jueves, 12 de febrero de 2009

La feria para un Infante no difunto

Por M. H. Lagarde

Un cuento de Guillermo Cabrera Infante ha sido publicado en una antología, a propósito de los 50 años de la Revolución, que aparecerá en la Isla durante la última Feria del Libro de La Habana.
La publicación responde, entre otras razones, me imagino, a un viejo anhelo de editoriales cubanas de darle el lugar que le corresponde a lo mejor de la obra de ese escritor cubano. Si el hecho de publicar al narrador en Cuba no se consumó antes se debió a las reiteradas negativas del propio autor.
Luego de distanciarse de la Revolución cubana, a la que apoyó en sus primeros años, Cabrera Infante trastocó su carrera de narrador por la de denostador del sistema cubano. Sus rejuegos con el lenguaje de Tres Tristes Tigres o La Habana para un infante difunto devinieron en los vulgares juegos de palabras de Mea Cuba y otros textos y declaraciones de vuelos más políticos que literarios.
Supongo que el autor debe haber vivido muchos años carcomido por la sospecha de si el éxito y el reconocimiento que llegó a alcanzar, sobre todo en los medios de prensa occidentales, se debía a su talento como narrador y ensayista o al de trabalengüista opositor del régimen de la Habana.
Pero suposiciones aparte, lo cierto es que en Cuba siempre fue reconocido, aún cuando lo desterraran de los diccionarios, lo mejor de su quehacer literario.
No obstante, no había entrevista en la que el también Premio Cervantes, asegurara y perjurara que sus libros estaban prohibidos en la Isla y que se los leía a escondidas.
Otro tanto intenta hacer ahora, a propósito de la aparición de la antología "La Ínsula Fabulante", en donde figura el cuento "En el gran ecbó", su viuda, Miriam Gómez.
La ex actriz, al denunciar “al régimen castrista por estar publicando sus obras sin permiso”, ha confirmado la explicación que los editores cubanos han dado, en más de una ocasión, sobre la supuesta censura de Cabrera Infante en Cuba.
Guillermo, fabulador al fin, se inventó en su cabeza una novela de espías en donde él figuraba como el protagonista perseguido. No era una novela autobiográfica, por cierto. La realidad es que si Cuba no publicó sus obras fue únicamente por su voluntad expresa.
"El no quería que saliera nada en Cuba hasta que fuese libre, pero ahora lo han hecho sin autorización los mismos que le censuraron y le hicieron la vida imposible", dice ahora Miriam Gómez e insiste en el cuento de Infante de horror y misterio de que :
"Los cubanos tenían que leer sus obras envueltas en papel de periódico para que no los descubrieran o en pedacitos, y ahora, una vez muerto, le publican”. "Ya dijeron que en cuanto se muriera, Guillermo iba a ser de ellos. Me lo han robado. Son unos censores y unos ladrones. Le borraron de los diccionarios y ahora están publicándole como les da la gana", explicó Gómez a Efe.
Miriam también ha afirmado que en Cuba se han publicado “artículos periodísticos fuera de contexto, como uno de opinión que escribió sólo quince días después de la Revolución”.
Entre esos textos periodísticos memorables recuerdo ahora un reportaje sobre la derrota del imperialismo yanqui en Playa Girón que, tuvo lugar dos años después del triunfo, y que alguna vez publicó La Jiribilla.
Por lo visto, como hizo el propio Guillermo en vida, Miriam prefiere que su esposo siga sin ser un Infante no difunto más por el “cuento” del anticastrismo antes que por textos como “En el gran ecbó”.
Por suerte, muchos de los lectores cubanos que lo disfrutarán en la feria, para quienes la propaganda es una cosa y la literatura otra, prefieren lo contrario.

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