jueves, 10 de julio de 2014

Con el enemigo en casa, o la nueva manipulación anticubana


Por Cristian Alejandro Kadry

“Estados Unidos celebra con terroristas vísperas del 4 de julio”; o “EE.UU.festeja con traficantes de personas en espera de su fiesta nacional”. A juzgar por las listas en las que este país tiene incluida a Cuba –de “patrocinadores del terrorismo internacional” y de “incumplidores de los estándares contra el tráfico de personas”-, uno de estos podría haber sido el titular de la “noticia” que llegó anoche a mi correo, donde se resaltaba la representación cubana en la actividad festiva que tuvo lugar en la residencia del Jefe de la Sección de Intereses de los Estados Unidos en La Habana, en la noche del 3 de julio.

Pero no, el correo circuló con el nombre de “Artistas y disidentes cubanos celebran 4 de julio”. Porque resulta que, efectivamente, un grupo de actores y músicos cubanos –entre ellos las actrices Diana Rosa Suárez y Luisa María
Jiménez, la cantante Sori y el popular humorista Luis Silva, según lo que se puede observar en las dos fotografías publicadas- recibió invitaciones para esta celebración en la que un par de individuos desconocidos, con cara de
muy pocos amigos pero con mucho interés por hacerse fotografiar con estas personalidades públicas, aparecen con ellos en representación de la contrarrevolución interna.

Aparentemente, por lo que dice la “nota”, se encontraban también Laritza Vega, Paula Alí, Néstor Jiménez, Omar Franco y las cantantes Yoli y Osdalgia.

Mientras miraba las fotos volvían a mencionar en el noticiero el caso del banco francés BNP Paribas,  al que multaron recientemente con casi 9 millones de dólares por haber procesado transacciones con entidades de la Isla (hecho que además de violar el derecho internacional, le quita a cualquier entidad financiera las ganas de prestar servicios a Cuba). Me imaginé entonces la posible y perfecta ironía de que los gastos de esta fiesta -que por tratarse del 4 de julio debe haber sido una muestra exuberante del “exitoso” modelo de desarrollo norteamericano-, no habrían
sido financiados con parte de ese dinero (o con el resto de las multas a instituciones bancarias aplicadas este año, que no han sido pocas).

Quizás nuestros artistas allí presentes, por sus horarios de trabajo y sus disímiles compromisos, no estaban al tanto de esa información; quizás ni siquiera se habían enterado de que días antes congresistas de ese país habían injuriado públicamente, acusado de hechos violentos de gravedad, y casi expulsado de EE.UU. a uno de sus compañeros de gremio, el popular cantautor Tony Ávila.

O quién sabe si, aun conociendo de estos hechos de agresión (que no tienen por blanco a Tony o a los bancos, sino a Cuba), decidieron asistir porque se trataba de una “simple” invitación a festejar un acontecimiento relevante para la humanidad –la Declaración de Independencia de un país colonizado-, que a nadie haría daño… Si hubiera sido en compañía de alguno de los numerosos amigos del pueblo norteamericano que tiene Cuba –dispuestos ellos
también a celebrar con nosotros algunas de nuestras fechas históricas trascendentes- podría ser. ¿Pero esperar mera cortesía en la residencia del jefe de la Oficina de Intereses de los Estados Unidos en La Habana? Solo si se subestimaran los tantos años de experiencia en técnicas taimadas de guerra que ha ejercitado este país contra el nuestro.

Hechos como este hacen resonar en mi memoria la incuestionable advertencia que, con su cadencia argentina, nos hacía el Che tantos años atrás: “al imperialismo, ni tantico así”. Ahí están las fotos para demostrar que siempre se busca algún provecho, y la breve nota alabando el triunfo: “En esta ocasión se ha logrado reunir en un mismo espacio a disidentes y artistas que (…) interactuaron entre ellos con naturalidad y desenfado”.

Pero tales “naturalidad” y “desenfado”, que mi admiración por algunas de estas personalidades atribuye al desconocimiento de con quién compartían terreno, en esta lides no se perdona. Hasta la ingenuidad se cobra cara.

Ahora que estamos en tiempos de Mundial de Fútbol, podría decirse que “cometimos” una falta, y nos marcaron un gol. Por suerte nos quedan muchos “jugadores”, verdaderos craks, para defendernos el partido que llevamos jugando, sin que nos tomen ventaja, 55 años.

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