gobiernos que transcurrieron desde Gerald R. Ford hasta George W. Bush en la política de Estados Unidos hacia Cuba. No se trata de un análisis sobre las relaciones entre esa nación y Cuba sino la política de esos gobiernos contra Cuba.
Antes de caracterizar a cada gobierno, el autor expone los antecedentes históricos de esa política. Luego le siguen siete capítulos, dedicados cada uno a la administración de seis presidentes con sus respectivas conclusiones. Después de haber transitado por esas administraciones, el lector topará con un epilogo donde se analiza el papel que le correspondió desempeñar a cada agencia del gobierno de Estados Unidos, entre ellas: la CIA, el Pentágono, los departamentos de Comercio y Tesoro, el Departamento de Estado, y el Congreso.
Al final de la obra, el Dr. García Iturbe adjunta a su libro cinco anexos que contribuyen a entender mucho mejor la caracterización de cada administración. El primero de ellos es un resumen de las fundamentales condiciones establecidas por las distintas administraciones norteamericanas para el restablecimiento de relaciones con Cuba. Pero en este caso transita desde Kennedy (1961-1963) hasta Bush hijo (2001-2009).
Los anexo 2, 3 y 4, respectivamente, presentan una cronología de las principales sanciones económicas de Estados Unidos contra Cuba desde el 6 de julio de 1960 hasta el 12 de marzo de 1996; las acciones terroristas y paramilitares efectuadas por republicanos y demócratas con un resultado sorprendente; y las maniobras militares norteamericanas que tuvieron un carácter provocativo e intimidatorio contra Cuba.
Por último, el anexo 5 ofrece una síntesis y análisis de un grupo de documentos y referencias de importancia en el desarrollo de la política de Estados Unidos hacia Cuba. Entre ellos: Lavalle comisión, Joint Corporación Comité on Cuban Claims, Trilateral Comisión, Informe Linowitz II, Informe al Congreso de 7 de febrero de 1979. ADM Carter, Directiva 52. Emitida por el presidente Carter, Informe de Santa Fe, la política de Estados Unidos hacia Centroamérica y Cuba, Ley Torricelli y la Ley Helms-Burton.
Cierra las páginas del libro facsímiles de los documentos principales.
Cuando se termina la lectura del libro De Ford a Bush, evidentemente se comprende lo que el Dr. Néstor García Iturbe escribió en el epilogo, sobre la política de todos los gobiernos norteamericanos:
Esta política siempre ha estado dirigida a tratar de sojuzgar y dominar a Cuba; en un principio, con la intención de que se convirtiera en un estado más de la unión; posteriormente en una colonia; después en una república mediatizada; y finalmente, si los esfuerzos que realizan para derrocar a la Revolución triunfaran, convertirnos en una neocolonia; por lo que la política ha sido consecuente con los intereses del grupo que ostenta el poder.
No hay comentarios:
Publicar un comentario