Por estos días ha cobrado vida
una sinuosa campaña de propaganda, que narra la aparición de supuestos daños neurológicos en funcionarios diplomáticos norteamericanos acreditados en Cuba, “expuestos” a los efectos de una poderosa y misteriosa arma
de ondas ultrasónicas que les ha ocasionado,
entre otras afecciones, la pérdida de audición.
El laboratorio encargado de
mantener con vitalidad la campaña ha “cuidado” celosamente preservar en el anonimato a las “víctimas de
los ataques ultrasónicos”.
Sin embargo, el pasado martes, en
el 72 período de sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas,
compareció el Presidente Trump, quien públicamente develó los serios problemas de audición que tiene con relación a Cuba.
El 20 de octubre del 2016, el
plenario de sesiones de la ONU, fue testigo de un hecho inédito en el organismo
internacional, cuando 191 países, con dos abstenciones (Estados Unidos e
Israel) se pronunciaron por poner fin al levantamiento del genocida bloqueo
económico de los Estados Unidos contra Cuba.
A menos de un año de la histórica
votación, Donald Trump haciendo oídos sordos al reclamo de 191 países,
sentencio en su primer discurso como Presidente de Estados Unidos ante el
organismo internacional”… Mi Administración anunció
recientemente que no levantaremos sanciones al gobierno cubano…”
Las informaciones referidas a los
daños ocasionados a funcionarios norteamericanos por una desconocida arma
ultrasónica, seguirán siendo un misterio, pero lo que no es ningún misterio
para los cubanos que habitamos en este archipiélago, es que el arma que provoca
la sordera en el Presidente norteamericano es bien conocida y se llama: Prepotencia Imperial.
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