Si se leen las reacciones que se han publicado en estos días posteriores al discurso, en casi todos los textos se hace uso de esa fantasía conspirativa como refugio psicológico. Se recurre a los fantasmas del Quinquenio Gris, de Pensamiento Crítico, del CEA, de la parametración, de la UMAP, todo, todo a lo que puedan echar mano para idearse un martirio con divina recompensa, aunque no venga al caso, se lo echan encima. El objetivo es presentar como intolerancia a la libertad de expresión y la pluralidad de criterios lo que en el propio discurso de Díaz Canel es un rechazo a la estrategia injerencista de los Estados Unidos y algunos gobiernos europeos.
Incluso alguno ha llegado en su delirio a tomarse para sí toda la referencia del discurso. ¿Acaso tendrá tan incorporado el lagrimeo como parafilia, que en el fondo aspira a la leyenda de que el Presidente “habló” de él? Hay quien tiene tanta vocación de víctima, de auto asignarse comparaciones con personajes históricos, que no quiere compartir el fatalismo con los demás, pues lo necesita todo para su discurso.
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