domingo, 8 de marzo de 2009

La rabia del Cambio


El pasado 24 de febrero cuando el actual presidente cubano cumplió un año en el gobierno de la Isla, una andanada de reportes de prensa catalogó ese periodo como prácticamente inamovible en materia de cambios.Salvo la venta de celulares, el acceso de cubanos a los hoteles antiguamente reservados para el turismo, la venta de computadoras, el fin de algunas restricciones aduaneras y la entrega de tierras ociosas, la mayoría de los observadores de la política de la isla no vieron nada más digno de mencionarse.Tampoco muchos de ellos se detuvieron en la catástrofe que significó el paso de tres ciclones, ni el daño económico por esos fenómenos provocados, que obligaron a posponer otros cambios y reformas previstas.El informe anual del Departamento de Estado de Estados Unidos sobre el estado de los derechos humanos en el mundo, igualmente entrecerró los ojos ante mejora o reforma alguna por lo que el documento, con algunas salvedades, parecía una copia fiel del emitido por anteriores administraciones norteamericanas.Cuando la pasada semana una nota oficial del gobierno anunció la democión de varios ministros y vicepresidentes y la reorganización institucional del estado, a los observadores internacionales las medidas del gobierno cubano se le antojaron entonces desmedidas y desproporcionadas.Los medios dedicados a atacar a Cuba no han dejado desde entonces de especular sobre presuntas "purgas estalinistas", "guiños al imperio" y cuantas necedades para denigrar a Cuba le vienen a la mente a reporteros y propagandistas.Cabe preguntarse. Le interesa a alguien, además del pueblo de Cuba, que la Isla cambie?Sí, por supuesto.Pero lo que ninguno de los analistas, adivinos, santeros, profetas y demás expertos en la realidad cubana dice con sinceridad es que el único cambio que esperan de Cuba es su regreso al pasado, o sea, al capitalismo. Que, es por cierto, el único que no debe ocurrir. Para eso, precisamente, cambiamos.Ya se ha dicho mil veces, aunque algunos no quieren escucharlo, que Cuba cambió definitivamente en 1959 y que sería un sin sentido histórico, una pérdida de tiempo, volver a recomenzar la historia.Mientras no se sirva la revolución en bandeja de plata en el banquete de la derrota, ningún cambio, más o menos importante, que haga Cuba complacerá a quienes no soportan sus 50 años de resistencia. El estoicismo revolucionario del pueblo cubano equivale a medio siglo del fracaso de muchos.El último cambio tuvo lugar anoche a las doce cuando los cubanos adelantaron una hora a sus relojes, no precisamente para tomarle ventaja al futuro, sino para ahorrar energía.Pero ese, dirán los que nos quieren poco, es otro cambio sin importancia porque, a fin de cuentas, solo sirve para perpetuar el “castrismo”.

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